Aguantar.
Aguantar.
Aguantar.
Ya va a pasar.
Ya va a pasar.
Ya va a pasar.
Respirá hondo.
Respirá hondo.
Respirá hondo.
No, por el momento no podemos hacer más nada que esto...
Explotando en tres, dos, uno...
... PUM!!!
Eso es lo que sentí ayer.
Eso es lo que puedo haber sentido tantas veces, eso es lo que puedo haber evitado tantas otras.
Soy de las personas que tratan de ver que la botella está totalmente llena: o de líquido o de aire, soy una persona positiva, trato de hacer lo mejor, de dar lo mejor, de hacer sin esperar, no siempre me sale, algunas veces me sale mejor que otras.
No soy la reina del positivismo, he comprendido hace tiempo que es mucho mejor ver la vida desde un lugar que suma, que desde uno que resta, que todo lo ve mal.
Trato de agradecer, de valorar lo que no tengo, de no quejarme por lo que me falta, aunque socialmente estamos adiestrados como entes para hacerlo.
Tengo un carácter fuerte, muchas veces naturalmente me impongo (en una buena). Soy de las que necesita resolver los problemas y las situaciones, en vez de patearlas o esperar que desaparezcan por arte de magia.
Soy escorpiana, característica que al parecer me suma un plus más, nunca terminaré de entender por qué a los ojos de los demás ese plus pareciera no ser tan bueno.
Soy franca y directa, aunque con los años he ido aprendiendo diferentes técnicas, y he entendido que no a todos les podés llegar por el mismo camino.
Creo no ser impaciente ni tener ansiedad, he aprendido a manejar y a aceptar los tiempos, los de los demás, pero también a respetar los míos.
Soy de hacer, hacer, hacer y hacer. Supe tener varios controles remotos en la mano y a pesar de no estar físicamente en el lugar, controlar todo con el mando a distancia.
Aprendí que no es bueno estar en todo, ni hacer de todo, ni saber todo, ni nada que incluya la palabra "todo".
Aprendí a soltar, delegué, pedí.
Muchas de las personas que se sentían "tocadas" por la "nueva yo" que pedía, delegaba y soltaba, comenzaron a sentirse mal. Su comodidad se veía amenazada, cómo que ya no podía hacer tal o cual cosa? Pero no lo manifestaban de manera directa, no lo decían con todas las letras, como trato de hacerlo yo.
Hubo algunos intentos por hacer, muchos fueron eso, intentos.
Después comenzaron a llegar las quejas, o el desgano al hacer las cosas, o las ganas de que dijera, ya no lo hagas más, vuelvo a tomar el mando yo.
Ese momento no llegaba, y no llegaba. Mi rol de Mujer Maravilla, al parecer había terminado y era extrañado por varios...
Esperé, confié, di oportunidades, de que las cosas fueran de otra forma.
Porque cuando vos te ofrecés a ayudar, que se supone que hacés?
Porque cuando vos precisás ayuda y la pedís a quién se ofreció para ayudar, qué se supone que pase?
Pues nada, básicamente, el que se ofrece para ayudar, no ayuda en lo que le pedís, el que tiene que hacer cosas básicas que son su responsabilidad tampoco las hace, el que tiene que hacer algo que te involucra a vos directamente, se toma el tiempo del mundo, como si vos pudieras poner la pausa para esperar a que todo se resuelva...
Y así, básicamente, cada uno hace lo que se le canta y vos, osea yo, aguanto, espero que pase, respiro hondo...
Hasta que llega un día, en el que te olvidás de la educación, te olvidás de las oportunidades, te olvidás de que no te gusta levantar el tono, te olvidás de que estás tratando de aprender a fluir con la vida, te olvidás de pensar si el otro puede, quiere, te olvidás de que explotar no va a solucionar nada, y PUM!!! explotás!!!
Sacás todo para afuera, decís, mostrás, llorás, gesticulás, sos vos!!! Sos la versión más auténtica de vos, la que no tiene filtros, la que no pone en la balanza si esto será o no conveniente, la que necesita expresarse a gritos, porque no aguanta más seguir aguantando.
Eso sí, sabés que hay un límite que no se cruza. Porque por más explosión que haya, hay cosas que no deben ser dichas, porque después no hay vuelta atrás. No te exponés, te cuidás.
Tal vez explotar no solucione las cosas, pero una buena sacudida, acomoda los zapallos en el carro, los de tu carro y los de los carros ajenos, esos de los cuales no tenés por qué hacerte responsable vos.
Explotar te llena de sentimientos y te vacía de bronca, de angustia...
Explotar te deshidrata, porque llorás de tristeza, de impotencia, de calentura...
Explotar, no está dentro de mis actividades favoritas, pero la pucha que alivia para seguir andando!!!
Explotar: tómese con moderación. Controle usted mismo, cual es su dosificación adecuada. Puede volverse adictivo, en ese caso abandonar la toma, hasta consultar con un profesional idóneo, ya que en caso contrario puede ser perjudicial para su salud y la de quienes lo rodean.
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