Días sin entrar por aca...
La vida sigue, como dice el título, y por momentos parece que el tiempo se hace tan lennnnnnnto que no pasa nunca, y otras parece que pasara tan rápido como si estuviera en un carrito de montaña rusa.
Estos días pasados me han encontrado llena de cansancio, cansancio producido en gran medida por la radioterapia que sigue su curso. Cansancio que le juega una pulseada permanente a mis ganas de que mi vida siga tan parecida a mi vida "normal" como sea posible, cansancio que logra algunos días doblegarme y me gana la pulseada.
Cuantas veces durante ese cansancio añoro mi vida de siempre: levantarme temprano, ir a trabajar, correr de un lado para otro, tener fuerzas para hacer dos millones de cosas y cuando parecía que las baterías se acababan, saber que siempre había una reserva "extra" para ser usada ante el llamado de una amiga invitando con algún plan o para sortear algún imprevisto...
Cuantas veces durante ese cansancio me permito dejarme ir y fluir con él, y me vuelvo atemporal y duermo, duermo, duermo y duermo. Dejo que mi cuerpo descanse, sin pensar en días o en horarios y respetándolo hasta que me vuelve a decir, ahora si, estoy pronto para volver a la batalla...
Aún así, con cansancio y todo, no puedo quejarme: tengo que agradecer a Dios, que me dio esa cuota de "batería extra" y me permitió festejar los 11 años de mi hija, no como siempre, porque mis revoluciones han bajado considerablemente, pero si ocupándome de mimarla, cocinarle, hacerle los gustos, hacerla sentir como lo hacemos siempre que una de nosotras cumple años: la Reina de la casa.
Fue una inyección tan grande de "defensas" haber podido disfrutar de los preparativos del cumple, de ver su carita al comenzar su día con la sonrisa inocente de oreja a oreja, alejada por momentos de esta realidad que nos está tocando vivir, de verla divertirse con sus amigas, de ver a la familia reunida una vez más para festejar, que si me guío por eso, el hemograma de control de esta semana tendría que salir 10 puntos!
Otra transfusión de energía fue aceptar la invitación de una amiga a ver el homenaje de Hernán Piquín a Freddie Mercury. No solo fue disfrutar el arte del baile y de la música que servía de base para el mismo, repasar la vida de ese ídolo y poder ver en unos cuantos "actos" lo fugaz, efímera y a la vez casi eterna que puede llegar a ser la vida de alguien, me conmovió totalmente. Nos preguntábamos con mi amiga si sería que el espectáculo estaba muy bien montado y te orientaba a vivir todas esas emociones o sería que nosotras estábamos en un período de hipersensibilidad, no lo se, lo cierto es que sentí que me atravesó.
Estos días me esperan más médicos, más resultados, más coordinaciones, más procedimientos, más estudios y espero tener la fortaleza emocional para seguir afrontando todo como hasta ahora.
Tal como tenía en mente vivir estos momentos lindos que viví, ya estoy preparada para vivir otros que vendrán en el mes de octubre. Como decía Martin Luther King, no tienes que ver toda la escalera, solo da el primer paso, así sigo, paso a paso...
La vida sigue y espero sus sorpresas buenas, porque se que están en camino.
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