No puedo "despedirme", porque tengo la certeza de que un día nos vamos a volver a encontrar!!!
En realidad, tengo la certeza, de que nos vamos a volver a encontrar todos estos días, porque vas a seguir tan presente en mi vida como hasta ahora, como el resto de las personas que se me han ido adelantando, en este viaje que estamos haciendo todos, pero del que algunos se separan un poquito antes que otros..
Tan presente vas a estar amigo! Si tu fuerza fue y es mi fuerza, tu garra me contagió el alma, tu lucha me enseñó a hacerle frente a los peores diagnósticos médicos, tu empuje, tus ganas, tu voluntad, me mostró una y mil veces, que uno es lo que quiere ser y no lo que otros le dicen "que es".
Que uno se va haciendo su propia realidad, cuando entiende que no hay por qué aceptar, la realidad que otros "te pintan".
Que es posible, que se puede, que se le gana vida a esta enfermedad con la que nos tocó vivir, porque un día allá por el 2013 te dijeron no va más, y vos seguiste yendo pa'lante y pa'lante...
Que hoy, no estás perdiendo ninguna batalla y mucho menos una guerra, hoy entraste una vez más por la puerta grande, estoy segura de que algo mucho mejor de lo que tenemos acá, te está recibiendo de brazos abiertos, porque lo tenés más que merecido.
Yo, le agradezco a la vida, y al cáncer, si, al cáncer, que me cruzó en la vida con personas como vos, de las que he aprendido tanto, con las que he compartido tanto, con las que hemos podido reír, llorar, sostenernos, contenernos y tantas cosas más...
El cáncer que nos vino a reventar la vida de una y mil formas, también siento que me ha traído mil y una bendición, como conocerte amigo.
Estoy triste claro, 33 años y la vida por delante... pero así es la vida, no hay una regla "justa", lo sabemos y lo vivimos así todos los días.
Estoy tranquila, porque te liberaste, y cuando uno quiere a alguien, necesita soltarlo para que pueda seguir adelante, sin pensar más que en el bienestar del otro.
Estoy en paz amigo, porque sé que estuve a tu lado cada vez que me necesitaste y pude hacerlo, inclusive cuando salía de la quimio y me iba hasta el quinto piso a hacerte un ratito de compañía... o como el otro día que llegué con mi patita rengueando por el pasillo y me sostuve en pie como pude, solo para darte un abrazo y contarte un par de chistes de humor negro!!!
Recordá que el día que te toque recibirme, allá del otro lado, prometiste esperarme con una buena picada y una botella de vino, porque ya no vamos a necesitar este licorcito q nos tomábamos ahora..
Estoy tranquila amigo, ya no hay dolor, ahora solo hay paz.
De San Agustín:
"La muerte no es nada, solo he pasado a la habitación de al lado.
No estoy lejos, solo estoy al otro lado del camino. Veis? Ya todo está bien."
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sábado, 30 de mayo de 2015
viernes, 22 de mayo de 2015
Cumplo dos!
Hace algún tiempo vengo evaluando la posibilidad de escribir o no este post, finalmente me incliné por escribirlo, por seguir sacando, por seguir limpiando.
La semana próxima, más concretamente el día 29, se cumplen dos años de que me diagnosticaron con cáncer. Esa fecha "fatídica" en la que todo cambió para siempre, esa fecha visagra en mi vida, como ninguna otra, esa fecha que también me cuesta recordar con claridad, porque no soy de "recordar fechas", les resto importancia, no me quedan, no las retengo, y sin embargo, ahí está, marcada a fuego en el almanaque de mis cuarenta y dos añitos de vida.
Pero, hay un por qué, para escribir esto que quiero decir, y es poner en palabras, ordenar, mirar con un poco más de distancia algunas cosas, ver más de cerca algunas otras, ver como a uno (gracias a Dios) le va cambiando la perspectiva frente a un montón de cosas que han ido surgiendo, mirar hacia atrás y ver todo lo que he sido capaz de andar, de transitar, de batallar, de acompasar...
Mirarme hoy, y ver esta nueva persona que soy gracias al cáncer, ver mi nueva realidad, ver la vida que elegí y elijo todos los días, verme como una persona finita, mortal, que tiene la vida agarrada de alfileres, pero no por el cáncer, sino porque así la tenemos todos a pesar de que tal vez muchos no han sido diagnosticados y creen tener la vida segura, no lo saben o tal vez eligen no saberlo, pero la vida cambia en un segundo, y de golpe todo lo que era seguro, puede dejar de serlo.
Sentirme orgullosa de ver donde llegué, saberme bendecida enormemente a diario, querida, acompañada, respetada. Sentir que el futuro ya no me preocupa como antes, y que la vida la vivo de a 24 horas nada más.
Tal vez, y seguramente esta sea la parte más ambiciosa de escribir este post: llegarle a ustedes. A quienes están enfermos y a quienes no. A quienes están en crisis y a quienes no. A quienes a diario buscan algún motivo "para vivir" y a quienes los encuentran todos los días. Sin querer dar cátedra de absolutamente nada, poder compartir una vez más mi experiencia con ustedes, y que tal vez, les prenda esa lucecita que te dice: vamos, seguí adelante, vas bien, tu corazón te dice que ese es el camino, seguilo!!! y si el camino te pone a prueba una y otra vez, y estás convencido, seguí por ahí, porque es por ahí!!!
Hace dos años, de la noche a la mañana, si, porque fue de la noche a la mañana, me fue arrebatada mi vida tal y como la conocía hasta ese entonces: tuve que entregar todos los controles remotos que poseía, para tener en ese momento lo que creía era el control de todo, cuando en realidad no tenía el absoluto control de nada.
Hace dos años perdí un montón de cosas, entre ellas mi salud, física y mental, porque obviamente esta segunda se trastocó aunque hizo mil y un malabares para no hacerlo. También perdí vitalidad, perdí energía, perdí autosuficiencia, perdí independencia, perdí libertad.
Renuncié a otro montón de cosas, a cosas que sabía que me hacían mal y que no tenían que permanecer en mi vida si lo que buscaba era sanarme (que es mucho más que curarse) y seguir adelante.
Renuncié a un trabajo que creía que era lo que me daba TODO en ese momento, y me di cuenta que podía seguir viviendo sin él, y es más, vivía aún mejor sin él. Tomé la decisión y "empujé la vaquita", aquella del cuento que me había acompañado durante años (como un capricho que el destino me pusiera de antemano cuando solo "jugueteaba" con esa idea como algo casi imposible). Agradecí todo lo que en su momento me aportó: las enseñanzas, las vivencias, el hecho de haberme permitido ser independiente y haber criado a mis hijas con independencia económica, las maravillosas personas que allí conocí, los momentos lindos, los duros, los tristes, los otros... agradecí, cerré el círculo.
Renuncié a un amor, a uno de esos que te traspasan las venas, el alma, el físico, la cabeza, el corazón y todas las partes de tu ser que puedas imaginarte, pero que en un punto, sabés que ya no es para esta vida, será en otra, habrá sido en otra, o no será en ninguna. Agradecí todo lo aprendido, lo vivido, lo soñado, lo que no salió bien y lo que salió perfecto... agradecí, me perdoné, me salvé, cerré el círculo.
Renuncié a cosas, personas, situaciones, que ya no eran beneficiosas en mi vida, pero siempre, analizando cada situación, y viendo que en todo, siempre hubo algo bueno, una enseñanza.
También gané, y cuando digo que gané, creo que fue mucho más lo que gané, que lo que perdí y a lo que tuve que renunciar, pero para eso me la tuve que jugar: salir de mi zona de confort, y me la jugué.
GANE VIDA!!!
Gané calidad de vida. El hecho de sentir al cáncer respirándome en la nuca día a día, hizo que todo se volviera más ya, más tangible, más ahora, más de hacer, de decir, de vivir. Nada podía dejarse "para después".
Las charlas con mis hijas, con mi familia, con mis amigos, eran más francas, más abiertas, más directas, los sentimientos siempre estaban arriba de la mesa, nada se escondía. Los abrazos, los besos, las caricias, todo estaba enormemente mucho más sentido y demostrado. Todo pasó a celebrarse: el más mínimo acontecimiento que sucedía, se celebraba: una quimio con buena respuesta, una sesión menos de radio, la cirugía ya tenía fecha, un cumple, un aniversario, TODO pasó a ser motivo de festejo.
Todo pasó a tener más sabor, más color, más aroma, más intensidad. Sé que lo viví y lo vivo de esa manera, sé que algunas de mis personas más cercanas también lo viven así, sé que muchos otros de los que cambiaron ante el impacto inicial de la noticia, luego volvieron a verse arrastrados por la corriente de la rutina y siguieron con sus vidas como siempre, pero YO NO.
Pude seguir soñando, a pesar de los diagnósticos, de los tratamientos planteados, de una cirugía tras otra, de un escalón tras otro, a pesar de que se me iba una cosa y venían cinco, pude seguir soñando y luego concretar mis sueños.
Así comencé, un día soñando hacer cosas pequeñitas, que en ese momento eran casi un hito por mi situación clínica: como darme un baño de mar después de meses de haber tenido una nefrostomía, o brindar con una copita de alcohol en la Navidad del 2013, después de venir de 8 meses de quimioterapia... Un día soñé un poco más, y estaba sentada meditando en Machu Picchu con mi viejo sentado a mi lado, como lo había soñado desde que era muy niña...
Aprendí a dejar de lado las discusiones inútiles, a dejar de PRE ocuparme, a dejar de hacerme problema por cosas sin sentido, a darle a las cosas el verdadero valor que tienen, el de "cosas" y a las personas y a las experiencias el verdadero valor que tienen, uno que es intangible, incontable, que es lo realmente importante y que nada tiene que ver con algo material.
Aprendí a decir bien, y también a callar cuando decir no aportaba nada. Aprendí a escuchar. Aprendí a leer entre líneas. Aprendí a empatizar cada día un poquito más.
La sombra del cáncer igual me seguía, aprendí a convivir con ella.
Como digo yo, después del diagnóstico, te paran un loro en el hombro, cual Pirata del Caribe, que te recuerda varias veces al día, que tuviste cáncer. Es muy fácil decir desde afuera, ya está no le des más corte, te curaste, no pienses, pero es inevitable. Quien alguna vez tuvo cáncer, sabe que un simple dolor de cabeza, se convierte en una amenaza mortal, y que en el mismísimo momento en que sentís "algo raro", todas las alertas comienzan a activarse nuevamente.
Meses de controles estables, de resonancias, centellogramas, análisis, que van saliendo bien. Cada examen una cuerda floja que volvés a cruzar, cada resultado, un nudo en la garganta, al que creo no te acostumbrás nunca. Pero tenés que aprender a vivir con eso, y seguís, te seguís fortaleciendo, no te queda otra.
Otra cosa que gané con el cáncer fue fuerza. Siempre fui consciente de mi fuerza de voluntad, de mi determinación, de tener claro hacia donde quería ir, de poder entender lo que se necesita para llegar adonde queremos llegar, el cáncer me lo reforzó. No lo viví como una batalla, ni como una guerra, ni como una lucha, lo viví como un desafío. Un desafío que no hubiera elegido vivir, pero me tocó, y sé que fue un mano a mano entre los dos, para buscar una vida mejor que la que vivía hasta ese momento, lo entendí, le agradecí.
Un día, hace no mucho tiempo, volvió. Si, como les dije a las pocas amigas a las que se los conté: volvió una noche, no lo esperaban... Volvió, me cambió al loro por el cuervo, me lo posó en el hombro, hizo que me mirara otra vez con expresión de muerte, con color de muerte, pero le volví a hacer frente. Hay más para entender? pues bien, sigamos entendiendo.
Lloré, me entristecí, me sentí vapuleada y golpeada otra vez! Cómo no hacerlo? Yo estaba haciendo todos los deberes bien, y qué es lo que no hago bien para estar otra vez parada acá? Creo haber encontrado la respuesta, en muy poco tiempo, en solo algunas semanas: tengo miedo.
Ahora, el miedo está bajo control. Los pasos que hay que dar para volver a estar "saludable" están dados, y todo ya comenzó a rodar para que así sea. Siento que me entregué, pero que me entregué bien, no que bajé los brazos. Siento que soy una con la vida, que si el de arriba me manda a pasar por estas pruebas por alguna razón que tal vez ahora no entiendo, será. Fluyo con la situación y la acompaño, por más que a veces me entristezca o se me haga un poco más cuesta arriba, fluyo con ella, me amoldo, acepto los cambios, busco la salida, sigo la luz, esa misma luz que la vez anterior me ayudó a salir, esa que es interna, que no depende de más nadie que de mí, y que es la que me va a volver a llevar a la superficie ahora.
Ahora, que las cartas están sobre la mesa, el juego está presentado y solo me apresto a desempeñar el rol que me toca de la mejor manera posible, siendo como siempre, una paciente obediente, haciendo caso a todo los que me dicen los docs, siguiendo las sugerencias de quienes me quieren bien, permitiendo que me mimen todo el tiempo porque eso es justamente lo que necesito ahora, recibiendo más y más cariño, dejando que me cuiden, recibiendo a manos llenas, empieza a despejar otra vez y el sol vuelve a brillar con toda su intensidad.
Como por arte de magia, o mejor dicho, como por arte de cadena de favores, empiezan a representarse con muchísima más fuerza y de una manera totalmente impensada y sin planear, ángeles por todas partes, que vienen en mi ayuda, que me rescatan, que me proveen de todo aquello que estoy necesitando, sin siquiera haber hecho el pedido "en voz alta", es como si el Universo supiera lo que tiene que traerme y me lo concede, todo el tiempo, en todos lados: acompañantes maravillosas, personas totalmente desinteresadas preocupándose y ocupándose de mi todo el tiempo, profesionales que sin conocerme se arremangan y hacen TODO por darme la mejor calidad de vida a la que puedo acceder en este momento para estar tranquila, para no perder el foco, para seguir sumando cosas a la recuperación. Como por arte de magia, o del destino, algunas situaciones cambian, se desarman casas, o mejor dicho no se desarman, se rearman, se agrandan los hogares, se hace más fuerte y presente que nunca la contención.
Reafirmo que una de las misiones que me trajo esta enfermedad, fue comunicarme. Poder contar lo que me ha sucedido, lo que me sucede, dar una mano, poner el oído. Ser escucha, interactuar con otros, que están enfermos o no, que son pacientes o son familiares, o son amigos, o son sólo personas desesperadas haciendo frente a algún problema en sus vidas y mi única misión, es tal vez mostrarles, que con toda seguridad, ellos también han peleado una y mil batallas y las han ganado, así que por qué razón no saldrían a dar una batalla más? Y cuando puedo encender esa luz, la misión está cumplida, y me siento feliz y llena de paz!
Muchos me han preguntado por qué no me alejo del "tema cáncer", ya está, ya terminó para vos, me decían cuando los primeros estudios salieron "limpios", y casi automáticamente mi respuesta era: imposible!
Yo tengo que convertir todo esto en algo bueno, esto tiene que servir, tiene que servirme a mi para crecer, porque además nunca se sabe si no voy a tener que volver a enfrentarlo, y tiene que servir para ser luz para otros. En parte siento que sería "egoísta" tener una llave para abrir ciertas puertas, y guardarla bajo siete candados, para ser usada únicamente por mi en caso de necesitarla, yo no soy así.
Son tantas las cosas buenas que pasan, unas vienen enrabadas con otras, solo hay que tener la capacidad de verlas y de agradecerlas, y uno más valora y más agradece y más es capaz de ver la vida así como es, llena de maravillas, de sorpresas, de cambios que pueden ser chocantes, pero que también pueden ser oportunidades enormes de comenzar a vivir otra vida.
Mientras escribo, pasan como en una escena de película tantas imágenes!!! Enfermeras, Doctores, Nurses, de los que seguramente habrán habido decenas, sanatorios, ambulancias, quirófanos, jeringas, aparatos de todo tipo para hacer todo tipo de estudios, historias compartidas en una sala de espera o en una habitación de internación. Tantas privaciones por tal o cual motivo, tantos permisos para celebrar tal o cual cosa, tantas miradas cómplices, tantas sonrisas que animaban, tantas personas que hicieron la diferencia en el proceso...
Ahora, mi vida vuelve a rebalsar de bendiciones, de esas que espero hace tiempo, sin desesperar, porque sabía que cuando fuera el momento preciso llegarían. Ahora me doy cuenta, que tal vez el camino fue largo, y tal vez hasta lo sea un poco más, pero ese era el camino correcto. Ahora me doy cuenta, que las elecciones estuvieron acertadas, que renuncié a lo que sentía que no me hacía bien, que seguramente perdí lo que ya no necesitaba para vivir, que gané mucho más de lo que alguna vez pude imaginarme, que me reinventé, que soy otra, y que soy mucho mejor después de aquel fatídico diagnóstico de hace dos años que me definía como "tenés cáncer".
La semana que viene, cumplo dos!!! si dos, dos de haber nacido de nuevo, de que me hayan dado la posibilidad de ser esta Vivi, la que soy hoy, que sin lugar a dudas, es una versión mucho más plena y brillante de la que era antes de haber sido diagnosticada con cáncer.
miércoles, 20 de mayo de 2015
Hacer y soltar
Cómo y por donde empezar?
Bueno, tal vez por el principio, aunque algunas veces no nos damos cuenta en el mismo momento, que ese, es el principio.
Muchas veces pienso, en la fuerza que tiene la palabra, que tienen los pensamientos. Son conceptos que me vienen a la mente una y otra vez, y que si tomo unos minutos para apreciarlos con un poquito de distancia, confirmo también, una y otra vez la fuerza arrasadora que tienen, tanto para bien como para mal.
Pero hoy, quiero concentrarme en otra parte: los hechos.
No sé si estoy del todo de acuerdo con aquella vieja frase que dice, lo que vale es la intención, es más, creo que lo que vale, no es la intención sino son los hechos, las cosas que se hacen, pero sobre todo, las que se hacen y se sueltan.
Ahí creo que radica el secreto de que luego esto comience a andar.
Cuando uno hace, porque le nace hacer, porque siente la gratificación de haber dado algo de si mismo, que puede ayudar a otro, sin mirar en ningún momento, y esto dicho poniendo totalmente la mano en el corazón, si un día ese hecho puede significarnos algún beneficio como reporte.
Son tantos los ejemplos, los casos, donde uno luego, ve a distancia, cómo y cuando fue que ese "motor" comenzó a andar, a funcionar, a generar "efectos rebote", a crear "efectos en cadena", como se comenzó a formar esa "cadena de favores", algunas veces dicha pero muchas otras totalmente en silencio, y mágicamente todo pasa y todo se acomoda.
Y un día, así sin darte cuenta, o tal vez dándote cuenta, de que por más que seas un granito de arena en un médano, sos también una parte del médano, y como todas las partes del médano, sos importante y valioso y podés aportar al bien común, te animás, te ofrecés, te la jugás a pasarte a la vereda de la empatía, ofreces tu ser completo, físico, espiritual, emocional, para ver si a alguien podés hacerle algo un poquito más llevadero.
Y seguramente en ese momento, no lo pensás, aunque lo sabés, que hoy estás de una vereda, pero mañana, o dentro de un rato, podés estar en la otra, y así sucesivamente, porque eso es la vida, y ahí empezás a ver...
Ves como aquel tímido "yo me puedo ofrecer para lo que pueda ser útil", se convierte en una catarata de cosas buenas que te suceden, entre otras que no lo son tanto. Ves como de golpe, tenés un ejército de ángeles, que corren en tu dirección, que te asisten desde con mensajes, con llamados, con invitaciones a mirar el mar, te dan su tiempo, se involucran con tus sentimientos, se ponen a las órdenes para acompañarte a hacer tal o cual cosa, con venir a conversar un rato, se hacen tiempo porque quieren hacérselo, te pasan mensajes de aliento, están ahí, a la hora que sea, el día que sea...
Ves aparecer profesionales, que además de ser excelentes en lo que hacen, son mejores personas aún, no te conocen, no saben quien sos, pero acomodan sus horarios a tu conveniencia, no tienen pereza en contestar una llamada a la hora que sea, no miran costos de dinero ni de tiempo, se cruzan la ciudad de una punta a la otra, con tal de aliviarte el dolor fisico o el del alma, que a veces es mucho más difícil de poder aliviar, te escuchan, te toman en cuenta, te hacen sentir un ser humano querido y contemplado, para ellos no sos solo un número de un sistema: sos una persona.
Ves aparecer amigas, amigos, personas, a los que tal vez en algún momento, vos también les tiraste un lazo, les tendiste la mano en un momento difícil, y soltaste, no esperaste ningún tipo de retribución, pero es eso, la vida vuelve, porque lo que se suelta, vuelve cuando tiene que volver...
Ves otras situaciones también, que duelen, lastiman, porque uno sabe que no debe generarse expectactivas de ningún tipo, pero son muchos años de pensar de la misma forma, y a veces no es tan sencillo no hacerlo, y esas cosas no suceden, quedan ahí, truncas, se van desgastando, se van muriendo... pero tal vez, ese es su destino, nadie lo sabe y si algo hemos venido aprendiendo, es que con la vida se fluye, que esto no es una "lucha", no es una "pulseada", esto es un fluir con los cambios, con lo que necesitamos nuevo en nuestra vida, para que nuestra vida, valga la redundancia, se renueve en plenitud y sea cada día más placentera y saludable..
Ves situaciones que mágicamente se transforman del día a la noche, donde de un borrón, se dejan de lado egos, actitudes egoístas, y pelotudeces grandes como edificios, para poner la magia en otro lado y hacer que todo siga sucediendo, donde se le vuelve a rendir culto a la amistad, a la solidaridad, donde se ve de golpe todo el camino andado en común, y ese es el camino por el que se elige seguir andando.
Ves que hay gente que entiende y gente que no. Ves que hay gente que no entiende ni aún cuando le expliques, cuando además en realidad, lo último que querés en ciertos momentos, es tener que dar explicaciones; porque es así, hay situaciones de vida, que se viven y punto, sin explicaciones, sin vueltas, sin preguntarse por qué, sino más bien viendo para qué.
Ves que a tu alrededor hay muchas personas en tu sintonía, y muchas otras que no. Muchas, tal vez demasiadas a mi modo de ver de este momento, preocupándose por cosas sin sentido, sin importancia, por cosas que de un soplido pueden desaparecer también como por arte de magia...
Ves gente que no crece, que sigue como los caballos, con los tapa ojos a los costados, y la vida les pasa y los golpea y los tira y los maltrata y ellos siguen cuales mastungos entrenados para caminar un único camino, sin ser capaces de ver y experimentar, que el único dueño de su destino y de su felicidad son ellos mismos, y se te sale el corazón del pecho por explicarles, pero es en vano, porque cada quien tiene que hacer su propio camino...
Ves que los milagros, se suceden una y otra vez, y agradecés, y a su vez, también entendés, que el día en el que vos decidiste hacer y soltar, todo comenzó a suceder. Ves que sos parte de esa cadena milagrosa, que gira sin parar, y a la que todos podemos ir aportando nuestro granito de arena, siempre y cuando hagamos y soltemos, porque el bien, lo que está bien hecho, lo que se hace de corazón se hace y se suelta...
Bueno, tal vez por el principio, aunque algunas veces no nos damos cuenta en el mismo momento, que ese, es el principio.
Muchas veces pienso, en la fuerza que tiene la palabra, que tienen los pensamientos. Son conceptos que me vienen a la mente una y otra vez, y que si tomo unos minutos para apreciarlos con un poquito de distancia, confirmo también, una y otra vez la fuerza arrasadora que tienen, tanto para bien como para mal.
Pero hoy, quiero concentrarme en otra parte: los hechos.
No sé si estoy del todo de acuerdo con aquella vieja frase que dice, lo que vale es la intención, es más, creo que lo que vale, no es la intención sino son los hechos, las cosas que se hacen, pero sobre todo, las que se hacen y se sueltan.
Ahí creo que radica el secreto de que luego esto comience a andar.
Cuando uno hace, porque le nace hacer, porque siente la gratificación de haber dado algo de si mismo, que puede ayudar a otro, sin mirar en ningún momento, y esto dicho poniendo totalmente la mano en el corazón, si un día ese hecho puede significarnos algún beneficio como reporte.
Son tantos los ejemplos, los casos, donde uno luego, ve a distancia, cómo y cuando fue que ese "motor" comenzó a andar, a funcionar, a generar "efectos rebote", a crear "efectos en cadena", como se comenzó a formar esa "cadena de favores", algunas veces dicha pero muchas otras totalmente en silencio, y mágicamente todo pasa y todo se acomoda.
Y un día, así sin darte cuenta, o tal vez dándote cuenta, de que por más que seas un granito de arena en un médano, sos también una parte del médano, y como todas las partes del médano, sos importante y valioso y podés aportar al bien común, te animás, te ofrecés, te la jugás a pasarte a la vereda de la empatía, ofreces tu ser completo, físico, espiritual, emocional, para ver si a alguien podés hacerle algo un poquito más llevadero.
Y seguramente en ese momento, no lo pensás, aunque lo sabés, que hoy estás de una vereda, pero mañana, o dentro de un rato, podés estar en la otra, y así sucesivamente, porque eso es la vida, y ahí empezás a ver...
Ves como aquel tímido "yo me puedo ofrecer para lo que pueda ser útil", se convierte en una catarata de cosas buenas que te suceden, entre otras que no lo son tanto. Ves como de golpe, tenés un ejército de ángeles, que corren en tu dirección, que te asisten desde con mensajes, con llamados, con invitaciones a mirar el mar, te dan su tiempo, se involucran con tus sentimientos, se ponen a las órdenes para acompañarte a hacer tal o cual cosa, con venir a conversar un rato, se hacen tiempo porque quieren hacérselo, te pasan mensajes de aliento, están ahí, a la hora que sea, el día que sea...
Ves aparecer profesionales, que además de ser excelentes en lo que hacen, son mejores personas aún, no te conocen, no saben quien sos, pero acomodan sus horarios a tu conveniencia, no tienen pereza en contestar una llamada a la hora que sea, no miran costos de dinero ni de tiempo, se cruzan la ciudad de una punta a la otra, con tal de aliviarte el dolor fisico o el del alma, que a veces es mucho más difícil de poder aliviar, te escuchan, te toman en cuenta, te hacen sentir un ser humano querido y contemplado, para ellos no sos solo un número de un sistema: sos una persona.
Ves aparecer amigas, amigos, personas, a los que tal vez en algún momento, vos también les tiraste un lazo, les tendiste la mano en un momento difícil, y soltaste, no esperaste ningún tipo de retribución, pero es eso, la vida vuelve, porque lo que se suelta, vuelve cuando tiene que volver...
Ves otras situaciones también, que duelen, lastiman, porque uno sabe que no debe generarse expectactivas de ningún tipo, pero son muchos años de pensar de la misma forma, y a veces no es tan sencillo no hacerlo, y esas cosas no suceden, quedan ahí, truncas, se van desgastando, se van muriendo... pero tal vez, ese es su destino, nadie lo sabe y si algo hemos venido aprendiendo, es que con la vida se fluye, que esto no es una "lucha", no es una "pulseada", esto es un fluir con los cambios, con lo que necesitamos nuevo en nuestra vida, para que nuestra vida, valga la redundancia, se renueve en plenitud y sea cada día más placentera y saludable..
Ves situaciones que mágicamente se transforman del día a la noche, donde de un borrón, se dejan de lado egos, actitudes egoístas, y pelotudeces grandes como edificios, para poner la magia en otro lado y hacer que todo siga sucediendo, donde se le vuelve a rendir culto a la amistad, a la solidaridad, donde se ve de golpe todo el camino andado en común, y ese es el camino por el que se elige seguir andando.
Ves que hay gente que entiende y gente que no. Ves que hay gente que no entiende ni aún cuando le expliques, cuando además en realidad, lo último que querés en ciertos momentos, es tener que dar explicaciones; porque es así, hay situaciones de vida, que se viven y punto, sin explicaciones, sin vueltas, sin preguntarse por qué, sino más bien viendo para qué.
Ves que a tu alrededor hay muchas personas en tu sintonía, y muchas otras que no. Muchas, tal vez demasiadas a mi modo de ver de este momento, preocupándose por cosas sin sentido, sin importancia, por cosas que de un soplido pueden desaparecer también como por arte de magia...
Ves gente que no crece, que sigue como los caballos, con los tapa ojos a los costados, y la vida les pasa y los golpea y los tira y los maltrata y ellos siguen cuales mastungos entrenados para caminar un único camino, sin ser capaces de ver y experimentar, que el único dueño de su destino y de su felicidad son ellos mismos, y se te sale el corazón del pecho por explicarles, pero es en vano, porque cada quien tiene que hacer su propio camino...
Ves que los milagros, se suceden una y otra vez, y agradecés, y a su vez, también entendés, que el día en el que vos decidiste hacer y soltar, todo comenzó a suceder. Ves que sos parte de esa cadena milagrosa, que gira sin parar, y a la que todos podemos ir aportando nuestro granito de arena, siempre y cuando hagamos y soltemos, porque el bien, lo que está bien hecho, lo que se hace de corazón se hace y se suelta...
jueves, 7 de mayo de 2015
Pum!
Aguantar.
Aguantar.
Aguantar.
Ya va a pasar.
Ya va a pasar.
Ya va a pasar.
Respirá hondo.
Respirá hondo.
Respirá hondo.
No, por el momento no podemos hacer más nada que esto...
Explotando en tres, dos, uno...
... PUM!!!
Eso es lo que sentí ayer.
Eso es lo que puedo haber sentido tantas veces, eso es lo que puedo haber evitado tantas otras.
Soy de las personas que tratan de ver que la botella está totalmente llena: o de líquido o de aire, soy una persona positiva, trato de hacer lo mejor, de dar lo mejor, de hacer sin esperar, no siempre me sale, algunas veces me sale mejor que otras.
No soy la reina del positivismo, he comprendido hace tiempo que es mucho mejor ver la vida desde un lugar que suma, que desde uno que resta, que todo lo ve mal.
Trato de agradecer, de valorar lo que no tengo, de no quejarme por lo que me falta, aunque socialmente estamos adiestrados como entes para hacerlo.
Tengo un carácter fuerte, muchas veces naturalmente me impongo (en una buena). Soy de las que necesita resolver los problemas y las situaciones, en vez de patearlas o esperar que desaparezcan por arte de magia.
Soy escorpiana, característica que al parecer me suma un plus más, nunca terminaré de entender por qué a los ojos de los demás ese plus pareciera no ser tan bueno.
Soy franca y directa, aunque con los años he ido aprendiendo diferentes técnicas, y he entendido que no a todos les podés llegar por el mismo camino.
Creo no ser impaciente ni tener ansiedad, he aprendido a manejar y a aceptar los tiempos, los de los demás, pero también a respetar los míos.
Soy de hacer, hacer, hacer y hacer. Supe tener varios controles remotos en la mano y a pesar de no estar físicamente en el lugar, controlar todo con el mando a distancia.
Aprendí que no es bueno estar en todo, ni hacer de todo, ni saber todo, ni nada que incluya la palabra "todo".
Aprendí a soltar, delegué, pedí.
Muchas de las personas que se sentían "tocadas" por la "nueva yo" que pedía, delegaba y soltaba, comenzaron a sentirse mal. Su comodidad se veía amenazada, cómo que ya no podía hacer tal o cual cosa? Pero no lo manifestaban de manera directa, no lo decían con todas las letras, como trato de hacerlo yo.
Hubo algunos intentos por hacer, muchos fueron eso, intentos.
Después comenzaron a llegar las quejas, o el desgano al hacer las cosas, o las ganas de que dijera, ya no lo hagas más, vuelvo a tomar el mando yo.
Ese momento no llegaba, y no llegaba. Mi rol de Mujer Maravilla, al parecer había terminado y era extrañado por varios...
Esperé, confié, di oportunidades, de que las cosas fueran de otra forma.
Porque cuando vos te ofrecés a ayudar, que se supone que hacés?
Porque cuando vos precisás ayuda y la pedís a quién se ofreció para ayudar, qué se supone que pase?
Pues nada, básicamente, el que se ofrece para ayudar, no ayuda en lo que le pedís, el que tiene que hacer cosas básicas que son su responsabilidad tampoco las hace, el que tiene que hacer algo que te involucra a vos directamente, se toma el tiempo del mundo, como si vos pudieras poner la pausa para esperar a que todo se resuelva...
Y así, básicamente, cada uno hace lo que se le canta y vos, osea yo, aguanto, espero que pase, respiro hondo...
Hasta que llega un día, en el que te olvidás de la educación, te olvidás de las oportunidades, te olvidás de que no te gusta levantar el tono, te olvidás de que estás tratando de aprender a fluir con la vida, te olvidás de pensar si el otro puede, quiere, te olvidás de que explotar no va a solucionar nada, y PUM!!! explotás!!!
Sacás todo para afuera, decís, mostrás, llorás, gesticulás, sos vos!!! Sos la versión más auténtica de vos, la que no tiene filtros, la que no pone en la balanza si esto será o no conveniente, la que necesita expresarse a gritos, porque no aguanta más seguir aguantando.
Eso sí, sabés que hay un límite que no se cruza. Porque por más explosión que haya, hay cosas que no deben ser dichas, porque después no hay vuelta atrás. No te exponés, te cuidás.
Tal vez explotar no solucione las cosas, pero una buena sacudida, acomoda los zapallos en el carro, los de tu carro y los de los carros ajenos, esos de los cuales no tenés por qué hacerte responsable vos.
Explotar te llena de sentimientos y te vacía de bronca, de angustia...
Explotar te deshidrata, porque llorás de tristeza, de impotencia, de calentura...
Explotar, no está dentro de mis actividades favoritas, pero la pucha que alivia para seguir andando!!!
Explotar: tómese con moderación. Controle usted mismo, cual es su dosificación adecuada. Puede volverse adictivo, en ese caso abandonar la toma, hasta consultar con un profesional idóneo, ya que en caso contrario puede ser perjudicial para su salud y la de quienes lo rodean.
Aguantar.
Aguantar.
Ya va a pasar.
Ya va a pasar.
Ya va a pasar.
Respirá hondo.
Respirá hondo.
Respirá hondo.
No, por el momento no podemos hacer más nada que esto...
Explotando en tres, dos, uno...
... PUM!!!
Eso es lo que sentí ayer.
Eso es lo que puedo haber sentido tantas veces, eso es lo que puedo haber evitado tantas otras.
Soy de las personas que tratan de ver que la botella está totalmente llena: o de líquido o de aire, soy una persona positiva, trato de hacer lo mejor, de dar lo mejor, de hacer sin esperar, no siempre me sale, algunas veces me sale mejor que otras.
No soy la reina del positivismo, he comprendido hace tiempo que es mucho mejor ver la vida desde un lugar que suma, que desde uno que resta, que todo lo ve mal.
Trato de agradecer, de valorar lo que no tengo, de no quejarme por lo que me falta, aunque socialmente estamos adiestrados como entes para hacerlo.
Tengo un carácter fuerte, muchas veces naturalmente me impongo (en una buena). Soy de las que necesita resolver los problemas y las situaciones, en vez de patearlas o esperar que desaparezcan por arte de magia.
Soy escorpiana, característica que al parecer me suma un plus más, nunca terminaré de entender por qué a los ojos de los demás ese plus pareciera no ser tan bueno.
Soy franca y directa, aunque con los años he ido aprendiendo diferentes técnicas, y he entendido que no a todos les podés llegar por el mismo camino.
Creo no ser impaciente ni tener ansiedad, he aprendido a manejar y a aceptar los tiempos, los de los demás, pero también a respetar los míos.
Soy de hacer, hacer, hacer y hacer. Supe tener varios controles remotos en la mano y a pesar de no estar físicamente en el lugar, controlar todo con el mando a distancia.
Aprendí que no es bueno estar en todo, ni hacer de todo, ni saber todo, ni nada que incluya la palabra "todo".
Aprendí a soltar, delegué, pedí.
Muchas de las personas que se sentían "tocadas" por la "nueva yo" que pedía, delegaba y soltaba, comenzaron a sentirse mal. Su comodidad se veía amenazada, cómo que ya no podía hacer tal o cual cosa? Pero no lo manifestaban de manera directa, no lo decían con todas las letras, como trato de hacerlo yo.
Hubo algunos intentos por hacer, muchos fueron eso, intentos.
Después comenzaron a llegar las quejas, o el desgano al hacer las cosas, o las ganas de que dijera, ya no lo hagas más, vuelvo a tomar el mando yo.
Ese momento no llegaba, y no llegaba. Mi rol de Mujer Maravilla, al parecer había terminado y era extrañado por varios...
Esperé, confié, di oportunidades, de que las cosas fueran de otra forma.
Porque cuando vos te ofrecés a ayudar, que se supone que hacés?
Porque cuando vos precisás ayuda y la pedís a quién se ofreció para ayudar, qué se supone que pase?
Pues nada, básicamente, el que se ofrece para ayudar, no ayuda en lo que le pedís, el que tiene que hacer cosas básicas que son su responsabilidad tampoco las hace, el que tiene que hacer algo que te involucra a vos directamente, se toma el tiempo del mundo, como si vos pudieras poner la pausa para esperar a que todo se resuelva...
Y así, básicamente, cada uno hace lo que se le canta y vos, osea yo, aguanto, espero que pase, respiro hondo...
Hasta que llega un día, en el que te olvidás de la educación, te olvidás de las oportunidades, te olvidás de que no te gusta levantar el tono, te olvidás de que estás tratando de aprender a fluir con la vida, te olvidás de pensar si el otro puede, quiere, te olvidás de que explotar no va a solucionar nada, y PUM!!! explotás!!!
Sacás todo para afuera, decís, mostrás, llorás, gesticulás, sos vos!!! Sos la versión más auténtica de vos, la que no tiene filtros, la que no pone en la balanza si esto será o no conveniente, la que necesita expresarse a gritos, porque no aguanta más seguir aguantando.
Eso sí, sabés que hay un límite que no se cruza. Porque por más explosión que haya, hay cosas que no deben ser dichas, porque después no hay vuelta atrás. No te exponés, te cuidás.
Tal vez explotar no solucione las cosas, pero una buena sacudida, acomoda los zapallos en el carro, los de tu carro y los de los carros ajenos, esos de los cuales no tenés por qué hacerte responsable vos.
Explotar te llena de sentimientos y te vacía de bronca, de angustia...
Explotar te deshidrata, porque llorás de tristeza, de impotencia, de calentura...
Explotar, no está dentro de mis actividades favoritas, pero la pucha que alivia para seguir andando!!!
Explotar: tómese con moderación. Controle usted mismo, cual es su dosificación adecuada. Puede volverse adictivo, en ese caso abandonar la toma, hasta consultar con un profesional idóneo, ya que en caso contrario puede ser perjudicial para su salud y la de quienes lo rodean.
martes, 5 de mayo de 2015
La Campera de Jean
Un título un poco inusual el de hoy, ya verán más adelante como cierra con lo que quiero escribir.
Ayer, otra amiga, me animaba a seguir escribiendo. Es más, me planteaba la idea de que entre mis amigos, "tiraran" temas sobre los cuales les gustaría leer, o mejor dicho sobre los cuales les gustaría que yo escribiera algo.
Si, lo sé, hay algunas personas que me tienen casi tanta Fe como la que me tengo yo. Es el cariño, que hace que todo se vuelva un poco subjetivo ;) .
Así que en ese plan, ayer me preguntaba si no me animaba a escribir algo acerca del apego, o tal vez, mejor dicho del desapego.
La idea quedó rondando en mi cabeza, como cada vez que se me ocurre algo que puedo llevar a cabo, y que se instala y prende una lucecita, hasta que le doy forma y lo dejo nacer, lo dejo ser.
Horas después leo lo de la campera de jean, famoso artículo que fue a parar al título de este post.
Otra amiga, contaba, que volviendo de viaje, había perdido su campera de jean. Pero no era "cualquier" campear de jean, era "LA" campera de jean. Esa que tiene un valor especial, que es casi parte de su propio físico, la que la acompaña en sus presentaciones, la que seguramente es casi un amuleto, la que, a su propio decir, estaba llena de pelotitas, pero no importaba, porque era "LA" campera de jean.
Al seguir leyendo, veo como dentro de los tantos comentarios, alguien le contesta algo así: quedate tranquila, pensá que tal vez alguien que estaba sintiendo frío la está disfrutando.
Yo, que conozco a mi amiga, que sé del poco valor que le da a las cosas materiales, de la grandeza de espíritu que tiene, que sé que ella da todo lo que puede y un poco más también, sabía que el dolor por la pérdida de su campera, era algo totalmente sentimental, iba mucho más allá de la pérdida del mero artículo de vestir. Yo inmediatamente de leer el comentario al que hago referencia, entendí que esa persona había dado en el blanco y así fue, ella entendió y la vi soltar. Quedó feliz de pensar en esa posibilidad, liberó aquella pérdida.
Este ejemplo de "la campera de jean", me vino como anillo al dedo, espero Ceci, no te enojes :)
Hace algunos años, comencé a practicar el desapego de las cosas materiales, y comencé con la no sencilla tarea de enseñárselo a mis hijas, que en ese momento eran niñas. Cada cierto tiempo, nos dábamos a la tarea de separar, lo que ya no necesitábamos. No era que separábamos lo que no nos servía o lo que estaba viejo, o lo que estaba roto, sino que separábamos lo que no necesitábamos. Ahí, la montaña se volvía muy alta.
Comenzábamos a juntar ropa, juguetes, libros, películas, música, que ya no usábamos; no importaba si eran nuevos, o si los habíamos usado una o dos veces, lo que importaba era entender el concepto de que si había algo que yo no usaba y podía servirle a otro, no había razón alguna para guardarlo como si fuese un trofeo, o guardarlo por la única razón de que era mío, o que me lo había regalado fulano o sultano.
Así comenzamos a aprender y a practicar el desapego material. Costó, era duro regalar cosas que nos habían sido regaladas tal vez por alguien querido que ya no está, o que nos traían tal o cual recuerdo.
Fue bueno entender, que los recuerdos están en nuestro corazón, allí donde viven nuestras vivencias, y que si somos capaces de soltar, no necesitamos de un objeto material que nos haga de ancla a ese recuerdo.
Fue emocionante ver, la primera vez que nos deshicimos de un montón de cosas, las caritas de los niños del lugar donde hicimos la donación. Ver sus ojitos brillar porque habían recibido juguetes "nuevos" (aunque tal vez para nosotros fueran viejos), ropa calentita o fresquita para estar en verano, no se pagaba con el valor material de los mismos, fue bueno sentir que ellos sabían que además de estarle dando las cosas que ya no usábamos, les estábamos dando algo más importante: amor.
El día que comenzamos a practicar el hábito del desapego, comenzamos a tener un corazón un poquito más grande, teníamos menos cosas sí, pero teníamos más espacio para llenarnos más de sentimientos.
Vivimos en una sociedad consumista, no podemos escapar totalmente de eso, a no ser que nos fuéramos a vivir solos en el medio de la nada. Pero podemos elegir, viviendo dentro de esta sociedad, de que manera queremos vivir.
Este mundo, que nos vende el cuento de que para ser felices tenemos que estar cada vez más llenos de cosas materiales, ser cada vez más egoístas, y vivir cada vez más solos, también sigue siendo el mundo donde gente se reúne y pone su tiempo a disposición para ayudar a otros, se enfría en noches de invierno para salir a repartir comida y esperanza a quienes no tienen nada materialmente hablando.
Entender que apegarnos tanto a las cosas como a las personas, lo único que hace es generarnos una falsa idea de seguridad, es entender que si practicamos el desapego, vivimos más livianos.
Sufrimos menos o por lo menos, sufrimos de otra forma, cuando las personas nos dejan, porque sabemos que lo importante, que lo esencial, está en otro lado y permanece, aunque materialmente esas personas ya no están allí.
Entender que desapegarnos nos hace vivir más libres, es una forma de vivir más felices, de cargar menos en nuestras mochilas, de vivir más en paz con nosotros mismos.
Hace algunos años, comencé a entender, que tenía que liberarme. Que de nada servía guardar las entradas a los conciertos de rock a los que asistí desde que era una adolescente, las cartas de amor, aquella primera rosa que alguien me regaló, y tantos artículos más que creía que servían para recordarme (del latín recordis, volver a pasar por el corazón) esos bellos momentos vividos. Hace algunos años, y con dolor, comencé a desprenderme, a dejar ir, a soltar, y los recuerdos están tan intactos dentro mío, como cuando guardaba todo dentro de una cajita...
Ahora me siento más libre, y ojalá mi amiga que perdió su campera de jean, también haya comenzado a dejar ir cosas de su mochila, y se sienta más liviana.
Ayer, otra amiga, me animaba a seguir escribiendo. Es más, me planteaba la idea de que entre mis amigos, "tiraran" temas sobre los cuales les gustaría leer, o mejor dicho sobre los cuales les gustaría que yo escribiera algo.
Si, lo sé, hay algunas personas que me tienen casi tanta Fe como la que me tengo yo. Es el cariño, que hace que todo se vuelva un poco subjetivo ;) .
Así que en ese plan, ayer me preguntaba si no me animaba a escribir algo acerca del apego, o tal vez, mejor dicho del desapego.
La idea quedó rondando en mi cabeza, como cada vez que se me ocurre algo que puedo llevar a cabo, y que se instala y prende una lucecita, hasta que le doy forma y lo dejo nacer, lo dejo ser.
Horas después leo lo de la campera de jean, famoso artículo que fue a parar al título de este post.
Otra amiga, contaba, que volviendo de viaje, había perdido su campera de jean. Pero no era "cualquier" campear de jean, era "LA" campera de jean. Esa que tiene un valor especial, que es casi parte de su propio físico, la que la acompaña en sus presentaciones, la que seguramente es casi un amuleto, la que, a su propio decir, estaba llena de pelotitas, pero no importaba, porque era "LA" campera de jean.
Al seguir leyendo, veo como dentro de los tantos comentarios, alguien le contesta algo así: quedate tranquila, pensá que tal vez alguien que estaba sintiendo frío la está disfrutando.
Yo, que conozco a mi amiga, que sé del poco valor que le da a las cosas materiales, de la grandeza de espíritu que tiene, que sé que ella da todo lo que puede y un poco más también, sabía que el dolor por la pérdida de su campera, era algo totalmente sentimental, iba mucho más allá de la pérdida del mero artículo de vestir. Yo inmediatamente de leer el comentario al que hago referencia, entendí que esa persona había dado en el blanco y así fue, ella entendió y la vi soltar. Quedó feliz de pensar en esa posibilidad, liberó aquella pérdida.
Este ejemplo de "la campera de jean", me vino como anillo al dedo, espero Ceci, no te enojes :)
Hace algunos años, comencé a practicar el desapego de las cosas materiales, y comencé con la no sencilla tarea de enseñárselo a mis hijas, que en ese momento eran niñas. Cada cierto tiempo, nos dábamos a la tarea de separar, lo que ya no necesitábamos. No era que separábamos lo que no nos servía o lo que estaba viejo, o lo que estaba roto, sino que separábamos lo que no necesitábamos. Ahí, la montaña se volvía muy alta.
Comenzábamos a juntar ropa, juguetes, libros, películas, música, que ya no usábamos; no importaba si eran nuevos, o si los habíamos usado una o dos veces, lo que importaba era entender el concepto de que si había algo que yo no usaba y podía servirle a otro, no había razón alguna para guardarlo como si fuese un trofeo, o guardarlo por la única razón de que era mío, o que me lo había regalado fulano o sultano.
Así comenzamos a aprender y a practicar el desapego material. Costó, era duro regalar cosas que nos habían sido regaladas tal vez por alguien querido que ya no está, o que nos traían tal o cual recuerdo.
Fue bueno entender, que los recuerdos están en nuestro corazón, allí donde viven nuestras vivencias, y que si somos capaces de soltar, no necesitamos de un objeto material que nos haga de ancla a ese recuerdo.
Fue emocionante ver, la primera vez que nos deshicimos de un montón de cosas, las caritas de los niños del lugar donde hicimos la donación. Ver sus ojitos brillar porque habían recibido juguetes "nuevos" (aunque tal vez para nosotros fueran viejos), ropa calentita o fresquita para estar en verano, no se pagaba con el valor material de los mismos, fue bueno sentir que ellos sabían que además de estarle dando las cosas que ya no usábamos, les estábamos dando algo más importante: amor.
El día que comenzamos a practicar el hábito del desapego, comenzamos a tener un corazón un poquito más grande, teníamos menos cosas sí, pero teníamos más espacio para llenarnos más de sentimientos.
Vivimos en una sociedad consumista, no podemos escapar totalmente de eso, a no ser que nos fuéramos a vivir solos en el medio de la nada. Pero podemos elegir, viviendo dentro de esta sociedad, de que manera queremos vivir.
Este mundo, que nos vende el cuento de que para ser felices tenemos que estar cada vez más llenos de cosas materiales, ser cada vez más egoístas, y vivir cada vez más solos, también sigue siendo el mundo donde gente se reúne y pone su tiempo a disposición para ayudar a otros, se enfría en noches de invierno para salir a repartir comida y esperanza a quienes no tienen nada materialmente hablando.
Entender que apegarnos tanto a las cosas como a las personas, lo único que hace es generarnos una falsa idea de seguridad, es entender que si practicamos el desapego, vivimos más livianos.
Sufrimos menos o por lo menos, sufrimos de otra forma, cuando las personas nos dejan, porque sabemos que lo importante, que lo esencial, está en otro lado y permanece, aunque materialmente esas personas ya no están allí.
Entender que desapegarnos nos hace vivir más libres, es una forma de vivir más felices, de cargar menos en nuestras mochilas, de vivir más en paz con nosotros mismos.
Hace algunos años, comencé a entender, que tenía que liberarme. Que de nada servía guardar las entradas a los conciertos de rock a los que asistí desde que era una adolescente, las cartas de amor, aquella primera rosa que alguien me regaló, y tantos artículos más que creía que servían para recordarme (del latín recordis, volver a pasar por el corazón) esos bellos momentos vividos. Hace algunos años, y con dolor, comencé a desprenderme, a dejar ir, a soltar, y los recuerdos están tan intactos dentro mío, como cuando guardaba todo dentro de una cajita...
Ahora me siento más libre, y ojalá mi amiga que perdió su campera de jean, también haya comenzado a dejar ir cosas de su mochila, y se sienta más liviana.
lunes, 4 de mayo de 2015
Sobre creer...
Alguien me dijo hoy, dale escribí algo, tenés que escribir, está bueno.
Me gusta escribir, me libera, me sirve de terapia, me hace bien. Pero, de que escribir? No sé si quiero escribir sobre más de lo mismo, no quiero escribir sobre cosas que no quiero decir en este momento, ni escribir algo que no tenga contenido, que no me aporte, que no me quite algún kilito o por lo menos gramitos de encima.
Pero como quien busca encuentra, creo que encontré sobre que escribir.
Quiero escribir sobre creer.
Muchos somos los que creemos, y muchos también los que no creen; y tal vez es en estos últimos en quienes quiero hacer incapié.
Podés no creer en Dios, en las religiones como instituciones, en las iglesias, en los Santos, en los Pae, etc., etc., pero seguro, si te fijás bien, aunque tal vez allá lejos, bien en el fondo, seguro crees en algo.
Tal vez crees en vos mismo, que creo yo es la más importante de todas las creencias, porque si uno no se tiene Fe, quién va a tener Fe en uno?
Seguramente, muchas de esas personas que dicen no creer en nada, creen en sí mismos, y ese es un motor que hace que día a día, se levanten y la sigan luchando, aún en las peores circunstancias. Qué bueno sería, que fueran capaces de verlo! Que tuvieran claro y valoraran lo que es creer en uno mismo, y cuan lejos nos puede llevar!
Pero yo no soy de esos que no creen en nada.
Yo creo, y creo en mucho.
Creo en un Dios, que no es el que vemos en los cuadritos que cuelgan de paredes de las Iglesias, que no sé si es omnipotente, ni omnipresente, es más estaría tal vez, tentada a decir que no es ninguna de las dos cosas, porque si lo fuera, muchas cosas de las que pasan, supongo que no pasarían.
Creo en algo o alguien que no me suelta la mano, que me da tranquilidad, aún en los peores momentos.
Creo tal vez en un cúmulo muy grande de energía, o tal vez en algo que esté más a mi nivel y no sea tan grandioso, pero que me muestra día a día, que acá también hay milagros, que pasan cosas buenas totalmente inesperadas, que en lugares donde prácticamente ya no hay esperanza, de golpe la llama se enciende con toda la fuerza.
Creo en algo que tal vez incide en que sucedan cosas que parece que son "casualidades", cuando en realidad son "causalidades", que me muestra señales todo el tiempo, que me hace ver que está conmigo y que yo estoy con él.
Creo en Dios como parte del todo, así como yo soy parte del todo.
Creo en algo que trasciende y que día a día me muestra que de una forma u otra todos terminamos trascendiendo.
Creo en una fuente de energía, que va más allá del espacio y el tiempo tal como nosotros lo entendemos.
Creo en un Dios, que hizo que tenga este espíritu, que se cuestiona, que piensa, que ve, que analiza, que se emociona, que se enoja, que se entristece, que valora, que aprecia, que agradece, y sobre todo, que sigue creyendo.
Creo en las maravillas que veo, en la naturaleza, en los ciclos, en la tierra, en el aire, en el cielo, en el agua que es fuente de vida; pero también creo que en lo que no veo, pero siento.
Creo en la inocencia y en la buena voluntad.
Creo en la actitud, como una de las mayores fuentes de energía de este Universo.
Creo en que cuando muchas personas se juntan con un objetivo común, que les sale desde el corazón y se disponen a trabajar juntas para lograr algo, las montañas más inamovibles, pueden ser movidas.
Creo en algo que me enseñó y me alienta a creer en mí, porque todo es posible, porque nada es determinante, y porque el único sueño incapaz de concretarse, es el que no se sueña.
Yo creo en tantas cosas.
Yo sigo creyendo.
Me gusta escribir, me libera, me sirve de terapia, me hace bien. Pero, de que escribir? No sé si quiero escribir sobre más de lo mismo, no quiero escribir sobre cosas que no quiero decir en este momento, ni escribir algo que no tenga contenido, que no me aporte, que no me quite algún kilito o por lo menos gramitos de encima.
Pero como quien busca encuentra, creo que encontré sobre que escribir.
Quiero escribir sobre creer.
Muchos somos los que creemos, y muchos también los que no creen; y tal vez es en estos últimos en quienes quiero hacer incapié.
Podés no creer en Dios, en las religiones como instituciones, en las iglesias, en los Santos, en los Pae, etc., etc., pero seguro, si te fijás bien, aunque tal vez allá lejos, bien en el fondo, seguro crees en algo.
Tal vez crees en vos mismo, que creo yo es la más importante de todas las creencias, porque si uno no se tiene Fe, quién va a tener Fe en uno?
Seguramente, muchas de esas personas que dicen no creer en nada, creen en sí mismos, y ese es un motor que hace que día a día, se levanten y la sigan luchando, aún en las peores circunstancias. Qué bueno sería, que fueran capaces de verlo! Que tuvieran claro y valoraran lo que es creer en uno mismo, y cuan lejos nos puede llevar!
Pero yo no soy de esos que no creen en nada.
Yo creo, y creo en mucho.
Creo en un Dios, que no es el que vemos en los cuadritos que cuelgan de paredes de las Iglesias, que no sé si es omnipotente, ni omnipresente, es más estaría tal vez, tentada a decir que no es ninguna de las dos cosas, porque si lo fuera, muchas cosas de las que pasan, supongo que no pasarían.
Creo en algo o alguien que no me suelta la mano, que me da tranquilidad, aún en los peores momentos.
Creo tal vez en un cúmulo muy grande de energía, o tal vez en algo que esté más a mi nivel y no sea tan grandioso, pero que me muestra día a día, que acá también hay milagros, que pasan cosas buenas totalmente inesperadas, que en lugares donde prácticamente ya no hay esperanza, de golpe la llama se enciende con toda la fuerza.
Creo en algo que tal vez incide en que sucedan cosas que parece que son "casualidades", cuando en realidad son "causalidades", que me muestra señales todo el tiempo, que me hace ver que está conmigo y que yo estoy con él.
Creo en Dios como parte del todo, así como yo soy parte del todo.
Creo en algo que trasciende y que día a día me muestra que de una forma u otra todos terminamos trascendiendo.
Creo en una fuente de energía, que va más allá del espacio y el tiempo tal como nosotros lo entendemos.
Creo en un Dios, que hizo que tenga este espíritu, que se cuestiona, que piensa, que ve, que analiza, que se emociona, que se enoja, que se entristece, que valora, que aprecia, que agradece, y sobre todo, que sigue creyendo.
Creo en las maravillas que veo, en la naturaleza, en los ciclos, en la tierra, en el aire, en el cielo, en el agua que es fuente de vida; pero también creo que en lo que no veo, pero siento.
Creo en la inocencia y en la buena voluntad.
Creo en la actitud, como una de las mayores fuentes de energía de este Universo.
Creo en que cuando muchas personas se juntan con un objetivo común, que les sale desde el corazón y se disponen a trabajar juntas para lograr algo, las montañas más inamovibles, pueden ser movidas.
Creo en algo que me enseñó y me alienta a creer en mí, porque todo es posible, porque nada es determinante, y porque el único sueño incapaz de concretarse, es el que no se sueña.
Yo creo en tantas cosas.
Yo sigo creyendo.
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