Tal vez ya he dicho estas palabras que voy a poner por escrito aquí, una y mil veces; sin embargo, sigo creyendo que hay gente que no lo entiende.
Mientras escribo, pienso cuantas veces yo también se las habré dicho a alguien, "vos sos fuerte"...
Me gustaría invitarlos a pensar en algo que tal vez nunca pensaron sobre esa frase de tan solo tres palabras.
Generalmente, cuando la aplicamos, estamos intentando darle ánimo a alguien que no está pasando por su mejor momento. Obviamente, ninguno de nosotros sería tan mala persona para ir a "cargarle" un poco más de peso en la mochila a alguien que la está pasando mal, pero y si lo estuviéramos haciendo sin darnos cuenta? Alguna vez pensaron en eso?
No quiero dar cátedra de nada con esto que les digo, solo expreso algunas apreciaciones, porque lo he vivido en carne propia y algunas veces el "vos sos fuerte" fue como casi una obligación o un deber para mí.
Como "yo era fuerte" tenía que poder con esto, y con aquello y también con lo otro, y además podía reventarme contra el piso mil veces, llenarme de decepciones, sentirme triste y derrotada y querer mandar todo a la mierda, pero... estaba el mandato "vos sos fuerte".
Como una especie de imposición, esas tres palabritas te cagaban el plan!!! Vos ya no querías más aliento, o no querías sufrir más, no querías más tratamientos médicos (todo eso en ese momento, porque por lo general, pasado el shock inicial, uno vuelve a remar porque el instinto de supervivencia en general así lo quiere), pero alguien te mandaba el "vos sos fuerte" y a la mierda con todo!
Tenías esa especie de "responsabilidad" de cumplir con las expectativas de otros, que consideraban que "vos sos fuerte", aunque no tengan ni la reputa idea de lo que a vos te está pasando...
Frase que compite mano a mano con esta, para mi es "vos sos un ejemplo para mí"... Mirá vos, menudo título me mandaste! Y obviamente, volvemos a lo anterior, quien te dice eso, te lo dice con la mejor intención, tratando de que no tires la toalla, pero no será un poco mucho????
Y que hay si yo hasta aquí llegué? Qué hay si en este momento no puedo ser fuerte, ni puedo ser un ejemplo de un guerrero luchador, que le pone el pecho a las balas siempre, y que tiene a todos admirados por su capacidad de lucha???? No somos acaso todos seres humanos? No somos acaso todos, seres de carne y hueso? Claro que lo somos!!!
Todos en cierta medida somos luchadores, a unos nos tocan unas batallas, a otros otras, pero por lo general todos la luchamos. En la cotidiana, en el día a día, no es lo común que uno tire la toalla, y si la tira, cosa que muchas veces nos sucede a TODOS, cuando vemos que nos pasa el agua, que estamos agotados, que nos sentimos incomprendidos, que las cosas no salen como querríamos que salieran, poco tiempo después, la levanta, se seca el sudor o las lágrimas y sigue...
Con esto, lo único que quiero dejar por escrito, es que muchas veces somos fuertes es cierto, pero muchas veces también somos débiles. Que la fortaleza no siempre radica en el poner el pecho a las balas, sino también en el decir, necesito llorar hasta quedarme dormida porque no sé que voy a hacer con esto. Que la valentía está en luchar, y también está en decidir cómo y hasta donde se lucha. Que el ejemplo pasa por otro lado, a mi entender, y no es ejemplar el que nunca bajó los brazos, porque eso es casi imposible...
Es casi imposible no flaquear, y diría (y no soy sicóloga), que seguramente tampoco debe ser sano. Porque nadie tiene el estado de ánimo como una línea recta, o como una recta ascendente, por más felicidad que tenga y por menos problemas que deba afrontar, la vida y las emociones tienen sus picos y sus bajadas...
Mi reconocimiento al que lucha, al que la rema, en la instancia que le toque, y la vida es como una remada permanente. Algunos llegan a la meta antes, otros un poco después, pero la meta es común para todos.
Mi reconocimiento para el que tiene miedo, y para el que siente alegría, porque ese está vivo, está vibrando, por más que no le pase siempre lo que desearía.
Mi reconocimiento a los que tienen empatía y logran ponerse en los zapatos de otro, más allá de las frases trilladas, o de hacer tal o cual cosa a favor de una causa.
Mi reconocimiento a esos que son fuertes, que agarran al toro por los cuernos, pero que tambièn son dèbiles y se permiten serlo.
Mi reconocimiento a los que ya no están aquí, porque tenían la meta más cerca y ya la alcanzaron, y aquí mi última apreciación: esos no perdieron la lucha, la lucha la ganan todos los que la enfrentan.
Vivi
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lunes, 26 de enero de 2015
martes, 13 de enero de 2015
Detrás del miedo
La mayoría de nosotros (por no decir todos) tenemos miedo, o mejor dicho, miedos.
Tantos y tan diversos, como personas existen, pero algunos tan comunes, que es muy difícil encontrar ser humano en el que el malvado no habite. Si, digo malvado, pero hay más: porque el miedo es perverso, maligno, perjudicial, negativo, no tiene absolutamente nada de bueno.
Uno de esos miedos, que creo que nos es común a todos o a casi todos (tal vez no lo posean algunas personas muy elevadas), es el miedo a la muerte.
Quién de nosotros puede decir, que no le teme? En mayor o menor medida, con mayor o menor aceptación, todos le tememos.
Tal vez, sea el miedo a lo que no conocemos, tal vez sea el miedo a dejar de ser importantes para alguien, tal vez sea el miedo a que nos olviden, tal vez sea el miedo al dolor antes de que nos llegue la hora.
Cuando pienso y analizo todos estos "tal vez", también me respondo:
* no conozco lo que va a suceder la siguiente hora, ni el siguiente día, ni la siguiente semana y sin embargo vivo con eso, porque he aprendido a vivir el hoy
* he dejado de ser importante para más de una persona a lo largo de mi vida, he aprendido que los que siguen junto a mi son los que tienen que estar y los que se han ido quedando por el camino ya me enseñaron o les enseñé, lo superé y seguí adelante
* he entendido que no te olvida el que te quiere, a pesar de que no te vea o no te escuche, que las personas permanecen vivas mientras las recordamos y mientras recordamos las cosas que hemos vivido con ellas
* he aprendido que el dolor puede ser inevitable, pero el sufrimiento es opcional...
He aprendido que cuando trato de quitarle poder al miedo, lo consigo. Muy de a poquito, lo voy pelando como a una cebolla, quitando capa tras capa, despojándolo de los preconceptos, de las ideas erróneas, esas que lo llenan a uno de fantasmas, de las sombras que nos llenan de dudas, y muchas veces aunque parezca imposible, le hago frente y lo acobardo.
Claro, es una tarea titánica!!! Uno no está acostumbrado a pensar en HOY, a sentirse mortal y convivir con eso, a sentirse pequeñito como una hormiga en un mundo lleno de millones de seres humanos, uno no está acostumbrado a no tener el control. Pero cuando uno se relaja, se entrega, fluye, se acomoda y lo enfrenta, el muy cagón se achica, se diluye, se asusta y se va. Eso sí, siempre está agazapado... esperando... ni bien le surge la ocasión, arremete con toda la fuerza, se impone, se cree el dueño de tu vida y muchas veces lo es.
Cuando hay una mala noticia, cuando vemos a otro en problemas, cuando sentimos que tenemos necesidades insatisfechas, cuando vemos a un amigo que está sufriendo, cuando algo pasa en nuestra familia, cuando nos enfermamos, el vuelve a apoderarse de nosotros. Está de turno las 24 horas, esperando el momento en el que nosotros nos debilitamos.
De la misma manera que el se nutre de nosotros, nosotros también somos quienes logramos que el se "desnutra". Cuando confiamos, cuando creemos en nosotros, cuando nos sentimos una parte del Universo, cuando nos recostamos en la Fe, o cuando somos capaces de vivir el HOY, le quitamos fuerza, le restamos poder, tanto que somos capaces de hacerlo desaparecer.
Muchas veces nosotros estamos escondidos detrás del miedo...
Siempre, del otro lado del miedo se encuentra todo lo que deseamos...
La vida es bella y el miedo te permite vivirla solo de reojo.
Los invito a animarse a saltar hacia el otro lado y a trabajar para que se muera de hambre.
Vivi
Tantos y tan diversos, como personas existen, pero algunos tan comunes, que es muy difícil encontrar ser humano en el que el malvado no habite. Si, digo malvado, pero hay más: porque el miedo es perverso, maligno, perjudicial, negativo, no tiene absolutamente nada de bueno.
Uno de esos miedos, que creo que nos es común a todos o a casi todos (tal vez no lo posean algunas personas muy elevadas), es el miedo a la muerte.
Quién de nosotros puede decir, que no le teme? En mayor o menor medida, con mayor o menor aceptación, todos le tememos.
Tal vez, sea el miedo a lo que no conocemos, tal vez sea el miedo a dejar de ser importantes para alguien, tal vez sea el miedo a que nos olviden, tal vez sea el miedo al dolor antes de que nos llegue la hora.
Cuando pienso y analizo todos estos "tal vez", también me respondo:
* no conozco lo que va a suceder la siguiente hora, ni el siguiente día, ni la siguiente semana y sin embargo vivo con eso, porque he aprendido a vivir el hoy
* he dejado de ser importante para más de una persona a lo largo de mi vida, he aprendido que los que siguen junto a mi son los que tienen que estar y los que se han ido quedando por el camino ya me enseñaron o les enseñé, lo superé y seguí adelante
* he entendido que no te olvida el que te quiere, a pesar de que no te vea o no te escuche, que las personas permanecen vivas mientras las recordamos y mientras recordamos las cosas que hemos vivido con ellas
* he aprendido que el dolor puede ser inevitable, pero el sufrimiento es opcional...
He aprendido que cuando trato de quitarle poder al miedo, lo consigo. Muy de a poquito, lo voy pelando como a una cebolla, quitando capa tras capa, despojándolo de los preconceptos, de las ideas erróneas, esas que lo llenan a uno de fantasmas, de las sombras que nos llenan de dudas, y muchas veces aunque parezca imposible, le hago frente y lo acobardo.
Claro, es una tarea titánica!!! Uno no está acostumbrado a pensar en HOY, a sentirse mortal y convivir con eso, a sentirse pequeñito como una hormiga en un mundo lleno de millones de seres humanos, uno no está acostumbrado a no tener el control. Pero cuando uno se relaja, se entrega, fluye, se acomoda y lo enfrenta, el muy cagón se achica, se diluye, se asusta y se va. Eso sí, siempre está agazapado... esperando... ni bien le surge la ocasión, arremete con toda la fuerza, se impone, se cree el dueño de tu vida y muchas veces lo es.
Cuando hay una mala noticia, cuando vemos a otro en problemas, cuando sentimos que tenemos necesidades insatisfechas, cuando vemos a un amigo que está sufriendo, cuando algo pasa en nuestra familia, cuando nos enfermamos, el vuelve a apoderarse de nosotros. Está de turno las 24 horas, esperando el momento en el que nosotros nos debilitamos.
De la misma manera que el se nutre de nosotros, nosotros también somos quienes logramos que el se "desnutra". Cuando confiamos, cuando creemos en nosotros, cuando nos sentimos una parte del Universo, cuando nos recostamos en la Fe, o cuando somos capaces de vivir el HOY, le quitamos fuerza, le restamos poder, tanto que somos capaces de hacerlo desaparecer.
Muchas veces nosotros estamos escondidos detrás del miedo...
Siempre, del otro lado del miedo se encuentra todo lo que deseamos...
La vida es bella y el miedo te permite vivirla solo de reojo.
Los invito a animarse a saltar hacia el otro lado y a trabajar para que se muera de hambre.
Vivi
viernes, 9 de enero de 2015
Lo de Juanita
Soy de la generación del almacén de barrio, en mi niñez, no
existían los supermercados, y si, seguramente cuando mis hijas lean esto, van a
preguntarme, en serio?????? Y sí, es en serio!
En mi niñez no solo no existían las grandes cadenas, sino
que además, todavía se compraba “suelto”, cien gramos de esto, cuarto kilo de
lo otro, aún estaba en la cancha el papel de estraza (para mi era de astrasa, pero googlié y apareció así),
algunos almaceneros piola te daban “la yapa” cuando hacías una compra medio
grande o cuando estaban de muy buen humor; pero en otros barrios, había kioscos, que más que kioscos eran almacenes, y más que almacenes eran como
grandes tiendas de ramos generales, uno de esos kioscos estaba en mi barrio: “Lo
de Juanita”.
En realidad no sé exactamente, si ese era su nombre, o si
tenía nombre, lo que sé es que varias veces al día, se escuchaba la famosa
frase “voy a lo de Juanita”…
En “lo de Juanita” podías desde comprar leche o vino, hasta
jugar a la quiniela, o comprarte ropa, cuando alguna vez en el año, venía su
hija directo desde la vecina orilla, cargando con una valija atiborrada con las
últimas tendencias de la moda. Ahí, “la Juani ” como le decíamos cariñosamente en casa, te
veía pasar y cual experta en marketing te pegaba el grito “nena, cuando quieras
pasate que vino mi hija con unas cosas diviiiiiiiiiinas, que seguro te van a
quedar bárbaras y además sabés que con ella tenés cero problema con la plata,
se la pagás como podés!!!”.
¿Quién se podía negar a semejante invitación? Poco rato
después, salíamos de su casa/kiosco con las manos llevando bolsas!!! … era como
el Shopping de la época y la tarjeta de crédito (que en ese momento no se
usaba), era LA PALABRA.
Además de oficiar de Shopping, de almacén de ramos
generales, por supuesto, era como un libro abierto del barrio: no había cosa
que pasara en el barrio, que Juanita no supiera. Supongo además, hoy que lo veo
con ojos de adulta, que hay personas que tienen una especie de “don”, y la
gente va y les cuenta, son como una oreja gigante!
El ejemplo máximo de esto que les cuento, supongo que fue el
día en el que una muchacha se iba a mudar al lado de su casa y le preguntó su
nombre y cuando ella contestó, Juani le dijo: ahhhh seguro en la esquina vive
una pariente tuya, porque tiene el mismo apellido!!! Si, eran primas hermanas y
no se conocían (mamá tuvo 18 tíos, así que imaginen la cantidad de primos que
debe tener que desconocemos).
Esa era “la Juana ”! Al ratito ya estaba en casa, iniciando la
comitiva que llegaba a la casa de la esquina, caminando con un porte, que no se
correspondía mucho con el metro y poco que debería medir y diciéndole a mi
madre: mirá Gladys, acá te traigo a una parienta!
Que paciencia tenía con los “gurices” del barrio!!! Creo que
cada tres minutos, y sobre todo en época de vacaciones, le íbamos a tocar el
timbre! Y allá salía ella, dos por tres verbalizando palabras no muy santas,
porque no la dejábamos dormir la siesta!
Realmente, parecía que hacíamos
guardia, cada vez que se iba para adentro de la casa, uno de nosotros volvía a
tocar el timbre o a gritarle Juaniiiiiiiiiiii!!!! Es que encontrábamos algún
peso y la pregunta inmediata siguiente era: Qué nos podremos comprar? Vamos a
lo de Juani!!!
Ella tenía sus preferidos, no vayan a creer que no. Había
clientes, como en todos los negocios del barrio, que la “clavaban”, dejaban
unas cuentas interminables, que jamás pagaban, o yendo a pedir fiado cosas que "no daba"; pero también estábamos los
otros.
Los que no le pedíamos fiado ninguna cosa que no fuera “esencial”, los
que no le comíamos el brazo cuando nos daba la mano, aunque muchas veces ella
veía que uno no compraba tal o cual cosa y se daba cuenta que era por escasez
de dinero y te decía: nena llevá lo que quieras, vos debés de andar con ganas de tomar Coca!!! sabés que conmigo vos no tenés problema!!! y sabíamos que era de corazón!
Las veces que íbamos en pleno aburrimiento de una tarde de
verano, diciéndole, Juani, tenemos 20 pesos, qué nos podemos comprar????? No
pasaban tres segundos y nos contestaba, chiquilinas, ustedes son de la casa,
saben más que yo donde están las cosas, pasen, revuelvan y elijan! Creo que fue
una de las primeras muestras de confianza que recuerdo de alguien que no me
conocía y sin embargo abría las puertas de par en par confiando, ahí revolvíamos,
entre golosinas y artículos de almacén, saltaban billetes de todos los colores
y de todos los importes, ella confiaba en nosotras.
Tenía otro sabor, ir veinte veces a comprar los ojitos de a uno, o las bombitas de agua o los helados de palito! Cómo se te ocurría, que podíamos hacer toda la compra de una sola vez? Paciencia infinita con nosotras!
Fuiste testigo de tantas cosas!!! De nuestros juegos infantiles, de nuestras peleas de chiquilines, de nuestros primeros amores, de la llegada de nuestros hijos...
Un día te fuiste del barrio, dejaste tu kiosco. Ese que te
dio tantas alegrías y tantos dolores de cabeza. No sé por qué, creo que tu vida
no volvió a ser la misma.
Un día te reencontré, más mayor vos y más mayor yo, el
abrazo que nos dimos fue de esos en los que hay un traspaso de sentimientos y
de decir sin decir.
Un día supe que te enteraste de mi enfermedad, y como era de
esperar, preguntaste, rezaste y te alegraste al volver a verme recuperada.
Un día te volví a ver en la casa de la esquina, contenta, jugando a las cartas, rodeada de las congueras.
Un día el de arriba te llamó, y yo no podía quedarme sin
escribirte algo.
Hasta siempre Juani!!!
lunes, 5 de enero de 2015
Piensa!
Cuántas veces nos sentimos desesperados?
Cuántas veces no encontramos la salida?
Cuántas veces creemos que no podemos más?
Cuántas veces damos vueltas y vueltas y vueltas alrededor del mismo tema o del mismo problema?
Y si elegimos qué pensar?
Sí, eso. Elegir que pensar.
Parece una tontería, una cosa simple, pues no lo es.
Alguna vez te pusiste a "pensar" en los pensamientos que tienes? Alguna vez analizaste cuántas veces por día piensas en cosas que no quieres? Si aún no lo has hecho, hazlo. Te sorprenderás de la cantidad de veces al día que pensamos en lo que NO queremos. Muchísimas más veces pensamos en lo que NO queremos, que en lo que realmente deseamos!
Y así, no funcionan las cosas... o mejor dicho, las cosas siguen funcionando MAL.
Cuando comenzamos a analizar nuestros pensamientos, y somos capaces de comenzar a cambiarlos, las cosas a nuestro alrededor también comienzan a cambiar.
Y no es que las cosas cambien en sí, cambiamos la perspectiva de verlas, y con seguridad hasta intentemos alguna forma de resolución que no se nos había ocurrido hasta ese momento, pero hay que entrenarse para pensar BIEN.
Pensar en lo que queremos, en lo que deseamos, desterrando cualquier tipo de pensamiento y sentimiento negativo, es lo que suma. Paulatinamente ir cambiando a tener una actitud más positiva, desde nuestros pensamientos hasta nuestra forma de actuar, hace que seamos personas más felices y menos angustiadas.
Por supuesto, los cambios no se dan de un día para otro, pero cuando uno comienza a hacer pequeños cambios a diario, y está convencido de que quiere seguir por ese camino, les aseguro que se nota.
Si estás enfermo, piénsate sano.
Si tienes un problema, piensa que ese problema ya está resuelto, aún cuando no lo esté, si nos convencemos realmente de que lo está, la solución aparecerá.
Si estás mal con alguien, no estés juntando rencor o sentimientos negativos, arregla las cosas si eso es lo que quieres o libéralo, y más que liberar al otro, te liberarás tu mismo.
Los pensamientos positivos, son una herramienta poderosísima que tenemos en nuestras manos y que además es gratuita, lo único que necesitamos es voluntad y actitud para entrenarnos y pensar de esa forma todo el tiempo que podamos.
Entonces, si estás de acuerdo, elige la parte colorida de la vida en vez de la oscura, los sentimientos buenos en vez de los que no nos aportan nada más que bronca, dolor, enojo y amargura. Todos tenemos altibajos, pero cuando nos acostumbramos a ver la vida y a pensar en positivo, todo es mucho más llevadero, la vida se disfruta más y mejor.
Atrae cosas buenas, elige tus pensamientos! Piensa!
Cuántas veces no encontramos la salida?
Cuántas veces creemos que no podemos más?
Cuántas veces damos vueltas y vueltas y vueltas alrededor del mismo tema o del mismo problema?
Y si elegimos qué pensar?
Sí, eso. Elegir que pensar.
Parece una tontería, una cosa simple, pues no lo es.
Alguna vez te pusiste a "pensar" en los pensamientos que tienes? Alguna vez analizaste cuántas veces por día piensas en cosas que no quieres? Si aún no lo has hecho, hazlo. Te sorprenderás de la cantidad de veces al día que pensamos en lo que NO queremos. Muchísimas más veces pensamos en lo que NO queremos, que en lo que realmente deseamos!
Y así, no funcionan las cosas... o mejor dicho, las cosas siguen funcionando MAL.
Cuando comenzamos a analizar nuestros pensamientos, y somos capaces de comenzar a cambiarlos, las cosas a nuestro alrededor también comienzan a cambiar.
Y no es que las cosas cambien en sí, cambiamos la perspectiva de verlas, y con seguridad hasta intentemos alguna forma de resolución que no se nos había ocurrido hasta ese momento, pero hay que entrenarse para pensar BIEN.
Pensar en lo que queremos, en lo que deseamos, desterrando cualquier tipo de pensamiento y sentimiento negativo, es lo que suma. Paulatinamente ir cambiando a tener una actitud más positiva, desde nuestros pensamientos hasta nuestra forma de actuar, hace que seamos personas más felices y menos angustiadas.
Por supuesto, los cambios no se dan de un día para otro, pero cuando uno comienza a hacer pequeños cambios a diario, y está convencido de que quiere seguir por ese camino, les aseguro que se nota.
Si estás enfermo, piénsate sano.
Si tienes un problema, piensa que ese problema ya está resuelto, aún cuando no lo esté, si nos convencemos realmente de que lo está, la solución aparecerá.
Si estás mal con alguien, no estés juntando rencor o sentimientos negativos, arregla las cosas si eso es lo que quieres o libéralo, y más que liberar al otro, te liberarás tu mismo.
Los pensamientos positivos, son una herramienta poderosísima que tenemos en nuestras manos y que además es gratuita, lo único que necesitamos es voluntad y actitud para entrenarnos y pensar de esa forma todo el tiempo que podamos.
Entonces, si estás de acuerdo, elige la parte colorida de la vida en vez de la oscura, los sentimientos buenos en vez de los que no nos aportan nada más que bronca, dolor, enojo y amargura. Todos tenemos altibajos, pero cuando nos acostumbramos a ver la vida y a pensar en positivo, todo es mucho más llevadero, la vida se disfruta más y mejor.
Atrae cosas buenas, elige tus pensamientos! Piensa!
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