Este post tiene dos cometidos: el primero y principal, exorcizar; el segundo, como siempre, contarles que se puede!!!
Hace un par de días, estuve en el infierno, si, así como leen, en el infierno.
Sean creyentes o no, hay infiernos aquí mismito, en la tierra, y están más cerca de nosotros de lo que creemos.
Muchas veces, entramos en ellos sin saber, sin invitación previa, cuando queremos ver, ya estamos dentro.
Hace unos días, tuve que hacerme un estudio (no importa cual), el punto es que algo que era supuestamente rápido y hacía que volviera a casa en un par de horas, se convirtió en otra cosa totalmente distinta.
Hay cosas, que no las pienso nunca. No pienso en lo peor, no pienso en que puede pasar esto o aquello, trato de vivir al día, conviviendo con lo que pasa, sin presión, sin ponerle expectativa, aceptando, pensando positivamente que es lo que puedo cambiar para estar mejor, y viendo que es lo que esta situación vino a enseñarme.
Les quiero contar, que en medio del infierno, tuve la lucidez necesaria, para hablar, para contarle a los médicos lo que tenían que hacer y lo que no, porque si bien no soy médico, conozco mi cuerpo, sabía en ese momento lo que sumaba y lo que no. Insistí, insistí, insistí, en medio del infierno, hasta que mi voz fue más fuerte que sus conocimientos.
Insistí, insistí, insistí, hasta que mi voz, tocó la parte humana de cada uno de los médicos, enfermeros, asistentes, anestesistas y técnicos que me rodeaban, y los hizo replantear lo que estaba pasando.
Yo me conozco, conozco mi cuerpo, sé como reacciona, hace un tiempo que tenemos una relación muy profunda y muy cercana. Finalmente, los médicos me dieron la razón, el estudio debía hacerse de otra forma, y una vez más, haciendo que mi voz se escuchara, lo hicieron en el momento en vez de recordinarme.
Hace unos días estuve en el infierno, un infierno que no había visitado nunca hasta ahora y que espero no tener que visitar nunca más. Pero aún en el mismo infierno, hay ángeles por todas partes: que me acariciaban la cabeza, que me secaban las lágrimas, que me hablaban al oído, que me consolaban, que esperaban en la sala de espera con el corazón en la boca, que se quedaron a mi lado vigilando mi sueño al salir del infierno, que me cuidaron, que pasaron conmigo noche y día...
Quería contarles que hace unos días estuve en el infierno, no para que me compadezcan, ni para que me pregunten "qué te pasó", ni para dar detalles que no vienen al caso, sino todo lo contrario, para que sepan que del mismo infierno se sale, si no bajamos los brazos y seguimos remando, y si alzamos nuestra voz para que nos escuchen, si no perdemos la FE.
Quería contarles, que hace unos días, estuve en el infierno, y que también gracias haber pasado por allí, apareció un ángel que me liberó del dolor...
Hace unos días estuve en el infierno, y hoy agradezco y valoro más que nunca, estar viva, poder caminar, y casi no tener dolor.
Hace unos días estuve en el infierno...
Translate
lunes, 27 de abril de 2015
sábado, 11 de abril de 2015
Ayer y Hoy
Este post, no es para acumular comentarios que digan Arriba guerrera!!!
Este post no está escrito desde un sentimiento negativo.
Este post es un "decir en voz alta", para tal vez sembrar en algunos, las ganas de "revisar" las bendiciones que tenemos todos los días y que no todos los días vemos.
Ojalá no tengamos que llegar al límite, para valorar lo que ya no está.
Esta foto fue tomada hace 4 años.
Yo era inmensamente feliz en ese momento.
No me acostaba ni me despertaba con ningún tipo de dolor en mi cuerpo.
Trabajaba como todo el mundo.
Salía de vacaciones siempre que podía.
Trataba de hacer todo lo que sentía ganas de hacer, caminaba mucho, subía médanos, cerros, andaba en bici, saltaba y hasta corría.
Me aventuraba todo lo que podía.
Siempre estaba dispuesta a sumarme a alguna aventura.
El botiquín de mi casa era casi inexistente.
Prácticamente no hablaba sobre enfermedades.
Visitaba al médico una vez al año, de forma pura y exclusivamente preventiva.
No tenía problemas para tomar o comer lo que me venía en gana.
Me compraba la ropa casi sin probármela, tenía casi el mismo cuerpo que a los 25.
Era apoyo para unas cuantas personas.
Un día todo cambió.
Si bien muchas cosas buenas vinieron a raíz de ese cambio, mucho de ese cambio fue radical y lo noto día a día: Los dolores nunca más se ausentaron, por más que no lo diga;
no tengo uno, sino dos botiquines;
todos los especialistas que visito "me conocen" porque me ven muy a menudo;
en este momento no puedo correr, ni saltar y no me animo a andar en bici;
por más que trato de elegir mis pensamientos, la enfermedad está presente en mi vida cotidiana;
mi vida laboral no solo cambió, sino que además está totalmente condicionada a mi estado físico que aún no he logrado equilibrar;
ya no me visto con lo que me gusta, sino con lo que me queda cómodo, porque hay días que hasta poder ponerme un pantalón es todo un triunfo; bajé de estatura: no porque me haya achicado, sino porque mi columna ya no quiere que use aquellos zapatos con taco con tanto me estilizaban; necesito apoyarme en algunas personas, sobre todo en esas que me entienden y que pueden ver todo esto atrás de la Vivi sonriente que por lo general ven todos los días...
Trabajo en aceptar mi realidad, en seguir soñando, en no perder la Fe y la Esperanza de que las cosas en algún momento volverán a cambiar a mi favor.
Ojalá nunca les toque pasar por una situación límite, y si les toca, les pase como a mí, que en el momento en el que era inmensamente feliz, era capaz de ver y agradecer todas las bendiciones que tenía.
Este post no está escrito desde un sentimiento negativo.
Este post es un "decir en voz alta", para tal vez sembrar en algunos, las ganas de "revisar" las bendiciones que tenemos todos los días y que no todos los días vemos.
Ojalá no tengamos que llegar al límite, para valorar lo que ya no está.
Esta foto fue tomada hace 4 años.
Yo era inmensamente feliz en ese momento.
No me acostaba ni me despertaba con ningún tipo de dolor en mi cuerpo.
Trabajaba como todo el mundo.
Salía de vacaciones siempre que podía.
Trataba de hacer todo lo que sentía ganas de hacer, caminaba mucho, subía médanos, cerros, andaba en bici, saltaba y hasta corría.
Me aventuraba todo lo que podía.
Siempre estaba dispuesta a sumarme a alguna aventura.
El botiquín de mi casa era casi inexistente.
Prácticamente no hablaba sobre enfermedades.
Visitaba al médico una vez al año, de forma pura y exclusivamente preventiva.
No tenía problemas para tomar o comer lo que me venía en gana.
Me compraba la ropa casi sin probármela, tenía casi el mismo cuerpo que a los 25.
Era apoyo para unas cuantas personas.
Un día todo cambió.
Si bien muchas cosas buenas vinieron a raíz de ese cambio, mucho de ese cambio fue radical y lo noto día a día: Los dolores nunca más se ausentaron, por más que no lo diga;
no tengo uno, sino dos botiquines;
todos los especialistas que visito "me conocen" porque me ven muy a menudo;
en este momento no puedo correr, ni saltar y no me animo a andar en bici;
por más que trato de elegir mis pensamientos, la enfermedad está presente en mi vida cotidiana;
mi vida laboral no solo cambió, sino que además está totalmente condicionada a mi estado físico que aún no he logrado equilibrar;
ya no me visto con lo que me gusta, sino con lo que me queda cómodo, porque hay días que hasta poder ponerme un pantalón es todo un triunfo; bajé de estatura: no porque me haya achicado, sino porque mi columna ya no quiere que use aquellos zapatos con taco con tanto me estilizaban; necesito apoyarme en algunas personas, sobre todo en esas que me entienden y que pueden ver todo esto atrás de la Vivi sonriente que por lo general ven todos los días...
Trabajo en aceptar mi realidad, en seguir soñando, en no perder la Fe y la Esperanza de que las cosas en algún momento volverán a cambiar a mi favor.
Ojalá nunca les toque pasar por una situación límite, y si les toca, les pase como a mí, que en el momento en el que era inmensamente feliz, era capaz de ver y agradecer todas las bendiciones que tenía.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)