El día en que me diagnosticaron, ya lo conté pero lo voy a volver a decir, lo primero que agradecí fue que la enfermedad me hubiera elegido a mi y no a mis hijas.
No es una frase hecha eso de que uno hace TODO por los hijos y que cambiaría de lugar las veces y en las circunstancias que fuera necesario para que ellos no sufrieran.
Porque no hay dolor más grande del que nos estruja el corazón cuando algo le sucede a un hijo y no tenemos en nuestras manos el poder de resolverlo y devolverles el bienestar. Porque no hay amor más grande que el que sienten los padres por sus hijos ni amor más incondicional y más infinito.
Verlos cuando son bebés con un simple resfrío ya nos deja el alma en vilo, imagínense cualquier cosa que sea mayor que eso, ni que hablar de casos extremos.
Es por esa razón, que siempre que veo que un niño necesita ayuda por un problema de salud, lo primero que me viene a la cabeza, es cómo estará el corazón de esos padres que no pueden proporcionarle lo que su niño necesita, y muchas veces lamentablemente, ni siquiera es una cuestión de dinero.
He visto a hermanas de la vida, amigas del alma, pasar cosas con sus hijos de esas que uno no quiere siquiera imaginar, las he visto volver a sonreír a pesar de haber pasado por esos momentos que ninguno de nosotros querría que un hijo atravesara, sé que su sonrisa en el fondo sigue teñida por aquel dolor, porque todo lo que le pase a nuestros hijos, nos modifica el alma y el corazón para siempre.
Hoy la vida me mostró otro cachetazo: otra vez esa situación que si tuviéramos chance cambiaríamos así tuviéramos que entregarle nuestra alma al diablo. Hoy tuve que decirle a otra hermana de mi vida, de esas con las que hemos sabido compartir todo desde hace varias décadas, que no hay explicación para las cosas que suceden, que lo único que creo que sirve en estos casos es tener FE, ser lo más positivos que podamos, llenar a ese niño de amor y contarle que todos estamos esperándolo.
Hoy les pido a todos, a los que tienen Fe en Dios, a los que creen en la energía, a los que creen en la magia, en la vida, en el poder del amor, que pidan por Mati. A vos Padre Pío, que tantas veces me acompañaste y me mostraste tu presencia mientras estaba andando el camino de la enfermedad (muchas veces con tristeza y desesperación), que lo ilumines, que lo llenes de fuerza, de salud, que cuides a su mamá, a su papá, a sus hermanitos, sobre todo al que está en la panza, que redobles en ellos la Fuerza y la Fe.
Confío en que pronto todo estará bien, y la visita que te debo, te la vamos a hacer juntas.
Te amo amiga ♥
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