Soy de la generación del almacén de barrio, en mi niñez, no
existían los supermercados, y si, seguramente cuando mis hijas lean esto, van a
preguntarme, en serio?????? Y sí, es en serio!
En mi niñez no solo no existían las grandes cadenas, sino
que además, todavía se compraba “suelto”, cien gramos de esto, cuarto kilo de
lo otro, aún estaba en la cancha el papel de estraza (para mi era de astrasa, pero googlié y apareció así),
algunos almaceneros piola te daban “la yapa” cuando hacías una compra medio
grande o cuando estaban de muy buen humor; pero en otros barrios, había kioscos, que más que kioscos eran almacenes, y más que almacenes eran como
grandes tiendas de ramos generales, uno de esos kioscos estaba en mi barrio: “Lo
de Juanita”.
En realidad no sé exactamente, si ese era su nombre, o si
tenía nombre, lo que sé es que varias veces al día, se escuchaba la famosa
frase “voy a lo de Juanita”…
En “lo de Juanita” podías desde comprar leche o vino, hasta
jugar a la quiniela, o comprarte ropa, cuando alguna vez en el año, venía su
hija directo desde la vecina orilla, cargando con una valija atiborrada con las
últimas tendencias de la moda. Ahí, “la Juani ” como le decíamos cariñosamente en casa, te
veía pasar y cual experta en marketing te pegaba el grito “nena, cuando quieras
pasate que vino mi hija con unas cosas diviiiiiiiiiinas, que seguro te van a
quedar bárbaras y además sabés que con ella tenés cero problema con la plata,
se la pagás como podés!!!”.
¿Quién se podía negar a semejante invitación? Poco rato
después, salíamos de su casa/kiosco con las manos llevando bolsas!!! … era como
el Shopping de la época y la tarjeta de crédito (que en ese momento no se
usaba), era LA PALABRA.
Además de oficiar de Shopping, de almacén de ramos
generales, por supuesto, era como un libro abierto del barrio: no había cosa
que pasara en el barrio, que Juanita no supiera. Supongo además, hoy que lo veo
con ojos de adulta, que hay personas que tienen una especie de “don”, y la
gente va y les cuenta, son como una oreja gigante!
El ejemplo máximo de esto que les cuento, supongo que fue el
día en el que una muchacha se iba a mudar al lado de su casa y le preguntó su
nombre y cuando ella contestó, Juani le dijo: ahhhh seguro en la esquina vive
una pariente tuya, porque tiene el mismo apellido!!! Si, eran primas hermanas y
no se conocían (mamá tuvo 18 tíos, así que imaginen la cantidad de primos que
debe tener que desconocemos).
Esa era “la Juana ”! Al ratito ya estaba en casa, iniciando la
comitiva que llegaba a la casa de la esquina, caminando con un porte, que no se
correspondía mucho con el metro y poco que debería medir y diciéndole a mi
madre: mirá Gladys, acá te traigo a una parienta!
Que paciencia tenía con los “gurices” del barrio!!! Creo que
cada tres minutos, y sobre todo en época de vacaciones, le íbamos a tocar el
timbre! Y allá salía ella, dos por tres verbalizando palabras no muy santas,
porque no la dejábamos dormir la siesta!
Realmente, parecía que hacíamos
guardia, cada vez que se iba para adentro de la casa, uno de nosotros volvía a
tocar el timbre o a gritarle Juaniiiiiiiiiiii!!!! Es que encontrábamos algún
peso y la pregunta inmediata siguiente era: Qué nos podremos comprar? Vamos a
lo de Juani!!!
Ella tenía sus preferidos, no vayan a creer que no. Había
clientes, como en todos los negocios del barrio, que la “clavaban”, dejaban
unas cuentas interminables, que jamás pagaban, o yendo a pedir fiado cosas que "no daba"; pero también estábamos los
otros.
Los que no le pedíamos fiado ninguna cosa que no fuera “esencial”, los
que no le comíamos el brazo cuando nos daba la mano, aunque muchas veces ella
veía que uno no compraba tal o cual cosa y se daba cuenta que era por escasez
de dinero y te decía: nena llevá lo que quieras, vos debés de andar con ganas de tomar Coca!!! sabés que conmigo vos no tenés problema!!! y sabíamos que era de corazón!
Las veces que íbamos en pleno aburrimiento de una tarde de
verano, diciéndole, Juani, tenemos 20 pesos, qué nos podemos comprar????? No
pasaban tres segundos y nos contestaba, chiquilinas, ustedes son de la casa,
saben más que yo donde están las cosas, pasen, revuelvan y elijan! Creo que fue
una de las primeras muestras de confianza que recuerdo de alguien que no me
conocía y sin embargo abría las puertas de par en par confiando, ahí revolvíamos,
entre golosinas y artículos de almacén, saltaban billetes de todos los colores
y de todos los importes, ella confiaba en nosotras.
Tenía otro sabor, ir veinte veces a comprar los ojitos de a uno, o las bombitas de agua o los helados de palito! Cómo se te ocurría, que podíamos hacer toda la compra de una sola vez? Paciencia infinita con nosotras!
Fuiste testigo de tantas cosas!!! De nuestros juegos infantiles, de nuestras peleas de chiquilines, de nuestros primeros amores, de la llegada de nuestros hijos...
Un día te fuiste del barrio, dejaste tu kiosco. Ese que te
dio tantas alegrías y tantos dolores de cabeza. No sé por qué, creo que tu vida
no volvió a ser la misma.
Un día te reencontré, más mayor vos y más mayor yo, el
abrazo que nos dimos fue de esos en los que hay un traspaso de sentimientos y
de decir sin decir.
Un día supe que te enteraste de mi enfermedad, y como era de
esperar, preguntaste, rezaste y te alegraste al volver a verme recuperada.
Un día te volví a ver en la casa de la esquina, contenta, jugando a las cartas, rodeada de las congueras.
Un día el de arriba te llamó, y yo no podía quedarme sin
escribirte algo.
Hasta siempre Juani!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario