La mayoría de nosotros (por no decir todos) tenemos miedo, o mejor dicho, miedos.
Tantos y tan diversos, como personas existen, pero algunos tan comunes, que es muy difícil encontrar ser humano en el que el malvado no habite. Si, digo malvado, pero hay más: porque el miedo es perverso, maligno, perjudicial, negativo, no tiene absolutamente nada de bueno.
Uno de esos miedos, que creo que nos es común a todos o a casi todos (tal vez no lo posean algunas personas muy elevadas), es el miedo a la muerte.
Quién de nosotros puede decir, que no le teme? En mayor o menor medida, con mayor o menor aceptación, todos le tememos.
Tal vez, sea el miedo a lo que no conocemos, tal vez sea el miedo a dejar de ser importantes para alguien, tal vez sea el miedo a que nos olviden, tal vez sea el miedo al dolor antes de que nos llegue la hora.
Cuando pienso y analizo todos estos "tal vez", también me respondo:
* no conozco lo que va a suceder la siguiente hora, ni el siguiente día, ni la siguiente semana y sin embargo vivo con eso, porque he aprendido a vivir el hoy
* he dejado de ser importante para más de una persona a lo largo de mi vida, he aprendido que los que siguen junto a mi son los que tienen que estar y los que se han ido quedando por el camino ya me enseñaron o les enseñé, lo superé y seguí adelante
* he entendido que no te olvida el que te quiere, a pesar de que no te vea o no te escuche, que las personas permanecen vivas mientras las recordamos y mientras recordamos las cosas que hemos vivido con ellas
* he aprendido que el dolor puede ser inevitable, pero el sufrimiento es opcional...
He aprendido que cuando trato de quitarle poder al miedo, lo consigo. Muy de a poquito, lo voy pelando como a una cebolla, quitando capa tras capa, despojándolo de los preconceptos, de las ideas erróneas, esas que lo llenan a uno de fantasmas, de las sombras que nos llenan de dudas, y muchas veces aunque parezca imposible, le hago frente y lo acobardo.
Claro, es una tarea titánica!!! Uno no está acostumbrado a pensar en HOY, a sentirse mortal y convivir con eso, a sentirse pequeñito como una hormiga en un mundo lleno de millones de seres humanos, uno no está acostumbrado a no tener el control. Pero cuando uno se relaja, se entrega, fluye, se acomoda y lo enfrenta, el muy cagón se achica, se diluye, se asusta y se va. Eso sí, siempre está agazapado... esperando... ni bien le surge la ocasión, arremete con toda la fuerza, se impone, se cree el dueño de tu vida y muchas veces lo es.
Cuando hay una mala noticia, cuando vemos a otro en problemas, cuando sentimos que tenemos necesidades insatisfechas, cuando vemos a un amigo que está sufriendo, cuando algo pasa en nuestra familia, cuando nos enfermamos, el vuelve a apoderarse de nosotros. Está de turno las 24 horas, esperando el momento en el que nosotros nos debilitamos.
De la misma manera que el se nutre de nosotros, nosotros también somos quienes logramos que el se "desnutra". Cuando confiamos, cuando creemos en nosotros, cuando nos sentimos una parte del Universo, cuando nos recostamos en la Fe, o cuando somos capaces de vivir el HOY, le quitamos fuerza, le restamos poder, tanto que somos capaces de hacerlo desaparecer.
Muchas veces nosotros estamos escondidos detrás del miedo...
Siempre, del otro lado del miedo se encuentra todo lo que deseamos...
La vida es bella y el miedo te permite vivirla solo de reojo.
Los invito a animarse a saltar hacia el otro lado y a trabajar para que se muera de hambre.
Vivi
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