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lunes, 4 de noviembre de 2013

Dar gracias

Una de las mejores cosas que me han enseñado mis padres es ser agradecida.

Siempre me explicaron la importancia de serlo y creo que a mi manera y de acuerdo a la edad que tuve en cada momento, lo fui, pero últimamente he entendido la magnitud que tiene dar gracias.

Dar gracias, no solo a las personas por sus actitudes sino también a Dios, a la vida, por las cosas que nos va presentando en el camino, es como impulsar el boomerang, pero impulsarlo con una carga de energía altamente positiva y que siempre (más tarde o más temprano) vuelve a nosotros.

Dar gracias, es el primer paso siempre, por eso hoy quiero aprovechar y escribir algunos agradecimientos, porque más allá de que lo hago a diario, cuando me despierto o cuando me voy a dormir o en algún momento del día en el que me viene a la mente, escribir las cosas creo que también les da otra fuerza, así que aquí voy:

Gracias por la vida, por cada nuevo día, por cada nueva oportunidad.

Gracias por mis hijas, por mis padres, por mi familia, que siempre están como un bastión dándome fuerza y recordándome siempre que es lo más importante.

Gracias por mis amigos, los que están y me siguen bancando, los que estuvieron en su momento y hoy ya no están, pero me acompañaron y me enseñaron lo que tenía que aprender.

Gracias por los obstáculos, que me han ayudado a crecer, a entender a veces que estoy haciendo aquí y otras a seguir adelante a pesar de no haber comprendido.

Gracias por las pruebas, que me han costado tal vez muchas lágrimas, pero me han enseñado que uno puede ser mucho más fuerte de lo que se imaginaba y que siempre hay una luz en el túnel oscuro.

Gracias por los momentos de paz y regocijo, por haberme enseñado a disfrutar tanto de 5 minutos de silencio, como del sol en mi cara, de una fiesta, de un viaje, de ver crecer a mis niñas...

Gracias por enseñarme que ESTO TAMBIEN PASARA, sea bueno o sea malo y de esa forma poder redimensionar las tragedias y los triunfos.

Gracias por mostrarme que a uno le pueden "Empujar la vaquita" (como en el cuento) y en vez de verlo como un drama, podemos verlo como una nueva posibilidad.

Gracias por darme fuerza, fuerza, fuerza para volar más alto.

Gracias por perdonar mis errores y por seguir apostando por mí.

Gracias por haberme enseñado que de nada sirve mantener enojos, y que cuando uno no puede cambiar una situación, lo mejor es alejarse y volver a nuestro punto de equilibrio y no perder de vista el camino que venimos recorriendo.

Gracias por las maravillosas personas a las que me has acercado y a las que tal vez si no se hubiese presentado esta prueba, no hubiese conocido jamás.

Gracias por no soltarme la mano y por hacerme sentir que SIEMPRE estás ahí.

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