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viernes, 22 de mayo de 2015
Cumplo dos!
Hace algún tiempo vengo evaluando la posibilidad de escribir o no este post, finalmente me incliné por escribirlo, por seguir sacando, por seguir limpiando.
La semana próxima, más concretamente el día 29, se cumplen dos años de que me diagnosticaron con cáncer. Esa fecha "fatídica" en la que todo cambió para siempre, esa fecha visagra en mi vida, como ninguna otra, esa fecha que también me cuesta recordar con claridad, porque no soy de "recordar fechas", les resto importancia, no me quedan, no las retengo, y sin embargo, ahí está, marcada a fuego en el almanaque de mis cuarenta y dos añitos de vida.
Pero, hay un por qué, para escribir esto que quiero decir, y es poner en palabras, ordenar, mirar con un poco más de distancia algunas cosas, ver más de cerca algunas otras, ver como a uno (gracias a Dios) le va cambiando la perspectiva frente a un montón de cosas que han ido surgiendo, mirar hacia atrás y ver todo lo que he sido capaz de andar, de transitar, de batallar, de acompasar...
Mirarme hoy, y ver esta nueva persona que soy gracias al cáncer, ver mi nueva realidad, ver la vida que elegí y elijo todos los días, verme como una persona finita, mortal, que tiene la vida agarrada de alfileres, pero no por el cáncer, sino porque así la tenemos todos a pesar de que tal vez muchos no han sido diagnosticados y creen tener la vida segura, no lo saben o tal vez eligen no saberlo, pero la vida cambia en un segundo, y de golpe todo lo que era seguro, puede dejar de serlo.
Sentirme orgullosa de ver donde llegué, saberme bendecida enormemente a diario, querida, acompañada, respetada. Sentir que el futuro ya no me preocupa como antes, y que la vida la vivo de a 24 horas nada más.
Tal vez, y seguramente esta sea la parte más ambiciosa de escribir este post: llegarle a ustedes. A quienes están enfermos y a quienes no. A quienes están en crisis y a quienes no. A quienes a diario buscan algún motivo "para vivir" y a quienes los encuentran todos los días. Sin querer dar cátedra de absolutamente nada, poder compartir una vez más mi experiencia con ustedes, y que tal vez, les prenda esa lucecita que te dice: vamos, seguí adelante, vas bien, tu corazón te dice que ese es el camino, seguilo!!! y si el camino te pone a prueba una y otra vez, y estás convencido, seguí por ahí, porque es por ahí!!!
Hace dos años, de la noche a la mañana, si, porque fue de la noche a la mañana, me fue arrebatada mi vida tal y como la conocía hasta ese entonces: tuve que entregar todos los controles remotos que poseía, para tener en ese momento lo que creía era el control de todo, cuando en realidad no tenía el absoluto control de nada.
Hace dos años perdí un montón de cosas, entre ellas mi salud, física y mental, porque obviamente esta segunda se trastocó aunque hizo mil y un malabares para no hacerlo. También perdí vitalidad, perdí energía, perdí autosuficiencia, perdí independencia, perdí libertad.
Renuncié a otro montón de cosas, a cosas que sabía que me hacían mal y que no tenían que permanecer en mi vida si lo que buscaba era sanarme (que es mucho más que curarse) y seguir adelante.
Renuncié a un trabajo que creía que era lo que me daba TODO en ese momento, y me di cuenta que podía seguir viviendo sin él, y es más, vivía aún mejor sin él. Tomé la decisión y "empujé la vaquita", aquella del cuento que me había acompañado durante años (como un capricho que el destino me pusiera de antemano cuando solo "jugueteaba" con esa idea como algo casi imposible). Agradecí todo lo que en su momento me aportó: las enseñanzas, las vivencias, el hecho de haberme permitido ser independiente y haber criado a mis hijas con independencia económica, las maravillosas personas que allí conocí, los momentos lindos, los duros, los tristes, los otros... agradecí, cerré el círculo.
Renuncié a un amor, a uno de esos que te traspasan las venas, el alma, el físico, la cabeza, el corazón y todas las partes de tu ser que puedas imaginarte, pero que en un punto, sabés que ya no es para esta vida, será en otra, habrá sido en otra, o no será en ninguna. Agradecí todo lo aprendido, lo vivido, lo soñado, lo que no salió bien y lo que salió perfecto... agradecí, me perdoné, me salvé, cerré el círculo.
Renuncié a cosas, personas, situaciones, que ya no eran beneficiosas en mi vida, pero siempre, analizando cada situación, y viendo que en todo, siempre hubo algo bueno, una enseñanza.
También gané, y cuando digo que gané, creo que fue mucho más lo que gané, que lo que perdí y a lo que tuve que renunciar, pero para eso me la tuve que jugar: salir de mi zona de confort, y me la jugué.
GANE VIDA!!!
Gané calidad de vida. El hecho de sentir al cáncer respirándome en la nuca día a día, hizo que todo se volviera más ya, más tangible, más ahora, más de hacer, de decir, de vivir. Nada podía dejarse "para después".
Las charlas con mis hijas, con mi familia, con mis amigos, eran más francas, más abiertas, más directas, los sentimientos siempre estaban arriba de la mesa, nada se escondía. Los abrazos, los besos, las caricias, todo estaba enormemente mucho más sentido y demostrado. Todo pasó a celebrarse: el más mínimo acontecimiento que sucedía, se celebraba: una quimio con buena respuesta, una sesión menos de radio, la cirugía ya tenía fecha, un cumple, un aniversario, TODO pasó a ser motivo de festejo.
Todo pasó a tener más sabor, más color, más aroma, más intensidad. Sé que lo viví y lo vivo de esa manera, sé que algunas de mis personas más cercanas también lo viven así, sé que muchos otros de los que cambiaron ante el impacto inicial de la noticia, luego volvieron a verse arrastrados por la corriente de la rutina y siguieron con sus vidas como siempre, pero YO NO.
Pude seguir soñando, a pesar de los diagnósticos, de los tratamientos planteados, de una cirugía tras otra, de un escalón tras otro, a pesar de que se me iba una cosa y venían cinco, pude seguir soñando y luego concretar mis sueños.
Así comencé, un día soñando hacer cosas pequeñitas, que en ese momento eran casi un hito por mi situación clínica: como darme un baño de mar después de meses de haber tenido una nefrostomía, o brindar con una copita de alcohol en la Navidad del 2013, después de venir de 8 meses de quimioterapia... Un día soñé un poco más, y estaba sentada meditando en Machu Picchu con mi viejo sentado a mi lado, como lo había soñado desde que era muy niña...
Aprendí a dejar de lado las discusiones inútiles, a dejar de PRE ocuparme, a dejar de hacerme problema por cosas sin sentido, a darle a las cosas el verdadero valor que tienen, el de "cosas" y a las personas y a las experiencias el verdadero valor que tienen, uno que es intangible, incontable, que es lo realmente importante y que nada tiene que ver con algo material.
Aprendí a decir bien, y también a callar cuando decir no aportaba nada. Aprendí a escuchar. Aprendí a leer entre líneas. Aprendí a empatizar cada día un poquito más.
La sombra del cáncer igual me seguía, aprendí a convivir con ella.
Como digo yo, después del diagnóstico, te paran un loro en el hombro, cual Pirata del Caribe, que te recuerda varias veces al día, que tuviste cáncer. Es muy fácil decir desde afuera, ya está no le des más corte, te curaste, no pienses, pero es inevitable. Quien alguna vez tuvo cáncer, sabe que un simple dolor de cabeza, se convierte en una amenaza mortal, y que en el mismísimo momento en que sentís "algo raro", todas las alertas comienzan a activarse nuevamente.
Meses de controles estables, de resonancias, centellogramas, análisis, que van saliendo bien. Cada examen una cuerda floja que volvés a cruzar, cada resultado, un nudo en la garganta, al que creo no te acostumbrás nunca. Pero tenés que aprender a vivir con eso, y seguís, te seguís fortaleciendo, no te queda otra.
Otra cosa que gané con el cáncer fue fuerza. Siempre fui consciente de mi fuerza de voluntad, de mi determinación, de tener claro hacia donde quería ir, de poder entender lo que se necesita para llegar adonde queremos llegar, el cáncer me lo reforzó. No lo viví como una batalla, ni como una guerra, ni como una lucha, lo viví como un desafío. Un desafío que no hubiera elegido vivir, pero me tocó, y sé que fue un mano a mano entre los dos, para buscar una vida mejor que la que vivía hasta ese momento, lo entendí, le agradecí.
Un día, hace no mucho tiempo, volvió. Si, como les dije a las pocas amigas a las que se los conté: volvió una noche, no lo esperaban... Volvió, me cambió al loro por el cuervo, me lo posó en el hombro, hizo que me mirara otra vez con expresión de muerte, con color de muerte, pero le volví a hacer frente. Hay más para entender? pues bien, sigamos entendiendo.
Lloré, me entristecí, me sentí vapuleada y golpeada otra vez! Cómo no hacerlo? Yo estaba haciendo todos los deberes bien, y qué es lo que no hago bien para estar otra vez parada acá? Creo haber encontrado la respuesta, en muy poco tiempo, en solo algunas semanas: tengo miedo.
Ahora, el miedo está bajo control. Los pasos que hay que dar para volver a estar "saludable" están dados, y todo ya comenzó a rodar para que así sea. Siento que me entregué, pero que me entregué bien, no que bajé los brazos. Siento que soy una con la vida, que si el de arriba me manda a pasar por estas pruebas por alguna razón que tal vez ahora no entiendo, será. Fluyo con la situación y la acompaño, por más que a veces me entristezca o se me haga un poco más cuesta arriba, fluyo con ella, me amoldo, acepto los cambios, busco la salida, sigo la luz, esa misma luz que la vez anterior me ayudó a salir, esa que es interna, que no depende de más nadie que de mí, y que es la que me va a volver a llevar a la superficie ahora.
Ahora, que las cartas están sobre la mesa, el juego está presentado y solo me apresto a desempeñar el rol que me toca de la mejor manera posible, siendo como siempre, una paciente obediente, haciendo caso a todo los que me dicen los docs, siguiendo las sugerencias de quienes me quieren bien, permitiendo que me mimen todo el tiempo porque eso es justamente lo que necesito ahora, recibiendo más y más cariño, dejando que me cuiden, recibiendo a manos llenas, empieza a despejar otra vez y el sol vuelve a brillar con toda su intensidad.
Como por arte de magia, o mejor dicho, como por arte de cadena de favores, empiezan a representarse con muchísima más fuerza y de una manera totalmente impensada y sin planear, ángeles por todas partes, que vienen en mi ayuda, que me rescatan, que me proveen de todo aquello que estoy necesitando, sin siquiera haber hecho el pedido "en voz alta", es como si el Universo supiera lo que tiene que traerme y me lo concede, todo el tiempo, en todos lados: acompañantes maravillosas, personas totalmente desinteresadas preocupándose y ocupándose de mi todo el tiempo, profesionales que sin conocerme se arremangan y hacen TODO por darme la mejor calidad de vida a la que puedo acceder en este momento para estar tranquila, para no perder el foco, para seguir sumando cosas a la recuperación. Como por arte de magia, o del destino, algunas situaciones cambian, se desarman casas, o mejor dicho no se desarman, se rearman, se agrandan los hogares, se hace más fuerte y presente que nunca la contención.
Reafirmo que una de las misiones que me trajo esta enfermedad, fue comunicarme. Poder contar lo que me ha sucedido, lo que me sucede, dar una mano, poner el oído. Ser escucha, interactuar con otros, que están enfermos o no, que son pacientes o son familiares, o son amigos, o son sólo personas desesperadas haciendo frente a algún problema en sus vidas y mi única misión, es tal vez mostrarles, que con toda seguridad, ellos también han peleado una y mil batallas y las han ganado, así que por qué razón no saldrían a dar una batalla más? Y cuando puedo encender esa luz, la misión está cumplida, y me siento feliz y llena de paz!
Muchos me han preguntado por qué no me alejo del "tema cáncer", ya está, ya terminó para vos, me decían cuando los primeros estudios salieron "limpios", y casi automáticamente mi respuesta era: imposible!
Yo tengo que convertir todo esto en algo bueno, esto tiene que servir, tiene que servirme a mi para crecer, porque además nunca se sabe si no voy a tener que volver a enfrentarlo, y tiene que servir para ser luz para otros. En parte siento que sería "egoísta" tener una llave para abrir ciertas puertas, y guardarla bajo siete candados, para ser usada únicamente por mi en caso de necesitarla, yo no soy así.
Son tantas las cosas buenas que pasan, unas vienen enrabadas con otras, solo hay que tener la capacidad de verlas y de agradecerlas, y uno más valora y más agradece y más es capaz de ver la vida así como es, llena de maravillas, de sorpresas, de cambios que pueden ser chocantes, pero que también pueden ser oportunidades enormes de comenzar a vivir otra vida.
Mientras escribo, pasan como en una escena de película tantas imágenes!!! Enfermeras, Doctores, Nurses, de los que seguramente habrán habido decenas, sanatorios, ambulancias, quirófanos, jeringas, aparatos de todo tipo para hacer todo tipo de estudios, historias compartidas en una sala de espera o en una habitación de internación. Tantas privaciones por tal o cual motivo, tantos permisos para celebrar tal o cual cosa, tantas miradas cómplices, tantas sonrisas que animaban, tantas personas que hicieron la diferencia en el proceso...
Ahora, mi vida vuelve a rebalsar de bendiciones, de esas que espero hace tiempo, sin desesperar, porque sabía que cuando fuera el momento preciso llegarían. Ahora me doy cuenta, que tal vez el camino fue largo, y tal vez hasta lo sea un poco más, pero ese era el camino correcto. Ahora me doy cuenta, que las elecciones estuvieron acertadas, que renuncié a lo que sentía que no me hacía bien, que seguramente perdí lo que ya no necesitaba para vivir, que gané mucho más de lo que alguna vez pude imaginarme, que me reinventé, que soy otra, y que soy mucho mejor después de aquel fatídico diagnóstico de hace dos años que me definía como "tenés cáncer".
La semana que viene, cumplo dos!!! si dos, dos de haber nacido de nuevo, de que me hayan dado la posibilidad de ser esta Vivi, la que soy hoy, que sin lugar a dudas, es una versión mucho más plena y brillante de la que era antes de haber sido diagnosticada con cáncer.
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