Creo que por primera vez en mi vida me enfrenté a algo que no sabía que me podía paralizar tanto: el dolor y con él, el miedo.
Pasan los días y las semanas y sigo sin convencerme de que el miedo puede vencer mi voluntad, me niego rotundamente a poner esa idea en práctica, pero si me descuido una milésima de segundo, eso mismo es lo que pasa
Desde hace algunas semanas atrás, me enfrenté a la necesidad de usar diferentes artículos que definitivamente no había pasado por mi cabeza usar, y sin embargo, cuando llega el momento, están ahí y no te queda otra que encarar. Ahí aparece el muy desgraciado OTRA VEZ!!! Sentís miedo de usar algo que nunca usaste, podrás? será incómodo? será más doloroso? y ahí el miedo y el dolor, una conjunción fuera de serie, que suele darse muy a menudo.
Esa, es como una primera prueba de fuego: podrás? será más doloroso? y ya la sola idea de pensar otra vez en el dolor, te hace temblar. Quien realmente sufrió dolor intenso alguna vez en su vida, sabe de lo que le estoy contando.
Es desde ese mismo momento, que esa parejita se convierte en inseparable.
Ahí el miedo se presenta casi innmediatamente después de que el dolor hizo su aparición en escena.
Ante una crisis de dolor, o cuando te vienen esos calambres que parecen interminables, los dolores que parece no vas a poder combatir, pero solo eso: "parece", siempre y cuando no te entregues a las garras del miedo, que te atrapan y te quitan hasta la última pizca de fuerza y de voluntad
Así será cada próxima vez que intentes esa "osadía" de enfrentarte a esa situación de dolor, y tal vez lo más difícil de todo, no sea encontrar la forma de manejar el dolor, sino de manejar el miedo.
Cada vez que tuve que volver a intentar caminar, después de una situación de dolor muy grande, lo que más me paralizaba, era el terror que me daba la posibilidad de sentir dolor otra vez, y ahí volvía a encontrarme en la disyuntiva: lo intento o no lo intento? Lo intento, arriesgándome a que el dolor volviera a aparecer mientras intentaba recuperar las fuerzas para volver a caminar; por otro lado, no intentarlo por miedo a que el dolor volviera a aparecer, era como darle la derecha al miedo y dejarlo ganar de antemano: quuedarme en esa, sin caminar, sin inteentar...
Asi fue también cuando tuve que volver a usar la silla de ruedas: temor, miedo, desesperanza, tristeza... sin embargo tambien sabia que era la única forma de seguir intentándolo. Nada ocurrre solo así de la noche a la mañana, y muchas veces tenemos que ayudarnos de otros implementos qee nos hacen la vida un poquito más sencilla.
Pero el hecho de verla, sí, solo el hecho de volver a verla, me recordaba el dolor que me había causado el usarla. También recordaba que una cosa era usarla con precaución y con la supervisión de un técnico que usarla sola, tratando de recordar como se hacía...
De todas formas,esa tardecita estábammos otra vez ella y yo, frente a frente, ahí veríamos quien sería
el vencedor: la parejita funesta del dolor y el miedo, o la parejita siempre bien plantada de la actitud y las ganas de seguir adelante sin tirar la toalla.
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jueves, 3 de septiembre de 2015
jueves, 13 de agosto de 2015
Gotitas... no de lluvia, de vida!!!
Un nuevo hemograma.
Glóbulos rojos, bajando y bajando.
No alcanza con la inyección semanal que estoy recibiendo para estimular que cada vez sean más, no al menos por el momento...
No alcanza tampoco con comer lentejas, ni hígado o espinaca, no alcanza.
Hay que transfundir.
Mi cara de espanto, es como si estuviera mirando La Llamada o El Exorcista!!! No me gusta nada, nada, nada la idea!
El Doc me lo vuelve a explicar, me plantea los pro y los contra, ya lo empiezo a ver con otros ojos: es la única solución, y esperar al próximo hemograma, solo retrasaría las cosas una semana y haría que los rojitos estuvieran aún más abajito :(
Acepto. Por supuesto, como no podría ser de otra manera, el Doc me explica todo el procedimiento MAL, porque el día que tengan la información actualizada, o te digan todo como es, o no haya ninguna diferencia entre lo que te dicen y lo que te hacen, seguramente ya habré terminado todos los tratamientos.
Día uno: toma de la muestra. Para una persona como yo, que nunca se enfrentó a una transfusión, esto viene lleno de fantasmas y de miedos! Si, yo soy guapaza, y además, ya he pasado por tantas cosas, que dudo que esto sea peor que alguna de ellas, pero la ignorancia es brava de llevar, da miedito, querés salir de eso de una vez por todas, pero no, porque hoy toman la muestra, y la historia sigue mañana, les falta poner el cartelito de "continuará..."
Día dos: transfusión del primer volumen. Mmmm el miedito, se materializa, la Doc viene con un par de valijitas repletas de cosas, en una de ellas dice tener medicación por si no tolero bien la sangre que me van a transfundir, ahhhh tahhh... me quedo re tranquila! Por suerte tiene re buena onda, me pone la vía, trata de que esté cómoda, es un poco difícil para mí estar cómoda últimamente, entre mis dolores varios, pero le aclaro que se quede tranquila, que nada tiene que ver con la transfusión, creo que ella está más nerviosa que yo! Conversamos, antes de comenzar a pasarme el volumen, me pregunta si tengo alguna duda, me aclara que es un procedimiento sencillo, que generalmente no da problemas, etc., etc. Tranqui le digo, empezá a pasármelo, va a estar todo bien. A los minutos vemos que está pasando más lento, esto pasa muchas veces me dice, vamos a cambiar uno de los plásticos, en el cambio, se olvida de ponerle el taponcito cuando saca el cañito por el que venía pasando la sangre, me enchastra digamos una buena parte del acolchado, se quiere morir pobre!!! Ya te lo limpio enseguida, dejame arreglar primero esto y enseguida te lo limpio!!!
Mi viejo y yo la agarramos para "la chacota" y no paramos de reirnos, limpio el acolchado y le digo: a vos te parece, que con la situación que yo estoy viviendo, me voy a amargar porque se ensució un acolchado que se mete al lavarropa y se lava? O así no se pudiera meter, o no se pudiera lavar, es un acolchado, olvidate!
El accidente, sirve para romper el hielo y que nos quedemos conversando de la vida, mientras la vida va saliendo de esa bolsita que cuelga del soporte, corre por la manguerita transparente, pasa por la vía y entra directamente a mis venas, dándole vida de otra persona a mi cuerpo cansado y falto de glóbulos rojos.
Quería de alguna forma agradecerle a esa persona, que seguramente ignora que su sangre terminó dándome vida, levantándome los glóbulos rojos, dándole más colorcito a mi cara, restando un poco de cansancio a mi cuerpo. Esa persona que yo también desconozco si es hombre o mujer, si es joven o adulto, en que trabaja, que gustos tiene, si tenía tan claro todo lo que podía lograr cuando fue a donar sangre para un desconocido, pero lo que sí se, es que algo tenemos en común aunque uno no sepa quien es el otro: somos dos personas solidarias. En algún momento, cuando era más joven, también donaba, y siempre que puedo hacer algo por alguien, que conozca o no, trato de hacerlo. La solidaridad es algo que practico y que me enorgullezco de practicar, y es algo que tenemos en común con esta persona que me donó unas cuantas gotitas de vida.
Quería de alguna forma agradecerle a esas personas, de las que conozco unas cuantas, que además de donar su sangre, donan su tiempo, van a donde tengan que ir para realizar la donación, solamente, porque saben que con ese acto desinteresado que realizan, le pueden mejorar la vida a otro o hasta salvarle la vida a alguien.
Pasan alrededor de dos horas, conversando casi ni nos dimos cuenta, digamos "el tiempo pasó volando" y en ese vuelo se llevó los miedos, las inseguridades, las dudas, ya me enfrenté a otra cosa nueva, ahora ya sé lo que es, estoy pronta para encarar el segundo volumen.
Llega mi hija: no puedo expresarles con palabras lo que expresaba su cara... cuando corta el silencio nos mira y nos dice, esto parece una película de terror!!!! nosotras largamos la carcajada, me dice má, yo no pensé que de verdad esto fuera así!!! La Doc nos cuenta que hace poco tiempo una chica le dijo que ella se enteró de que se donaba sangre, cuando empezó a mirar las películas de vampiros...
Las últimas gotitas se apuran en dejar la bolsa, se tiran como por un tobogán en el cañito que las lleva hasta la vía y terminan reuniéndose con sus pares en un cuerpo nuevo, un cuerpo que se nota cansado pero a la vez contento.
Se corre el rumor, de que mañana vienen más, pero no están seguras de que grado de certeza tenga ese rumor, por si acaso, ellas van haciendo lugar para las futuras recién llegadas. Están agradecidas de haber venido a dar vida a este cuerpo que necesitaba una ayudita ;)
Confirmado: mañana se viene el volumen dos. Todas corren y saltan locas de alegría!!! Cuantas más seamos, más rápido y mejor se recuperará este cuerpito :)
Gracias a los donantes, por esas gotitas de vida :)
Glóbulos rojos, bajando y bajando.
No alcanza con la inyección semanal que estoy recibiendo para estimular que cada vez sean más, no al menos por el momento...
No alcanza tampoco con comer lentejas, ni hígado o espinaca, no alcanza.
Hay que transfundir.
Mi cara de espanto, es como si estuviera mirando La Llamada o El Exorcista!!! No me gusta nada, nada, nada la idea!
El Doc me lo vuelve a explicar, me plantea los pro y los contra, ya lo empiezo a ver con otros ojos: es la única solución, y esperar al próximo hemograma, solo retrasaría las cosas una semana y haría que los rojitos estuvieran aún más abajito :(
Acepto. Por supuesto, como no podría ser de otra manera, el Doc me explica todo el procedimiento MAL, porque el día que tengan la información actualizada, o te digan todo como es, o no haya ninguna diferencia entre lo que te dicen y lo que te hacen, seguramente ya habré terminado todos los tratamientos.
Día uno: toma de la muestra. Para una persona como yo, que nunca se enfrentó a una transfusión, esto viene lleno de fantasmas y de miedos! Si, yo soy guapaza, y además, ya he pasado por tantas cosas, que dudo que esto sea peor que alguna de ellas, pero la ignorancia es brava de llevar, da miedito, querés salir de eso de una vez por todas, pero no, porque hoy toman la muestra, y la historia sigue mañana, les falta poner el cartelito de "continuará..."
Día dos: transfusión del primer volumen. Mmmm el miedito, se materializa, la Doc viene con un par de valijitas repletas de cosas, en una de ellas dice tener medicación por si no tolero bien la sangre que me van a transfundir, ahhhh tahhh... me quedo re tranquila! Por suerte tiene re buena onda, me pone la vía, trata de que esté cómoda, es un poco difícil para mí estar cómoda últimamente, entre mis dolores varios, pero le aclaro que se quede tranquila, que nada tiene que ver con la transfusión, creo que ella está más nerviosa que yo! Conversamos, antes de comenzar a pasarme el volumen, me pregunta si tengo alguna duda, me aclara que es un procedimiento sencillo, que generalmente no da problemas, etc., etc. Tranqui le digo, empezá a pasármelo, va a estar todo bien. A los minutos vemos que está pasando más lento, esto pasa muchas veces me dice, vamos a cambiar uno de los plásticos, en el cambio, se olvida de ponerle el taponcito cuando saca el cañito por el que venía pasando la sangre, me enchastra digamos una buena parte del acolchado, se quiere morir pobre!!! Ya te lo limpio enseguida, dejame arreglar primero esto y enseguida te lo limpio!!!
Mi viejo y yo la agarramos para "la chacota" y no paramos de reirnos, limpio el acolchado y le digo: a vos te parece, que con la situación que yo estoy viviendo, me voy a amargar porque se ensució un acolchado que se mete al lavarropa y se lava? O así no se pudiera meter, o no se pudiera lavar, es un acolchado, olvidate!
El accidente, sirve para romper el hielo y que nos quedemos conversando de la vida, mientras la vida va saliendo de esa bolsita que cuelga del soporte, corre por la manguerita transparente, pasa por la vía y entra directamente a mis venas, dándole vida de otra persona a mi cuerpo cansado y falto de glóbulos rojos.
Quería de alguna forma agradecerle a esa persona, que seguramente ignora que su sangre terminó dándome vida, levantándome los glóbulos rojos, dándole más colorcito a mi cara, restando un poco de cansancio a mi cuerpo. Esa persona que yo también desconozco si es hombre o mujer, si es joven o adulto, en que trabaja, que gustos tiene, si tenía tan claro todo lo que podía lograr cuando fue a donar sangre para un desconocido, pero lo que sí se, es que algo tenemos en común aunque uno no sepa quien es el otro: somos dos personas solidarias. En algún momento, cuando era más joven, también donaba, y siempre que puedo hacer algo por alguien, que conozca o no, trato de hacerlo. La solidaridad es algo que practico y que me enorgullezco de practicar, y es algo que tenemos en común con esta persona que me donó unas cuantas gotitas de vida.
Quería de alguna forma agradecerle a esas personas, de las que conozco unas cuantas, que además de donar su sangre, donan su tiempo, van a donde tengan que ir para realizar la donación, solamente, porque saben que con ese acto desinteresado que realizan, le pueden mejorar la vida a otro o hasta salvarle la vida a alguien.
Pasan alrededor de dos horas, conversando casi ni nos dimos cuenta, digamos "el tiempo pasó volando" y en ese vuelo se llevó los miedos, las inseguridades, las dudas, ya me enfrenté a otra cosa nueva, ahora ya sé lo que es, estoy pronta para encarar el segundo volumen.
Llega mi hija: no puedo expresarles con palabras lo que expresaba su cara... cuando corta el silencio nos mira y nos dice, esto parece una película de terror!!!! nosotras largamos la carcajada, me dice má, yo no pensé que de verdad esto fuera así!!! La Doc nos cuenta que hace poco tiempo una chica le dijo que ella se enteró de que se donaba sangre, cuando empezó a mirar las películas de vampiros...
Las últimas gotitas se apuran en dejar la bolsa, se tiran como por un tobogán en el cañito que las lleva hasta la vía y terminan reuniéndose con sus pares en un cuerpo nuevo, un cuerpo que se nota cansado pero a la vez contento.
Se corre el rumor, de que mañana vienen más, pero no están seguras de que grado de certeza tenga ese rumor, por si acaso, ellas van haciendo lugar para las futuras recién llegadas. Están agradecidas de haber venido a dar vida a este cuerpo que necesitaba una ayudita ;)
Confirmado: mañana se viene el volumen dos. Todas corren y saltan locas de alegría!!! Cuantas más seamos, más rápido y mejor se recuperará este cuerpito :)
Gracias a los donantes, por esas gotitas de vida :)
jueves, 11 de junio de 2015
A veces...
A veces, solo algunas veces, uno tiene la sensación de estar experimentando algo que es casi como tocar el cielo con las manos...
Levantarme, entrar en el baño, sacarme la ropa y entrar en la ducha, algo tan normal y cotidiano para todos, algo que vengo esperando hace casi un mes...
Ayer, voló la mariposa que dejaba que la morfina entrara en mi cuerpo subcutáneamente...
Ayer, tuve el visto bueno para comenzar a borrar las líneas de muchos colores que dibujaban todo el abdomen para la marcación de la neurocirugíacerebral que me habían estado practicando este último mes, único tratamiento posible de hacerme ya que toda esa zona de mi cuerpo ya había recibido radiación anteriormente y operar no era una posibilidad...
Hoy, volver a entrar a la ducha, poder sentir el agua caliente recorrer desde la punta de mi cabeza hasta la punta de mis pies, fue una de las bendiciones más esperadas que sentí en este último tiempo, aunque tal vez muchos de ustedes no puedan imaginar cuanto uno puede llegar a extrañar esos "actos cotidianos".
Hoy, que he dado vuelta otra página, tengo ganas de volver a decir, y el motivo es el de siempre, exorcizar y contar que se puede, que a veces es mucho más duro, pero que se puede.
Hace algún tiempo atrás, solo eran conjeturas, un dolor que no se definía, una molestia que podía venir de algún mal movimiento, una inflamación que no terminaba de decidir en que se quería convertir...
Hasta que un día se decidió: punción lumbar que da como resultado un tumor en la columna, que me iba a tirar otra vez al ruedo, pero esta vez de una forma totalmente diferente.
Enfrentarse otra vez al diagnóstico, no es tarea fácil, mucho menos cuando el diagnóstico es este. Uno piensa en los huesos, en la columna, en el movimiento, en que es el eje del cuerpo humano, en tantas cosas, que ya no podés pensar más, y sin embargo seguís pensando.
El cachetazo es mucho más fuerte que el del diagnóstico inicial, incluso que el del diagnóstico de la metástasis que tuve inicialmente, este me dio con todo, me partió al medio, me golpeó bajo, me arremetió en el lugar donde más me dolía: me quitó la movilidad.
El simple hecho de pensar en la posibilidad de no moverse, creo que paralizaría a cualquiera, pues a mi no me paralizó, me embroncó, me sacudió, me hizo redoblar esfuerzos, me hizo redoblar actitud y compromiso, a mi no me vas a hacer bajar la guardia así no más.
De todas maneras, acá no alcanzaba con poner actitud, con ser "la guerrera" que soy habitualmente, con estar bien plantada y hacerle frente, porque este si que jodía y jodía, día a día se me iba llevando la movilidad de la pierna, de la cadera, del pie, cada vez caminaba menos, cada día rengueaba más...
Día a día, se notaban los cambios desfavorables, y no había forma de pararlo...
Luego del resultado de la punción, y con las cartas sobre la mesa, lo único que escuché fueron las palabras del médico que me decía, nena, no necesito esperar el resultado de la anatomía, con mis 40 años de experiencia, ya sé que esto es un tumor, pero la parte buena, es que tenemos un tratamiento para hacerte, vos tranquila, Y AHI ME AGARRÉ, OTRA VEZ.
Necesité vivirlo distinto, en silencio, necesité toda la fuerza para mí, para mi interior, volver a revisar, donde está el error, donde me equivoco, que me estás enseñando, que es lo que no estoy aprendiendo...
Una vez más entendí, ya lo venía entendiendo en realidad, el miedo, ese desgraciado que se queda ahí al acecho, esperando que uno baje un poquito la guardia, para comenzar a trabajar negativamente dentro de nuestro cuerpo...
Me llevaron el loro del hombro, y en su lugar me trajeron al cuervo, si a ese bicho bien feo, negro pero no como la noche, negro como todo lo negativo junto, que te mira con desconfianza, que sabés que donde le des changüí, te va a comer los ojos, a ese me lo dejaron parado en el hombro, pero tenía los días contados...
Corrí el miedo, como pude, pero había algo con lo que no contaba, algo a lo que no me había enfrentado hasta esta vez, y que haría que todo fuera completamente distinto a la vez anterior: el dolor.
En mi vida, imaginé que una persona sería capaz de soportar tanto dolor, porque en mi vida me imaginé que tanto dolor pudiera existir. El dolor te paraliza, te quita el aliento, no te deja pensar, te corre del eje, te deja totalmente convertido en algo que no sos, te desespera, te vuelve loco, te noquea una y otra vez, una vez que uno experimenta ese grado de dolor, entiende a la gente que tiene sufrimiento físico, y se siente terriblemente egoísta de haber criticado a alguien que sufría sin haber estado nunca en ESOS zapatos...
Por zafar del dolor, creo que uno es capaz de hacer cualquier cosa, y cuando digo cualquier cosa lo digo literal...
No te cuestionás, o mejor dicho al principio si, pero unos pocos minutos después, comenzás a tomar lo que te digan, sin pensar si es fuerte o no, si se te va a hacer adictivo o no, si te va a hacer mal para dos millones de cosas aparte o no, porque lo único que necesitás en ese momento es que alguien te corra de ese lugar de dolor, que alguien te alivie...
Así se fueron sumando más y más medicamentos, algunos aliviaban una cosa, otros otra, unos apagaban el sistema nervioso central, los otros desinflamaban, unos calmaban a un nivel, los otros en otro...
Así me empecé a ver al espejo y un día me vi convertida en otra persona: por allá atrás están las facciones originales que tenía mi cara, el resto está todo ocupado por la inflamación que me han traído los benditos corticoides que me sirven para regular otras cosas y que me hacen sentir hambre todo el tiempo y antojos de comidas y rechazo por otras cosas que solía consumir habitualmente...
Piensan que me hace problema? para nada, con tal de no sentir dolor, prefiero seguir convertida en esta especie de cruza entre pez globo y la ardilla de la era del hielo en la que me he convertido...
Tengo que agradecer a Dios, por supuesto, que una vez más ha puesto en mi camino este tumor que tengo que invitar a retirarse, pero que también ha sembrado mi camino de bendiciones que no puedo dejar de mencionar:
Un equipo médico que como siempre se ha puesto mi caso al hombro con todo, con el aditamento de una especie de oncóloga "Hada Madrina" que ha sido quien me ha tocado día a día con su varita mágica para ir aliviándome el dolor físico y también el dolor del corazón, porque vaya si se ha ocupado de mi parte emocional como nadie.
Solo el que está en estos zapatos, sabe lo que se padece y se sufre transitando esta enfermedad, el que está por fuera, no puede tener ni la más remota idea...
Un equipo de compañeras voluntarias, seres llenos de luz y claridad, con Cris y Clari a la cabeza, que se han puesto a disposición para todo y que sobre todo me han sostenido emocionalmente en todo momento, desde que dejé por un rato de ser una de las que escuchaba en el teléfono y pasé a ser una de las que necesitaba ser escuchada...
Unos amigos de fierro, pues a los pocos que les repartí una parte de esta mochila, porque como dije necesité vivirlo más para adentro, la tomaron como se los pedí, con respeto, esperando que los llamara si los necesitaba, yo sabiendo que estaban, ellos sabiéndolo también, pero sin invadir, y tratando de sumar en vez de restar, porque para mí si hay algo que está claro es que si alguien resta en mi vida, porque no es capaz de entenderme, ya no tiene sitio dentro de ella...
Un amigo que ya no está físicamente conmigo, pero que me acompañó en este tramo tan duro para ambos, con la charla cotidiana y franca, cruzándonos chistes, hablando sobre la vida y la muerte de forma natural porque ambas forman parte de esto que nos toca transitar llamado vida, que apartaba su dolor para ocuparse de preguntarme por el mío, que sabía el sacrificio que me implicaba llegar a verlo y que lo valoraba y agradecía, que me enseñó toneladas de cosas y que aún me sigue enseñando...
Una amiga a quien escuché y escucho todo el tiempo decirme, olvidate Vivi, vos tenés que poder con esto, y vas a poder y ni pienses en otra cosa, y ese ímpetu que venía con ella, que hace que cada vez que recuerdo su voz y su lucha, siga sin creer que no está aquí, pero todo se vuelva más lleno de energía y sienta ese empujonzote que me está dando...
Una familia que no necesito decir que es de fierro, porque realmente no lo es, somos todos de carne y hueso y como tales las cosas nos atraviesan, nos duelen, nos afectan, nos tiran abajo, pero entre todos nos levantamos, nos cuidamos, nos ayudamos, nos curamos y seguimos adelante. Nunca me imaginé y menos quise que mis padres ni mis hijas tuvieran que verme sufrir como lo han hecho, pero hay cosas que no se eligen y como bien me han hecho entender quienes me quieren bien: lo único que ellos tenían al alcance para hacer por mí era acompañarme y cuidarme, porque en este momento es lo único que pueden hacer, y así lo han hecho las veinticuatro horas del día sin pensar en madrugadas, horarios, findes o el momento que fuera.
Lo que resta, de restar, como siempre, prefiero desecharlo, porque no le sirve a nadie, ni a mi ni a quien lo lea, así que como vino, se fue...
El camino continúa, recién acabo de dar vuelta la primera página, pero también la más importante, el tratamiento seguirá haciendo su efecto, yo seguiré haciendo mis deberes de la forma más prolija posible, manteniendo mi Fe que gracias a Dios nunca me ha abandonado y que me ha sacado a flote inclusive en los peores momentos...
Nada más por el momento, solo necesitaba contarles esto, lejos de querer alarmar a nadie, lejos de que me escriban que soy una guerrera o que puedo esto o que puedo aquello, necesitaban contarlo por si alguien, y ojalá que no, recibe un cachetazo como este que recibí hace algún tiempo, y que sepan que se puede, que muchas veces es mucho más difícil, pero se puede, lo único que no se puede es tirar la toalla nunca!!!
Levantarme, entrar en el baño, sacarme la ropa y entrar en la ducha, algo tan normal y cotidiano para todos, algo que vengo esperando hace casi un mes...
Ayer, voló la mariposa que dejaba que la morfina entrara en mi cuerpo subcutáneamente...
Ayer, tuve el visto bueno para comenzar a borrar las líneas de muchos colores que dibujaban todo el abdomen para la marcación de la neurocirugíacerebral que me habían estado practicando este último mes, único tratamiento posible de hacerme ya que toda esa zona de mi cuerpo ya había recibido radiación anteriormente y operar no era una posibilidad...
Hoy, volver a entrar a la ducha, poder sentir el agua caliente recorrer desde la punta de mi cabeza hasta la punta de mis pies, fue una de las bendiciones más esperadas que sentí en este último tiempo, aunque tal vez muchos de ustedes no puedan imaginar cuanto uno puede llegar a extrañar esos "actos cotidianos".
Hoy, que he dado vuelta otra página, tengo ganas de volver a decir, y el motivo es el de siempre, exorcizar y contar que se puede, que a veces es mucho más duro, pero que se puede.
Hace algún tiempo atrás, solo eran conjeturas, un dolor que no se definía, una molestia que podía venir de algún mal movimiento, una inflamación que no terminaba de decidir en que se quería convertir...
Hasta que un día se decidió: punción lumbar que da como resultado un tumor en la columna, que me iba a tirar otra vez al ruedo, pero esta vez de una forma totalmente diferente.
Enfrentarse otra vez al diagnóstico, no es tarea fácil, mucho menos cuando el diagnóstico es este. Uno piensa en los huesos, en la columna, en el movimiento, en que es el eje del cuerpo humano, en tantas cosas, que ya no podés pensar más, y sin embargo seguís pensando.
El cachetazo es mucho más fuerte que el del diagnóstico inicial, incluso que el del diagnóstico de la metástasis que tuve inicialmente, este me dio con todo, me partió al medio, me golpeó bajo, me arremetió en el lugar donde más me dolía: me quitó la movilidad.
El simple hecho de pensar en la posibilidad de no moverse, creo que paralizaría a cualquiera, pues a mi no me paralizó, me embroncó, me sacudió, me hizo redoblar esfuerzos, me hizo redoblar actitud y compromiso, a mi no me vas a hacer bajar la guardia así no más.
De todas maneras, acá no alcanzaba con poner actitud, con ser "la guerrera" que soy habitualmente, con estar bien plantada y hacerle frente, porque este si que jodía y jodía, día a día se me iba llevando la movilidad de la pierna, de la cadera, del pie, cada vez caminaba menos, cada día rengueaba más...
Día a día, se notaban los cambios desfavorables, y no había forma de pararlo...
Luego del resultado de la punción, y con las cartas sobre la mesa, lo único que escuché fueron las palabras del médico que me decía, nena, no necesito esperar el resultado de la anatomía, con mis 40 años de experiencia, ya sé que esto es un tumor, pero la parte buena, es que tenemos un tratamiento para hacerte, vos tranquila, Y AHI ME AGARRÉ, OTRA VEZ.
Necesité vivirlo distinto, en silencio, necesité toda la fuerza para mí, para mi interior, volver a revisar, donde está el error, donde me equivoco, que me estás enseñando, que es lo que no estoy aprendiendo...
Una vez más entendí, ya lo venía entendiendo en realidad, el miedo, ese desgraciado que se queda ahí al acecho, esperando que uno baje un poquito la guardia, para comenzar a trabajar negativamente dentro de nuestro cuerpo...
Me llevaron el loro del hombro, y en su lugar me trajeron al cuervo, si a ese bicho bien feo, negro pero no como la noche, negro como todo lo negativo junto, que te mira con desconfianza, que sabés que donde le des changüí, te va a comer los ojos, a ese me lo dejaron parado en el hombro, pero tenía los días contados...
Corrí el miedo, como pude, pero había algo con lo que no contaba, algo a lo que no me había enfrentado hasta esta vez, y que haría que todo fuera completamente distinto a la vez anterior: el dolor.
En mi vida, imaginé que una persona sería capaz de soportar tanto dolor, porque en mi vida me imaginé que tanto dolor pudiera existir. El dolor te paraliza, te quita el aliento, no te deja pensar, te corre del eje, te deja totalmente convertido en algo que no sos, te desespera, te vuelve loco, te noquea una y otra vez, una vez que uno experimenta ese grado de dolor, entiende a la gente que tiene sufrimiento físico, y se siente terriblemente egoísta de haber criticado a alguien que sufría sin haber estado nunca en ESOS zapatos...
Por zafar del dolor, creo que uno es capaz de hacer cualquier cosa, y cuando digo cualquier cosa lo digo literal...
No te cuestionás, o mejor dicho al principio si, pero unos pocos minutos después, comenzás a tomar lo que te digan, sin pensar si es fuerte o no, si se te va a hacer adictivo o no, si te va a hacer mal para dos millones de cosas aparte o no, porque lo único que necesitás en ese momento es que alguien te corra de ese lugar de dolor, que alguien te alivie...
Así se fueron sumando más y más medicamentos, algunos aliviaban una cosa, otros otra, unos apagaban el sistema nervioso central, los otros desinflamaban, unos calmaban a un nivel, los otros en otro...
Así me empecé a ver al espejo y un día me vi convertida en otra persona: por allá atrás están las facciones originales que tenía mi cara, el resto está todo ocupado por la inflamación que me han traído los benditos corticoides que me sirven para regular otras cosas y que me hacen sentir hambre todo el tiempo y antojos de comidas y rechazo por otras cosas que solía consumir habitualmente...
Piensan que me hace problema? para nada, con tal de no sentir dolor, prefiero seguir convertida en esta especie de cruza entre pez globo y la ardilla de la era del hielo en la que me he convertido...
Tengo que agradecer a Dios, por supuesto, que una vez más ha puesto en mi camino este tumor que tengo que invitar a retirarse, pero que también ha sembrado mi camino de bendiciones que no puedo dejar de mencionar:
Un equipo médico que como siempre se ha puesto mi caso al hombro con todo, con el aditamento de una especie de oncóloga "Hada Madrina" que ha sido quien me ha tocado día a día con su varita mágica para ir aliviándome el dolor físico y también el dolor del corazón, porque vaya si se ha ocupado de mi parte emocional como nadie.
Solo el que está en estos zapatos, sabe lo que se padece y se sufre transitando esta enfermedad, el que está por fuera, no puede tener ni la más remota idea...
Un equipo de compañeras voluntarias, seres llenos de luz y claridad, con Cris y Clari a la cabeza, que se han puesto a disposición para todo y que sobre todo me han sostenido emocionalmente en todo momento, desde que dejé por un rato de ser una de las que escuchaba en el teléfono y pasé a ser una de las que necesitaba ser escuchada...
Unos amigos de fierro, pues a los pocos que les repartí una parte de esta mochila, porque como dije necesité vivirlo más para adentro, la tomaron como se los pedí, con respeto, esperando que los llamara si los necesitaba, yo sabiendo que estaban, ellos sabiéndolo también, pero sin invadir, y tratando de sumar en vez de restar, porque para mí si hay algo que está claro es que si alguien resta en mi vida, porque no es capaz de entenderme, ya no tiene sitio dentro de ella...
Un amigo que ya no está físicamente conmigo, pero que me acompañó en este tramo tan duro para ambos, con la charla cotidiana y franca, cruzándonos chistes, hablando sobre la vida y la muerte de forma natural porque ambas forman parte de esto que nos toca transitar llamado vida, que apartaba su dolor para ocuparse de preguntarme por el mío, que sabía el sacrificio que me implicaba llegar a verlo y que lo valoraba y agradecía, que me enseñó toneladas de cosas y que aún me sigue enseñando...
Una amiga a quien escuché y escucho todo el tiempo decirme, olvidate Vivi, vos tenés que poder con esto, y vas a poder y ni pienses en otra cosa, y ese ímpetu que venía con ella, que hace que cada vez que recuerdo su voz y su lucha, siga sin creer que no está aquí, pero todo se vuelva más lleno de energía y sienta ese empujonzote que me está dando...
Una familia que no necesito decir que es de fierro, porque realmente no lo es, somos todos de carne y hueso y como tales las cosas nos atraviesan, nos duelen, nos afectan, nos tiran abajo, pero entre todos nos levantamos, nos cuidamos, nos ayudamos, nos curamos y seguimos adelante. Nunca me imaginé y menos quise que mis padres ni mis hijas tuvieran que verme sufrir como lo han hecho, pero hay cosas que no se eligen y como bien me han hecho entender quienes me quieren bien: lo único que ellos tenían al alcance para hacer por mí era acompañarme y cuidarme, porque en este momento es lo único que pueden hacer, y así lo han hecho las veinticuatro horas del día sin pensar en madrugadas, horarios, findes o el momento que fuera.
Lo que resta, de restar, como siempre, prefiero desecharlo, porque no le sirve a nadie, ni a mi ni a quien lo lea, así que como vino, se fue...
El camino continúa, recién acabo de dar vuelta la primera página, pero también la más importante, el tratamiento seguirá haciendo su efecto, yo seguiré haciendo mis deberes de la forma más prolija posible, manteniendo mi Fe que gracias a Dios nunca me ha abandonado y que me ha sacado a flote inclusive en los peores momentos...
Nada más por el momento, solo necesitaba contarles esto, lejos de querer alarmar a nadie, lejos de que me escriban que soy una guerrera o que puedo esto o que puedo aquello, necesitaban contarlo por si alguien, y ojalá que no, recibe un cachetazo como este que recibí hace algún tiempo, y que sepan que se puede, que muchas veces es mucho más difícil, pero se puede, lo único que no se puede es tirar la toalla nunca!!!
sábado, 30 de mayo de 2015
Hasta siempre amigo
No puedo "despedirme", porque tengo la certeza de que un día nos vamos a volver a encontrar!!!
En realidad, tengo la certeza, de que nos vamos a volver a encontrar todos estos días, porque vas a seguir tan presente en mi vida como hasta ahora, como el resto de las personas que se me han ido adelantando, en este viaje que estamos haciendo todos, pero del que algunos se separan un poquito antes que otros..
Tan presente vas a estar amigo! Si tu fuerza fue y es mi fuerza, tu garra me contagió el alma, tu lucha me enseñó a hacerle frente a los peores diagnósticos médicos, tu empuje, tus ganas, tu voluntad, me mostró una y mil veces, que uno es lo que quiere ser y no lo que otros le dicen "que es".
Que uno se va haciendo su propia realidad, cuando entiende que no hay por qué aceptar, la realidad que otros "te pintan".
Que es posible, que se puede, que se le gana vida a esta enfermedad con la que nos tocó vivir, porque un día allá por el 2013 te dijeron no va más, y vos seguiste yendo pa'lante y pa'lante...
Que hoy, no estás perdiendo ninguna batalla y mucho menos una guerra, hoy entraste una vez más por la puerta grande, estoy segura de que algo mucho mejor de lo que tenemos acá, te está recibiendo de brazos abiertos, porque lo tenés más que merecido.
Yo, le agradezco a la vida, y al cáncer, si, al cáncer, que me cruzó en la vida con personas como vos, de las que he aprendido tanto, con las que he compartido tanto, con las que hemos podido reír, llorar, sostenernos, contenernos y tantas cosas más...
El cáncer que nos vino a reventar la vida de una y mil formas, también siento que me ha traído mil y una bendición, como conocerte amigo.
Estoy triste claro, 33 años y la vida por delante... pero así es la vida, no hay una regla "justa", lo sabemos y lo vivimos así todos los días.
Estoy tranquila, porque te liberaste, y cuando uno quiere a alguien, necesita soltarlo para que pueda seguir adelante, sin pensar más que en el bienestar del otro.
Estoy en paz amigo, porque sé que estuve a tu lado cada vez que me necesitaste y pude hacerlo, inclusive cuando salía de la quimio y me iba hasta el quinto piso a hacerte un ratito de compañía... o como el otro día que llegué con mi patita rengueando por el pasillo y me sostuve en pie como pude, solo para darte un abrazo y contarte un par de chistes de humor negro!!!
Recordá que el día que te toque recibirme, allá del otro lado, prometiste esperarme con una buena picada y una botella de vino, porque ya no vamos a necesitar este licorcito q nos tomábamos ahora..
Estoy tranquila amigo, ya no hay dolor, ahora solo hay paz.
De San Agustín:
"La muerte no es nada, solo he pasado a la habitación de al lado.
No estoy lejos, solo estoy al otro lado del camino. Veis? Ya todo está bien."
En realidad, tengo la certeza, de que nos vamos a volver a encontrar todos estos días, porque vas a seguir tan presente en mi vida como hasta ahora, como el resto de las personas que se me han ido adelantando, en este viaje que estamos haciendo todos, pero del que algunos se separan un poquito antes que otros..
Tan presente vas a estar amigo! Si tu fuerza fue y es mi fuerza, tu garra me contagió el alma, tu lucha me enseñó a hacerle frente a los peores diagnósticos médicos, tu empuje, tus ganas, tu voluntad, me mostró una y mil veces, que uno es lo que quiere ser y no lo que otros le dicen "que es".
Que uno se va haciendo su propia realidad, cuando entiende que no hay por qué aceptar, la realidad que otros "te pintan".
Que es posible, que se puede, que se le gana vida a esta enfermedad con la que nos tocó vivir, porque un día allá por el 2013 te dijeron no va más, y vos seguiste yendo pa'lante y pa'lante...
Que hoy, no estás perdiendo ninguna batalla y mucho menos una guerra, hoy entraste una vez más por la puerta grande, estoy segura de que algo mucho mejor de lo que tenemos acá, te está recibiendo de brazos abiertos, porque lo tenés más que merecido.
Yo, le agradezco a la vida, y al cáncer, si, al cáncer, que me cruzó en la vida con personas como vos, de las que he aprendido tanto, con las que he compartido tanto, con las que hemos podido reír, llorar, sostenernos, contenernos y tantas cosas más...
El cáncer que nos vino a reventar la vida de una y mil formas, también siento que me ha traído mil y una bendición, como conocerte amigo.
Estoy triste claro, 33 años y la vida por delante... pero así es la vida, no hay una regla "justa", lo sabemos y lo vivimos así todos los días.
Estoy tranquila, porque te liberaste, y cuando uno quiere a alguien, necesita soltarlo para que pueda seguir adelante, sin pensar más que en el bienestar del otro.
Estoy en paz amigo, porque sé que estuve a tu lado cada vez que me necesitaste y pude hacerlo, inclusive cuando salía de la quimio y me iba hasta el quinto piso a hacerte un ratito de compañía... o como el otro día que llegué con mi patita rengueando por el pasillo y me sostuve en pie como pude, solo para darte un abrazo y contarte un par de chistes de humor negro!!!
Recordá que el día que te toque recibirme, allá del otro lado, prometiste esperarme con una buena picada y una botella de vino, porque ya no vamos a necesitar este licorcito q nos tomábamos ahora..
Estoy tranquila amigo, ya no hay dolor, ahora solo hay paz.
De San Agustín:
"La muerte no es nada, solo he pasado a la habitación de al lado.
No estoy lejos, solo estoy al otro lado del camino. Veis? Ya todo está bien."
viernes, 22 de mayo de 2015
Cumplo dos!
Hace algún tiempo vengo evaluando la posibilidad de escribir o no este post, finalmente me incliné por escribirlo, por seguir sacando, por seguir limpiando.
La semana próxima, más concretamente el día 29, se cumplen dos años de que me diagnosticaron con cáncer. Esa fecha "fatídica" en la que todo cambió para siempre, esa fecha visagra en mi vida, como ninguna otra, esa fecha que también me cuesta recordar con claridad, porque no soy de "recordar fechas", les resto importancia, no me quedan, no las retengo, y sin embargo, ahí está, marcada a fuego en el almanaque de mis cuarenta y dos añitos de vida.
Pero, hay un por qué, para escribir esto que quiero decir, y es poner en palabras, ordenar, mirar con un poco más de distancia algunas cosas, ver más de cerca algunas otras, ver como a uno (gracias a Dios) le va cambiando la perspectiva frente a un montón de cosas que han ido surgiendo, mirar hacia atrás y ver todo lo que he sido capaz de andar, de transitar, de batallar, de acompasar...
Mirarme hoy, y ver esta nueva persona que soy gracias al cáncer, ver mi nueva realidad, ver la vida que elegí y elijo todos los días, verme como una persona finita, mortal, que tiene la vida agarrada de alfileres, pero no por el cáncer, sino porque así la tenemos todos a pesar de que tal vez muchos no han sido diagnosticados y creen tener la vida segura, no lo saben o tal vez eligen no saberlo, pero la vida cambia en un segundo, y de golpe todo lo que era seguro, puede dejar de serlo.
Sentirme orgullosa de ver donde llegué, saberme bendecida enormemente a diario, querida, acompañada, respetada. Sentir que el futuro ya no me preocupa como antes, y que la vida la vivo de a 24 horas nada más.
Tal vez, y seguramente esta sea la parte más ambiciosa de escribir este post: llegarle a ustedes. A quienes están enfermos y a quienes no. A quienes están en crisis y a quienes no. A quienes a diario buscan algún motivo "para vivir" y a quienes los encuentran todos los días. Sin querer dar cátedra de absolutamente nada, poder compartir una vez más mi experiencia con ustedes, y que tal vez, les prenda esa lucecita que te dice: vamos, seguí adelante, vas bien, tu corazón te dice que ese es el camino, seguilo!!! y si el camino te pone a prueba una y otra vez, y estás convencido, seguí por ahí, porque es por ahí!!!
Hace dos años, de la noche a la mañana, si, porque fue de la noche a la mañana, me fue arrebatada mi vida tal y como la conocía hasta ese entonces: tuve que entregar todos los controles remotos que poseía, para tener en ese momento lo que creía era el control de todo, cuando en realidad no tenía el absoluto control de nada.
Hace dos años perdí un montón de cosas, entre ellas mi salud, física y mental, porque obviamente esta segunda se trastocó aunque hizo mil y un malabares para no hacerlo. También perdí vitalidad, perdí energía, perdí autosuficiencia, perdí independencia, perdí libertad.
Renuncié a otro montón de cosas, a cosas que sabía que me hacían mal y que no tenían que permanecer en mi vida si lo que buscaba era sanarme (que es mucho más que curarse) y seguir adelante.
Renuncié a un trabajo que creía que era lo que me daba TODO en ese momento, y me di cuenta que podía seguir viviendo sin él, y es más, vivía aún mejor sin él. Tomé la decisión y "empujé la vaquita", aquella del cuento que me había acompañado durante años (como un capricho que el destino me pusiera de antemano cuando solo "jugueteaba" con esa idea como algo casi imposible). Agradecí todo lo que en su momento me aportó: las enseñanzas, las vivencias, el hecho de haberme permitido ser independiente y haber criado a mis hijas con independencia económica, las maravillosas personas que allí conocí, los momentos lindos, los duros, los tristes, los otros... agradecí, cerré el círculo.
Renuncié a un amor, a uno de esos que te traspasan las venas, el alma, el físico, la cabeza, el corazón y todas las partes de tu ser que puedas imaginarte, pero que en un punto, sabés que ya no es para esta vida, será en otra, habrá sido en otra, o no será en ninguna. Agradecí todo lo aprendido, lo vivido, lo soñado, lo que no salió bien y lo que salió perfecto... agradecí, me perdoné, me salvé, cerré el círculo.
Renuncié a cosas, personas, situaciones, que ya no eran beneficiosas en mi vida, pero siempre, analizando cada situación, y viendo que en todo, siempre hubo algo bueno, una enseñanza.
También gané, y cuando digo que gané, creo que fue mucho más lo que gané, que lo que perdí y a lo que tuve que renunciar, pero para eso me la tuve que jugar: salir de mi zona de confort, y me la jugué.
GANE VIDA!!!
Gané calidad de vida. El hecho de sentir al cáncer respirándome en la nuca día a día, hizo que todo se volviera más ya, más tangible, más ahora, más de hacer, de decir, de vivir. Nada podía dejarse "para después".
Las charlas con mis hijas, con mi familia, con mis amigos, eran más francas, más abiertas, más directas, los sentimientos siempre estaban arriba de la mesa, nada se escondía. Los abrazos, los besos, las caricias, todo estaba enormemente mucho más sentido y demostrado. Todo pasó a celebrarse: el más mínimo acontecimiento que sucedía, se celebraba: una quimio con buena respuesta, una sesión menos de radio, la cirugía ya tenía fecha, un cumple, un aniversario, TODO pasó a ser motivo de festejo.
Todo pasó a tener más sabor, más color, más aroma, más intensidad. Sé que lo viví y lo vivo de esa manera, sé que algunas de mis personas más cercanas también lo viven así, sé que muchos otros de los que cambiaron ante el impacto inicial de la noticia, luego volvieron a verse arrastrados por la corriente de la rutina y siguieron con sus vidas como siempre, pero YO NO.
Pude seguir soñando, a pesar de los diagnósticos, de los tratamientos planteados, de una cirugía tras otra, de un escalón tras otro, a pesar de que se me iba una cosa y venían cinco, pude seguir soñando y luego concretar mis sueños.
Así comencé, un día soñando hacer cosas pequeñitas, que en ese momento eran casi un hito por mi situación clínica: como darme un baño de mar después de meses de haber tenido una nefrostomía, o brindar con una copita de alcohol en la Navidad del 2013, después de venir de 8 meses de quimioterapia... Un día soñé un poco más, y estaba sentada meditando en Machu Picchu con mi viejo sentado a mi lado, como lo había soñado desde que era muy niña...
Aprendí a dejar de lado las discusiones inútiles, a dejar de PRE ocuparme, a dejar de hacerme problema por cosas sin sentido, a darle a las cosas el verdadero valor que tienen, el de "cosas" y a las personas y a las experiencias el verdadero valor que tienen, uno que es intangible, incontable, que es lo realmente importante y que nada tiene que ver con algo material.
Aprendí a decir bien, y también a callar cuando decir no aportaba nada. Aprendí a escuchar. Aprendí a leer entre líneas. Aprendí a empatizar cada día un poquito más.
La sombra del cáncer igual me seguía, aprendí a convivir con ella.
Como digo yo, después del diagnóstico, te paran un loro en el hombro, cual Pirata del Caribe, que te recuerda varias veces al día, que tuviste cáncer. Es muy fácil decir desde afuera, ya está no le des más corte, te curaste, no pienses, pero es inevitable. Quien alguna vez tuvo cáncer, sabe que un simple dolor de cabeza, se convierte en una amenaza mortal, y que en el mismísimo momento en que sentís "algo raro", todas las alertas comienzan a activarse nuevamente.
Meses de controles estables, de resonancias, centellogramas, análisis, que van saliendo bien. Cada examen una cuerda floja que volvés a cruzar, cada resultado, un nudo en la garganta, al que creo no te acostumbrás nunca. Pero tenés que aprender a vivir con eso, y seguís, te seguís fortaleciendo, no te queda otra.
Otra cosa que gané con el cáncer fue fuerza. Siempre fui consciente de mi fuerza de voluntad, de mi determinación, de tener claro hacia donde quería ir, de poder entender lo que se necesita para llegar adonde queremos llegar, el cáncer me lo reforzó. No lo viví como una batalla, ni como una guerra, ni como una lucha, lo viví como un desafío. Un desafío que no hubiera elegido vivir, pero me tocó, y sé que fue un mano a mano entre los dos, para buscar una vida mejor que la que vivía hasta ese momento, lo entendí, le agradecí.
Un día, hace no mucho tiempo, volvió. Si, como les dije a las pocas amigas a las que se los conté: volvió una noche, no lo esperaban... Volvió, me cambió al loro por el cuervo, me lo posó en el hombro, hizo que me mirara otra vez con expresión de muerte, con color de muerte, pero le volví a hacer frente. Hay más para entender? pues bien, sigamos entendiendo.
Lloré, me entristecí, me sentí vapuleada y golpeada otra vez! Cómo no hacerlo? Yo estaba haciendo todos los deberes bien, y qué es lo que no hago bien para estar otra vez parada acá? Creo haber encontrado la respuesta, en muy poco tiempo, en solo algunas semanas: tengo miedo.
Ahora, el miedo está bajo control. Los pasos que hay que dar para volver a estar "saludable" están dados, y todo ya comenzó a rodar para que así sea. Siento que me entregué, pero que me entregué bien, no que bajé los brazos. Siento que soy una con la vida, que si el de arriba me manda a pasar por estas pruebas por alguna razón que tal vez ahora no entiendo, será. Fluyo con la situación y la acompaño, por más que a veces me entristezca o se me haga un poco más cuesta arriba, fluyo con ella, me amoldo, acepto los cambios, busco la salida, sigo la luz, esa misma luz que la vez anterior me ayudó a salir, esa que es interna, que no depende de más nadie que de mí, y que es la que me va a volver a llevar a la superficie ahora.
Ahora, que las cartas están sobre la mesa, el juego está presentado y solo me apresto a desempeñar el rol que me toca de la mejor manera posible, siendo como siempre, una paciente obediente, haciendo caso a todo los que me dicen los docs, siguiendo las sugerencias de quienes me quieren bien, permitiendo que me mimen todo el tiempo porque eso es justamente lo que necesito ahora, recibiendo más y más cariño, dejando que me cuiden, recibiendo a manos llenas, empieza a despejar otra vez y el sol vuelve a brillar con toda su intensidad.
Como por arte de magia, o mejor dicho, como por arte de cadena de favores, empiezan a representarse con muchísima más fuerza y de una manera totalmente impensada y sin planear, ángeles por todas partes, que vienen en mi ayuda, que me rescatan, que me proveen de todo aquello que estoy necesitando, sin siquiera haber hecho el pedido "en voz alta", es como si el Universo supiera lo que tiene que traerme y me lo concede, todo el tiempo, en todos lados: acompañantes maravillosas, personas totalmente desinteresadas preocupándose y ocupándose de mi todo el tiempo, profesionales que sin conocerme se arremangan y hacen TODO por darme la mejor calidad de vida a la que puedo acceder en este momento para estar tranquila, para no perder el foco, para seguir sumando cosas a la recuperación. Como por arte de magia, o del destino, algunas situaciones cambian, se desarman casas, o mejor dicho no se desarman, se rearman, se agrandan los hogares, se hace más fuerte y presente que nunca la contención.
Reafirmo que una de las misiones que me trajo esta enfermedad, fue comunicarme. Poder contar lo que me ha sucedido, lo que me sucede, dar una mano, poner el oído. Ser escucha, interactuar con otros, que están enfermos o no, que son pacientes o son familiares, o son amigos, o son sólo personas desesperadas haciendo frente a algún problema en sus vidas y mi única misión, es tal vez mostrarles, que con toda seguridad, ellos también han peleado una y mil batallas y las han ganado, así que por qué razón no saldrían a dar una batalla más? Y cuando puedo encender esa luz, la misión está cumplida, y me siento feliz y llena de paz!
Muchos me han preguntado por qué no me alejo del "tema cáncer", ya está, ya terminó para vos, me decían cuando los primeros estudios salieron "limpios", y casi automáticamente mi respuesta era: imposible!
Yo tengo que convertir todo esto en algo bueno, esto tiene que servir, tiene que servirme a mi para crecer, porque además nunca se sabe si no voy a tener que volver a enfrentarlo, y tiene que servir para ser luz para otros. En parte siento que sería "egoísta" tener una llave para abrir ciertas puertas, y guardarla bajo siete candados, para ser usada únicamente por mi en caso de necesitarla, yo no soy así.
Son tantas las cosas buenas que pasan, unas vienen enrabadas con otras, solo hay que tener la capacidad de verlas y de agradecerlas, y uno más valora y más agradece y más es capaz de ver la vida así como es, llena de maravillas, de sorpresas, de cambios que pueden ser chocantes, pero que también pueden ser oportunidades enormes de comenzar a vivir otra vida.
Mientras escribo, pasan como en una escena de película tantas imágenes!!! Enfermeras, Doctores, Nurses, de los que seguramente habrán habido decenas, sanatorios, ambulancias, quirófanos, jeringas, aparatos de todo tipo para hacer todo tipo de estudios, historias compartidas en una sala de espera o en una habitación de internación. Tantas privaciones por tal o cual motivo, tantos permisos para celebrar tal o cual cosa, tantas miradas cómplices, tantas sonrisas que animaban, tantas personas que hicieron la diferencia en el proceso...
Ahora, mi vida vuelve a rebalsar de bendiciones, de esas que espero hace tiempo, sin desesperar, porque sabía que cuando fuera el momento preciso llegarían. Ahora me doy cuenta, que tal vez el camino fue largo, y tal vez hasta lo sea un poco más, pero ese era el camino correcto. Ahora me doy cuenta, que las elecciones estuvieron acertadas, que renuncié a lo que sentía que no me hacía bien, que seguramente perdí lo que ya no necesitaba para vivir, que gané mucho más de lo que alguna vez pude imaginarme, que me reinventé, que soy otra, y que soy mucho mejor después de aquel fatídico diagnóstico de hace dos años que me definía como "tenés cáncer".
La semana que viene, cumplo dos!!! si dos, dos de haber nacido de nuevo, de que me hayan dado la posibilidad de ser esta Vivi, la que soy hoy, que sin lugar a dudas, es una versión mucho más plena y brillante de la que era antes de haber sido diagnosticada con cáncer.
miércoles, 20 de mayo de 2015
Hacer y soltar
Cómo y por donde empezar?
Bueno, tal vez por el principio, aunque algunas veces no nos damos cuenta en el mismo momento, que ese, es el principio.
Muchas veces pienso, en la fuerza que tiene la palabra, que tienen los pensamientos. Son conceptos que me vienen a la mente una y otra vez, y que si tomo unos minutos para apreciarlos con un poquito de distancia, confirmo también, una y otra vez la fuerza arrasadora que tienen, tanto para bien como para mal.
Pero hoy, quiero concentrarme en otra parte: los hechos.
No sé si estoy del todo de acuerdo con aquella vieja frase que dice, lo que vale es la intención, es más, creo que lo que vale, no es la intención sino son los hechos, las cosas que se hacen, pero sobre todo, las que se hacen y se sueltan.
Ahí creo que radica el secreto de que luego esto comience a andar.
Cuando uno hace, porque le nace hacer, porque siente la gratificación de haber dado algo de si mismo, que puede ayudar a otro, sin mirar en ningún momento, y esto dicho poniendo totalmente la mano en el corazón, si un día ese hecho puede significarnos algún beneficio como reporte.
Son tantos los ejemplos, los casos, donde uno luego, ve a distancia, cómo y cuando fue que ese "motor" comenzó a andar, a funcionar, a generar "efectos rebote", a crear "efectos en cadena", como se comenzó a formar esa "cadena de favores", algunas veces dicha pero muchas otras totalmente en silencio, y mágicamente todo pasa y todo se acomoda.
Y un día, así sin darte cuenta, o tal vez dándote cuenta, de que por más que seas un granito de arena en un médano, sos también una parte del médano, y como todas las partes del médano, sos importante y valioso y podés aportar al bien común, te animás, te ofrecés, te la jugás a pasarte a la vereda de la empatía, ofreces tu ser completo, físico, espiritual, emocional, para ver si a alguien podés hacerle algo un poquito más llevadero.
Y seguramente en ese momento, no lo pensás, aunque lo sabés, que hoy estás de una vereda, pero mañana, o dentro de un rato, podés estar en la otra, y así sucesivamente, porque eso es la vida, y ahí empezás a ver...
Ves como aquel tímido "yo me puedo ofrecer para lo que pueda ser útil", se convierte en una catarata de cosas buenas que te suceden, entre otras que no lo son tanto. Ves como de golpe, tenés un ejército de ángeles, que corren en tu dirección, que te asisten desde con mensajes, con llamados, con invitaciones a mirar el mar, te dan su tiempo, se involucran con tus sentimientos, se ponen a las órdenes para acompañarte a hacer tal o cual cosa, con venir a conversar un rato, se hacen tiempo porque quieren hacérselo, te pasan mensajes de aliento, están ahí, a la hora que sea, el día que sea...
Ves aparecer profesionales, que además de ser excelentes en lo que hacen, son mejores personas aún, no te conocen, no saben quien sos, pero acomodan sus horarios a tu conveniencia, no tienen pereza en contestar una llamada a la hora que sea, no miran costos de dinero ni de tiempo, se cruzan la ciudad de una punta a la otra, con tal de aliviarte el dolor fisico o el del alma, que a veces es mucho más difícil de poder aliviar, te escuchan, te toman en cuenta, te hacen sentir un ser humano querido y contemplado, para ellos no sos solo un número de un sistema: sos una persona.
Ves aparecer amigas, amigos, personas, a los que tal vez en algún momento, vos también les tiraste un lazo, les tendiste la mano en un momento difícil, y soltaste, no esperaste ningún tipo de retribución, pero es eso, la vida vuelve, porque lo que se suelta, vuelve cuando tiene que volver...
Ves otras situaciones también, que duelen, lastiman, porque uno sabe que no debe generarse expectactivas de ningún tipo, pero son muchos años de pensar de la misma forma, y a veces no es tan sencillo no hacerlo, y esas cosas no suceden, quedan ahí, truncas, se van desgastando, se van muriendo... pero tal vez, ese es su destino, nadie lo sabe y si algo hemos venido aprendiendo, es que con la vida se fluye, que esto no es una "lucha", no es una "pulseada", esto es un fluir con los cambios, con lo que necesitamos nuevo en nuestra vida, para que nuestra vida, valga la redundancia, se renueve en plenitud y sea cada día más placentera y saludable..
Ves situaciones que mágicamente se transforman del día a la noche, donde de un borrón, se dejan de lado egos, actitudes egoístas, y pelotudeces grandes como edificios, para poner la magia en otro lado y hacer que todo siga sucediendo, donde se le vuelve a rendir culto a la amistad, a la solidaridad, donde se ve de golpe todo el camino andado en común, y ese es el camino por el que se elige seguir andando.
Ves que hay gente que entiende y gente que no. Ves que hay gente que no entiende ni aún cuando le expliques, cuando además en realidad, lo último que querés en ciertos momentos, es tener que dar explicaciones; porque es así, hay situaciones de vida, que se viven y punto, sin explicaciones, sin vueltas, sin preguntarse por qué, sino más bien viendo para qué.
Ves que a tu alrededor hay muchas personas en tu sintonía, y muchas otras que no. Muchas, tal vez demasiadas a mi modo de ver de este momento, preocupándose por cosas sin sentido, sin importancia, por cosas que de un soplido pueden desaparecer también como por arte de magia...
Ves gente que no crece, que sigue como los caballos, con los tapa ojos a los costados, y la vida les pasa y los golpea y los tira y los maltrata y ellos siguen cuales mastungos entrenados para caminar un único camino, sin ser capaces de ver y experimentar, que el único dueño de su destino y de su felicidad son ellos mismos, y se te sale el corazón del pecho por explicarles, pero es en vano, porque cada quien tiene que hacer su propio camino...
Ves que los milagros, se suceden una y otra vez, y agradecés, y a su vez, también entendés, que el día en el que vos decidiste hacer y soltar, todo comenzó a suceder. Ves que sos parte de esa cadena milagrosa, que gira sin parar, y a la que todos podemos ir aportando nuestro granito de arena, siempre y cuando hagamos y soltemos, porque el bien, lo que está bien hecho, lo que se hace de corazón se hace y se suelta...
Bueno, tal vez por el principio, aunque algunas veces no nos damos cuenta en el mismo momento, que ese, es el principio.
Muchas veces pienso, en la fuerza que tiene la palabra, que tienen los pensamientos. Son conceptos que me vienen a la mente una y otra vez, y que si tomo unos minutos para apreciarlos con un poquito de distancia, confirmo también, una y otra vez la fuerza arrasadora que tienen, tanto para bien como para mal.
Pero hoy, quiero concentrarme en otra parte: los hechos.
No sé si estoy del todo de acuerdo con aquella vieja frase que dice, lo que vale es la intención, es más, creo que lo que vale, no es la intención sino son los hechos, las cosas que se hacen, pero sobre todo, las que se hacen y se sueltan.
Ahí creo que radica el secreto de que luego esto comience a andar.
Cuando uno hace, porque le nace hacer, porque siente la gratificación de haber dado algo de si mismo, que puede ayudar a otro, sin mirar en ningún momento, y esto dicho poniendo totalmente la mano en el corazón, si un día ese hecho puede significarnos algún beneficio como reporte.
Son tantos los ejemplos, los casos, donde uno luego, ve a distancia, cómo y cuando fue que ese "motor" comenzó a andar, a funcionar, a generar "efectos rebote", a crear "efectos en cadena", como se comenzó a formar esa "cadena de favores", algunas veces dicha pero muchas otras totalmente en silencio, y mágicamente todo pasa y todo se acomoda.
Y un día, así sin darte cuenta, o tal vez dándote cuenta, de que por más que seas un granito de arena en un médano, sos también una parte del médano, y como todas las partes del médano, sos importante y valioso y podés aportar al bien común, te animás, te ofrecés, te la jugás a pasarte a la vereda de la empatía, ofreces tu ser completo, físico, espiritual, emocional, para ver si a alguien podés hacerle algo un poquito más llevadero.
Y seguramente en ese momento, no lo pensás, aunque lo sabés, que hoy estás de una vereda, pero mañana, o dentro de un rato, podés estar en la otra, y así sucesivamente, porque eso es la vida, y ahí empezás a ver...
Ves como aquel tímido "yo me puedo ofrecer para lo que pueda ser útil", se convierte en una catarata de cosas buenas que te suceden, entre otras que no lo son tanto. Ves como de golpe, tenés un ejército de ángeles, que corren en tu dirección, que te asisten desde con mensajes, con llamados, con invitaciones a mirar el mar, te dan su tiempo, se involucran con tus sentimientos, se ponen a las órdenes para acompañarte a hacer tal o cual cosa, con venir a conversar un rato, se hacen tiempo porque quieren hacérselo, te pasan mensajes de aliento, están ahí, a la hora que sea, el día que sea...
Ves aparecer profesionales, que además de ser excelentes en lo que hacen, son mejores personas aún, no te conocen, no saben quien sos, pero acomodan sus horarios a tu conveniencia, no tienen pereza en contestar una llamada a la hora que sea, no miran costos de dinero ni de tiempo, se cruzan la ciudad de una punta a la otra, con tal de aliviarte el dolor fisico o el del alma, que a veces es mucho más difícil de poder aliviar, te escuchan, te toman en cuenta, te hacen sentir un ser humano querido y contemplado, para ellos no sos solo un número de un sistema: sos una persona.
Ves aparecer amigas, amigos, personas, a los que tal vez en algún momento, vos también les tiraste un lazo, les tendiste la mano en un momento difícil, y soltaste, no esperaste ningún tipo de retribución, pero es eso, la vida vuelve, porque lo que se suelta, vuelve cuando tiene que volver...
Ves otras situaciones también, que duelen, lastiman, porque uno sabe que no debe generarse expectactivas de ningún tipo, pero son muchos años de pensar de la misma forma, y a veces no es tan sencillo no hacerlo, y esas cosas no suceden, quedan ahí, truncas, se van desgastando, se van muriendo... pero tal vez, ese es su destino, nadie lo sabe y si algo hemos venido aprendiendo, es que con la vida se fluye, que esto no es una "lucha", no es una "pulseada", esto es un fluir con los cambios, con lo que necesitamos nuevo en nuestra vida, para que nuestra vida, valga la redundancia, se renueve en plenitud y sea cada día más placentera y saludable..
Ves situaciones que mágicamente se transforman del día a la noche, donde de un borrón, se dejan de lado egos, actitudes egoístas, y pelotudeces grandes como edificios, para poner la magia en otro lado y hacer que todo siga sucediendo, donde se le vuelve a rendir culto a la amistad, a la solidaridad, donde se ve de golpe todo el camino andado en común, y ese es el camino por el que se elige seguir andando.
Ves que hay gente que entiende y gente que no. Ves que hay gente que no entiende ni aún cuando le expliques, cuando además en realidad, lo último que querés en ciertos momentos, es tener que dar explicaciones; porque es así, hay situaciones de vida, que se viven y punto, sin explicaciones, sin vueltas, sin preguntarse por qué, sino más bien viendo para qué.
Ves que a tu alrededor hay muchas personas en tu sintonía, y muchas otras que no. Muchas, tal vez demasiadas a mi modo de ver de este momento, preocupándose por cosas sin sentido, sin importancia, por cosas que de un soplido pueden desaparecer también como por arte de magia...
Ves gente que no crece, que sigue como los caballos, con los tapa ojos a los costados, y la vida les pasa y los golpea y los tira y los maltrata y ellos siguen cuales mastungos entrenados para caminar un único camino, sin ser capaces de ver y experimentar, que el único dueño de su destino y de su felicidad son ellos mismos, y se te sale el corazón del pecho por explicarles, pero es en vano, porque cada quien tiene que hacer su propio camino...
Ves que los milagros, se suceden una y otra vez, y agradecés, y a su vez, también entendés, que el día en el que vos decidiste hacer y soltar, todo comenzó a suceder. Ves que sos parte de esa cadena milagrosa, que gira sin parar, y a la que todos podemos ir aportando nuestro granito de arena, siempre y cuando hagamos y soltemos, porque el bien, lo que está bien hecho, lo que se hace de corazón se hace y se suelta...
jueves, 7 de mayo de 2015
Pum!
Aguantar.
Aguantar.
Aguantar.
Ya va a pasar.
Ya va a pasar.
Ya va a pasar.
Respirá hondo.
Respirá hondo.
Respirá hondo.
No, por el momento no podemos hacer más nada que esto...
Explotando en tres, dos, uno...
... PUM!!!
Eso es lo que sentí ayer.
Eso es lo que puedo haber sentido tantas veces, eso es lo que puedo haber evitado tantas otras.
Soy de las personas que tratan de ver que la botella está totalmente llena: o de líquido o de aire, soy una persona positiva, trato de hacer lo mejor, de dar lo mejor, de hacer sin esperar, no siempre me sale, algunas veces me sale mejor que otras.
No soy la reina del positivismo, he comprendido hace tiempo que es mucho mejor ver la vida desde un lugar que suma, que desde uno que resta, que todo lo ve mal.
Trato de agradecer, de valorar lo que no tengo, de no quejarme por lo que me falta, aunque socialmente estamos adiestrados como entes para hacerlo.
Tengo un carácter fuerte, muchas veces naturalmente me impongo (en una buena). Soy de las que necesita resolver los problemas y las situaciones, en vez de patearlas o esperar que desaparezcan por arte de magia.
Soy escorpiana, característica que al parecer me suma un plus más, nunca terminaré de entender por qué a los ojos de los demás ese plus pareciera no ser tan bueno.
Soy franca y directa, aunque con los años he ido aprendiendo diferentes técnicas, y he entendido que no a todos les podés llegar por el mismo camino.
Creo no ser impaciente ni tener ansiedad, he aprendido a manejar y a aceptar los tiempos, los de los demás, pero también a respetar los míos.
Soy de hacer, hacer, hacer y hacer. Supe tener varios controles remotos en la mano y a pesar de no estar físicamente en el lugar, controlar todo con el mando a distancia.
Aprendí que no es bueno estar en todo, ni hacer de todo, ni saber todo, ni nada que incluya la palabra "todo".
Aprendí a soltar, delegué, pedí.
Muchas de las personas que se sentían "tocadas" por la "nueva yo" que pedía, delegaba y soltaba, comenzaron a sentirse mal. Su comodidad se veía amenazada, cómo que ya no podía hacer tal o cual cosa? Pero no lo manifestaban de manera directa, no lo decían con todas las letras, como trato de hacerlo yo.
Hubo algunos intentos por hacer, muchos fueron eso, intentos.
Después comenzaron a llegar las quejas, o el desgano al hacer las cosas, o las ganas de que dijera, ya no lo hagas más, vuelvo a tomar el mando yo.
Ese momento no llegaba, y no llegaba. Mi rol de Mujer Maravilla, al parecer había terminado y era extrañado por varios...
Esperé, confié, di oportunidades, de que las cosas fueran de otra forma.
Porque cuando vos te ofrecés a ayudar, que se supone que hacés?
Porque cuando vos precisás ayuda y la pedís a quién se ofreció para ayudar, qué se supone que pase?
Pues nada, básicamente, el que se ofrece para ayudar, no ayuda en lo que le pedís, el que tiene que hacer cosas básicas que son su responsabilidad tampoco las hace, el que tiene que hacer algo que te involucra a vos directamente, se toma el tiempo del mundo, como si vos pudieras poner la pausa para esperar a que todo se resuelva...
Y así, básicamente, cada uno hace lo que se le canta y vos, osea yo, aguanto, espero que pase, respiro hondo...
Hasta que llega un día, en el que te olvidás de la educación, te olvidás de las oportunidades, te olvidás de que no te gusta levantar el tono, te olvidás de que estás tratando de aprender a fluir con la vida, te olvidás de pensar si el otro puede, quiere, te olvidás de que explotar no va a solucionar nada, y PUM!!! explotás!!!
Sacás todo para afuera, decís, mostrás, llorás, gesticulás, sos vos!!! Sos la versión más auténtica de vos, la que no tiene filtros, la que no pone en la balanza si esto será o no conveniente, la que necesita expresarse a gritos, porque no aguanta más seguir aguantando.
Eso sí, sabés que hay un límite que no se cruza. Porque por más explosión que haya, hay cosas que no deben ser dichas, porque después no hay vuelta atrás. No te exponés, te cuidás.
Tal vez explotar no solucione las cosas, pero una buena sacudida, acomoda los zapallos en el carro, los de tu carro y los de los carros ajenos, esos de los cuales no tenés por qué hacerte responsable vos.
Explotar te llena de sentimientos y te vacía de bronca, de angustia...
Explotar te deshidrata, porque llorás de tristeza, de impotencia, de calentura...
Explotar, no está dentro de mis actividades favoritas, pero la pucha que alivia para seguir andando!!!
Explotar: tómese con moderación. Controle usted mismo, cual es su dosificación adecuada. Puede volverse adictivo, en ese caso abandonar la toma, hasta consultar con un profesional idóneo, ya que en caso contrario puede ser perjudicial para su salud y la de quienes lo rodean.
Aguantar.
Aguantar.
Ya va a pasar.
Ya va a pasar.
Ya va a pasar.
Respirá hondo.
Respirá hondo.
Respirá hondo.
No, por el momento no podemos hacer más nada que esto...
Explotando en tres, dos, uno...
... PUM!!!
Eso es lo que sentí ayer.
Eso es lo que puedo haber sentido tantas veces, eso es lo que puedo haber evitado tantas otras.
Soy de las personas que tratan de ver que la botella está totalmente llena: o de líquido o de aire, soy una persona positiva, trato de hacer lo mejor, de dar lo mejor, de hacer sin esperar, no siempre me sale, algunas veces me sale mejor que otras.
No soy la reina del positivismo, he comprendido hace tiempo que es mucho mejor ver la vida desde un lugar que suma, que desde uno que resta, que todo lo ve mal.
Trato de agradecer, de valorar lo que no tengo, de no quejarme por lo que me falta, aunque socialmente estamos adiestrados como entes para hacerlo.
Tengo un carácter fuerte, muchas veces naturalmente me impongo (en una buena). Soy de las que necesita resolver los problemas y las situaciones, en vez de patearlas o esperar que desaparezcan por arte de magia.
Soy escorpiana, característica que al parecer me suma un plus más, nunca terminaré de entender por qué a los ojos de los demás ese plus pareciera no ser tan bueno.
Soy franca y directa, aunque con los años he ido aprendiendo diferentes técnicas, y he entendido que no a todos les podés llegar por el mismo camino.
Creo no ser impaciente ni tener ansiedad, he aprendido a manejar y a aceptar los tiempos, los de los demás, pero también a respetar los míos.
Soy de hacer, hacer, hacer y hacer. Supe tener varios controles remotos en la mano y a pesar de no estar físicamente en el lugar, controlar todo con el mando a distancia.
Aprendí que no es bueno estar en todo, ni hacer de todo, ni saber todo, ni nada que incluya la palabra "todo".
Aprendí a soltar, delegué, pedí.
Muchas de las personas que se sentían "tocadas" por la "nueva yo" que pedía, delegaba y soltaba, comenzaron a sentirse mal. Su comodidad se veía amenazada, cómo que ya no podía hacer tal o cual cosa? Pero no lo manifestaban de manera directa, no lo decían con todas las letras, como trato de hacerlo yo.
Hubo algunos intentos por hacer, muchos fueron eso, intentos.
Después comenzaron a llegar las quejas, o el desgano al hacer las cosas, o las ganas de que dijera, ya no lo hagas más, vuelvo a tomar el mando yo.
Ese momento no llegaba, y no llegaba. Mi rol de Mujer Maravilla, al parecer había terminado y era extrañado por varios...
Esperé, confié, di oportunidades, de que las cosas fueran de otra forma.
Porque cuando vos te ofrecés a ayudar, que se supone que hacés?
Porque cuando vos precisás ayuda y la pedís a quién se ofreció para ayudar, qué se supone que pase?
Pues nada, básicamente, el que se ofrece para ayudar, no ayuda en lo que le pedís, el que tiene que hacer cosas básicas que son su responsabilidad tampoco las hace, el que tiene que hacer algo que te involucra a vos directamente, se toma el tiempo del mundo, como si vos pudieras poner la pausa para esperar a que todo se resuelva...
Y así, básicamente, cada uno hace lo que se le canta y vos, osea yo, aguanto, espero que pase, respiro hondo...
Hasta que llega un día, en el que te olvidás de la educación, te olvidás de las oportunidades, te olvidás de que no te gusta levantar el tono, te olvidás de que estás tratando de aprender a fluir con la vida, te olvidás de pensar si el otro puede, quiere, te olvidás de que explotar no va a solucionar nada, y PUM!!! explotás!!!
Sacás todo para afuera, decís, mostrás, llorás, gesticulás, sos vos!!! Sos la versión más auténtica de vos, la que no tiene filtros, la que no pone en la balanza si esto será o no conveniente, la que necesita expresarse a gritos, porque no aguanta más seguir aguantando.
Eso sí, sabés que hay un límite que no se cruza. Porque por más explosión que haya, hay cosas que no deben ser dichas, porque después no hay vuelta atrás. No te exponés, te cuidás.
Tal vez explotar no solucione las cosas, pero una buena sacudida, acomoda los zapallos en el carro, los de tu carro y los de los carros ajenos, esos de los cuales no tenés por qué hacerte responsable vos.
Explotar te llena de sentimientos y te vacía de bronca, de angustia...
Explotar te deshidrata, porque llorás de tristeza, de impotencia, de calentura...
Explotar, no está dentro de mis actividades favoritas, pero la pucha que alivia para seguir andando!!!
Explotar: tómese con moderación. Controle usted mismo, cual es su dosificación adecuada. Puede volverse adictivo, en ese caso abandonar la toma, hasta consultar con un profesional idóneo, ya que en caso contrario puede ser perjudicial para su salud y la de quienes lo rodean.
martes, 5 de mayo de 2015
La Campera de Jean
Un título un poco inusual el de hoy, ya verán más adelante como cierra con lo que quiero escribir.
Ayer, otra amiga, me animaba a seguir escribiendo. Es más, me planteaba la idea de que entre mis amigos, "tiraran" temas sobre los cuales les gustaría leer, o mejor dicho sobre los cuales les gustaría que yo escribiera algo.
Si, lo sé, hay algunas personas que me tienen casi tanta Fe como la que me tengo yo. Es el cariño, que hace que todo se vuelva un poco subjetivo ;) .
Así que en ese plan, ayer me preguntaba si no me animaba a escribir algo acerca del apego, o tal vez, mejor dicho del desapego.
La idea quedó rondando en mi cabeza, como cada vez que se me ocurre algo que puedo llevar a cabo, y que se instala y prende una lucecita, hasta que le doy forma y lo dejo nacer, lo dejo ser.
Horas después leo lo de la campera de jean, famoso artículo que fue a parar al título de este post.
Otra amiga, contaba, que volviendo de viaje, había perdido su campera de jean. Pero no era "cualquier" campear de jean, era "LA" campera de jean. Esa que tiene un valor especial, que es casi parte de su propio físico, la que la acompaña en sus presentaciones, la que seguramente es casi un amuleto, la que, a su propio decir, estaba llena de pelotitas, pero no importaba, porque era "LA" campera de jean.
Al seguir leyendo, veo como dentro de los tantos comentarios, alguien le contesta algo así: quedate tranquila, pensá que tal vez alguien que estaba sintiendo frío la está disfrutando.
Yo, que conozco a mi amiga, que sé del poco valor que le da a las cosas materiales, de la grandeza de espíritu que tiene, que sé que ella da todo lo que puede y un poco más también, sabía que el dolor por la pérdida de su campera, era algo totalmente sentimental, iba mucho más allá de la pérdida del mero artículo de vestir. Yo inmediatamente de leer el comentario al que hago referencia, entendí que esa persona había dado en el blanco y así fue, ella entendió y la vi soltar. Quedó feliz de pensar en esa posibilidad, liberó aquella pérdida.
Este ejemplo de "la campera de jean", me vino como anillo al dedo, espero Ceci, no te enojes :)
Hace algunos años, comencé a practicar el desapego de las cosas materiales, y comencé con la no sencilla tarea de enseñárselo a mis hijas, que en ese momento eran niñas. Cada cierto tiempo, nos dábamos a la tarea de separar, lo que ya no necesitábamos. No era que separábamos lo que no nos servía o lo que estaba viejo, o lo que estaba roto, sino que separábamos lo que no necesitábamos. Ahí, la montaña se volvía muy alta.
Comenzábamos a juntar ropa, juguetes, libros, películas, música, que ya no usábamos; no importaba si eran nuevos, o si los habíamos usado una o dos veces, lo que importaba era entender el concepto de que si había algo que yo no usaba y podía servirle a otro, no había razón alguna para guardarlo como si fuese un trofeo, o guardarlo por la única razón de que era mío, o que me lo había regalado fulano o sultano.
Así comenzamos a aprender y a practicar el desapego material. Costó, era duro regalar cosas que nos habían sido regaladas tal vez por alguien querido que ya no está, o que nos traían tal o cual recuerdo.
Fue bueno entender, que los recuerdos están en nuestro corazón, allí donde viven nuestras vivencias, y que si somos capaces de soltar, no necesitamos de un objeto material que nos haga de ancla a ese recuerdo.
Fue emocionante ver, la primera vez que nos deshicimos de un montón de cosas, las caritas de los niños del lugar donde hicimos la donación. Ver sus ojitos brillar porque habían recibido juguetes "nuevos" (aunque tal vez para nosotros fueran viejos), ropa calentita o fresquita para estar en verano, no se pagaba con el valor material de los mismos, fue bueno sentir que ellos sabían que además de estarle dando las cosas que ya no usábamos, les estábamos dando algo más importante: amor.
El día que comenzamos a practicar el hábito del desapego, comenzamos a tener un corazón un poquito más grande, teníamos menos cosas sí, pero teníamos más espacio para llenarnos más de sentimientos.
Vivimos en una sociedad consumista, no podemos escapar totalmente de eso, a no ser que nos fuéramos a vivir solos en el medio de la nada. Pero podemos elegir, viviendo dentro de esta sociedad, de que manera queremos vivir.
Este mundo, que nos vende el cuento de que para ser felices tenemos que estar cada vez más llenos de cosas materiales, ser cada vez más egoístas, y vivir cada vez más solos, también sigue siendo el mundo donde gente se reúne y pone su tiempo a disposición para ayudar a otros, se enfría en noches de invierno para salir a repartir comida y esperanza a quienes no tienen nada materialmente hablando.
Entender que apegarnos tanto a las cosas como a las personas, lo único que hace es generarnos una falsa idea de seguridad, es entender que si practicamos el desapego, vivimos más livianos.
Sufrimos menos o por lo menos, sufrimos de otra forma, cuando las personas nos dejan, porque sabemos que lo importante, que lo esencial, está en otro lado y permanece, aunque materialmente esas personas ya no están allí.
Entender que desapegarnos nos hace vivir más libres, es una forma de vivir más felices, de cargar menos en nuestras mochilas, de vivir más en paz con nosotros mismos.
Hace algunos años, comencé a entender, que tenía que liberarme. Que de nada servía guardar las entradas a los conciertos de rock a los que asistí desde que era una adolescente, las cartas de amor, aquella primera rosa que alguien me regaló, y tantos artículos más que creía que servían para recordarme (del latín recordis, volver a pasar por el corazón) esos bellos momentos vividos. Hace algunos años, y con dolor, comencé a desprenderme, a dejar ir, a soltar, y los recuerdos están tan intactos dentro mío, como cuando guardaba todo dentro de una cajita...
Ahora me siento más libre, y ojalá mi amiga que perdió su campera de jean, también haya comenzado a dejar ir cosas de su mochila, y se sienta más liviana.
Ayer, otra amiga, me animaba a seguir escribiendo. Es más, me planteaba la idea de que entre mis amigos, "tiraran" temas sobre los cuales les gustaría leer, o mejor dicho sobre los cuales les gustaría que yo escribiera algo.
Si, lo sé, hay algunas personas que me tienen casi tanta Fe como la que me tengo yo. Es el cariño, que hace que todo se vuelva un poco subjetivo ;) .
Así que en ese plan, ayer me preguntaba si no me animaba a escribir algo acerca del apego, o tal vez, mejor dicho del desapego.
La idea quedó rondando en mi cabeza, como cada vez que se me ocurre algo que puedo llevar a cabo, y que se instala y prende una lucecita, hasta que le doy forma y lo dejo nacer, lo dejo ser.
Horas después leo lo de la campera de jean, famoso artículo que fue a parar al título de este post.
Otra amiga, contaba, que volviendo de viaje, había perdido su campera de jean. Pero no era "cualquier" campear de jean, era "LA" campera de jean. Esa que tiene un valor especial, que es casi parte de su propio físico, la que la acompaña en sus presentaciones, la que seguramente es casi un amuleto, la que, a su propio decir, estaba llena de pelotitas, pero no importaba, porque era "LA" campera de jean.
Al seguir leyendo, veo como dentro de los tantos comentarios, alguien le contesta algo así: quedate tranquila, pensá que tal vez alguien que estaba sintiendo frío la está disfrutando.
Yo, que conozco a mi amiga, que sé del poco valor que le da a las cosas materiales, de la grandeza de espíritu que tiene, que sé que ella da todo lo que puede y un poco más también, sabía que el dolor por la pérdida de su campera, era algo totalmente sentimental, iba mucho más allá de la pérdida del mero artículo de vestir. Yo inmediatamente de leer el comentario al que hago referencia, entendí que esa persona había dado en el blanco y así fue, ella entendió y la vi soltar. Quedó feliz de pensar en esa posibilidad, liberó aquella pérdida.
Este ejemplo de "la campera de jean", me vino como anillo al dedo, espero Ceci, no te enojes :)
Hace algunos años, comencé a practicar el desapego de las cosas materiales, y comencé con la no sencilla tarea de enseñárselo a mis hijas, que en ese momento eran niñas. Cada cierto tiempo, nos dábamos a la tarea de separar, lo que ya no necesitábamos. No era que separábamos lo que no nos servía o lo que estaba viejo, o lo que estaba roto, sino que separábamos lo que no necesitábamos. Ahí, la montaña se volvía muy alta.
Comenzábamos a juntar ropa, juguetes, libros, películas, música, que ya no usábamos; no importaba si eran nuevos, o si los habíamos usado una o dos veces, lo que importaba era entender el concepto de que si había algo que yo no usaba y podía servirle a otro, no había razón alguna para guardarlo como si fuese un trofeo, o guardarlo por la única razón de que era mío, o que me lo había regalado fulano o sultano.
Así comenzamos a aprender y a practicar el desapego material. Costó, era duro regalar cosas que nos habían sido regaladas tal vez por alguien querido que ya no está, o que nos traían tal o cual recuerdo.
Fue bueno entender, que los recuerdos están en nuestro corazón, allí donde viven nuestras vivencias, y que si somos capaces de soltar, no necesitamos de un objeto material que nos haga de ancla a ese recuerdo.
Fue emocionante ver, la primera vez que nos deshicimos de un montón de cosas, las caritas de los niños del lugar donde hicimos la donación. Ver sus ojitos brillar porque habían recibido juguetes "nuevos" (aunque tal vez para nosotros fueran viejos), ropa calentita o fresquita para estar en verano, no se pagaba con el valor material de los mismos, fue bueno sentir que ellos sabían que además de estarle dando las cosas que ya no usábamos, les estábamos dando algo más importante: amor.
El día que comenzamos a practicar el hábito del desapego, comenzamos a tener un corazón un poquito más grande, teníamos menos cosas sí, pero teníamos más espacio para llenarnos más de sentimientos.
Vivimos en una sociedad consumista, no podemos escapar totalmente de eso, a no ser que nos fuéramos a vivir solos en el medio de la nada. Pero podemos elegir, viviendo dentro de esta sociedad, de que manera queremos vivir.
Este mundo, que nos vende el cuento de que para ser felices tenemos que estar cada vez más llenos de cosas materiales, ser cada vez más egoístas, y vivir cada vez más solos, también sigue siendo el mundo donde gente se reúne y pone su tiempo a disposición para ayudar a otros, se enfría en noches de invierno para salir a repartir comida y esperanza a quienes no tienen nada materialmente hablando.
Entender que apegarnos tanto a las cosas como a las personas, lo único que hace es generarnos una falsa idea de seguridad, es entender que si practicamos el desapego, vivimos más livianos.
Sufrimos menos o por lo menos, sufrimos de otra forma, cuando las personas nos dejan, porque sabemos que lo importante, que lo esencial, está en otro lado y permanece, aunque materialmente esas personas ya no están allí.
Entender que desapegarnos nos hace vivir más libres, es una forma de vivir más felices, de cargar menos en nuestras mochilas, de vivir más en paz con nosotros mismos.
Hace algunos años, comencé a entender, que tenía que liberarme. Que de nada servía guardar las entradas a los conciertos de rock a los que asistí desde que era una adolescente, las cartas de amor, aquella primera rosa que alguien me regaló, y tantos artículos más que creía que servían para recordarme (del latín recordis, volver a pasar por el corazón) esos bellos momentos vividos. Hace algunos años, y con dolor, comencé a desprenderme, a dejar ir, a soltar, y los recuerdos están tan intactos dentro mío, como cuando guardaba todo dentro de una cajita...
Ahora me siento más libre, y ojalá mi amiga que perdió su campera de jean, también haya comenzado a dejar ir cosas de su mochila, y se sienta más liviana.
lunes, 4 de mayo de 2015
Sobre creer...
Alguien me dijo hoy, dale escribí algo, tenés que escribir, está bueno.
Me gusta escribir, me libera, me sirve de terapia, me hace bien. Pero, de que escribir? No sé si quiero escribir sobre más de lo mismo, no quiero escribir sobre cosas que no quiero decir en este momento, ni escribir algo que no tenga contenido, que no me aporte, que no me quite algún kilito o por lo menos gramitos de encima.
Pero como quien busca encuentra, creo que encontré sobre que escribir.
Quiero escribir sobre creer.
Muchos somos los que creemos, y muchos también los que no creen; y tal vez es en estos últimos en quienes quiero hacer incapié.
Podés no creer en Dios, en las religiones como instituciones, en las iglesias, en los Santos, en los Pae, etc., etc., pero seguro, si te fijás bien, aunque tal vez allá lejos, bien en el fondo, seguro crees en algo.
Tal vez crees en vos mismo, que creo yo es la más importante de todas las creencias, porque si uno no se tiene Fe, quién va a tener Fe en uno?
Seguramente, muchas de esas personas que dicen no creer en nada, creen en sí mismos, y ese es un motor que hace que día a día, se levanten y la sigan luchando, aún en las peores circunstancias. Qué bueno sería, que fueran capaces de verlo! Que tuvieran claro y valoraran lo que es creer en uno mismo, y cuan lejos nos puede llevar!
Pero yo no soy de esos que no creen en nada.
Yo creo, y creo en mucho.
Creo en un Dios, que no es el que vemos en los cuadritos que cuelgan de paredes de las Iglesias, que no sé si es omnipotente, ni omnipresente, es más estaría tal vez, tentada a decir que no es ninguna de las dos cosas, porque si lo fuera, muchas cosas de las que pasan, supongo que no pasarían.
Creo en algo o alguien que no me suelta la mano, que me da tranquilidad, aún en los peores momentos.
Creo tal vez en un cúmulo muy grande de energía, o tal vez en algo que esté más a mi nivel y no sea tan grandioso, pero que me muestra día a día, que acá también hay milagros, que pasan cosas buenas totalmente inesperadas, que en lugares donde prácticamente ya no hay esperanza, de golpe la llama se enciende con toda la fuerza.
Creo en algo que tal vez incide en que sucedan cosas que parece que son "casualidades", cuando en realidad son "causalidades", que me muestra señales todo el tiempo, que me hace ver que está conmigo y que yo estoy con él.
Creo en Dios como parte del todo, así como yo soy parte del todo.
Creo en algo que trasciende y que día a día me muestra que de una forma u otra todos terminamos trascendiendo.
Creo en una fuente de energía, que va más allá del espacio y el tiempo tal como nosotros lo entendemos.
Creo en un Dios, que hizo que tenga este espíritu, que se cuestiona, que piensa, que ve, que analiza, que se emociona, que se enoja, que se entristece, que valora, que aprecia, que agradece, y sobre todo, que sigue creyendo.
Creo en las maravillas que veo, en la naturaleza, en los ciclos, en la tierra, en el aire, en el cielo, en el agua que es fuente de vida; pero también creo que en lo que no veo, pero siento.
Creo en la inocencia y en la buena voluntad.
Creo en la actitud, como una de las mayores fuentes de energía de este Universo.
Creo en que cuando muchas personas se juntan con un objetivo común, que les sale desde el corazón y se disponen a trabajar juntas para lograr algo, las montañas más inamovibles, pueden ser movidas.
Creo en algo que me enseñó y me alienta a creer en mí, porque todo es posible, porque nada es determinante, y porque el único sueño incapaz de concretarse, es el que no se sueña.
Yo creo en tantas cosas.
Yo sigo creyendo.
Me gusta escribir, me libera, me sirve de terapia, me hace bien. Pero, de que escribir? No sé si quiero escribir sobre más de lo mismo, no quiero escribir sobre cosas que no quiero decir en este momento, ni escribir algo que no tenga contenido, que no me aporte, que no me quite algún kilito o por lo menos gramitos de encima.
Pero como quien busca encuentra, creo que encontré sobre que escribir.
Quiero escribir sobre creer.
Muchos somos los que creemos, y muchos también los que no creen; y tal vez es en estos últimos en quienes quiero hacer incapié.
Podés no creer en Dios, en las religiones como instituciones, en las iglesias, en los Santos, en los Pae, etc., etc., pero seguro, si te fijás bien, aunque tal vez allá lejos, bien en el fondo, seguro crees en algo.
Tal vez crees en vos mismo, que creo yo es la más importante de todas las creencias, porque si uno no se tiene Fe, quién va a tener Fe en uno?
Seguramente, muchas de esas personas que dicen no creer en nada, creen en sí mismos, y ese es un motor que hace que día a día, se levanten y la sigan luchando, aún en las peores circunstancias. Qué bueno sería, que fueran capaces de verlo! Que tuvieran claro y valoraran lo que es creer en uno mismo, y cuan lejos nos puede llevar!
Pero yo no soy de esos que no creen en nada.
Yo creo, y creo en mucho.
Creo en un Dios, que no es el que vemos en los cuadritos que cuelgan de paredes de las Iglesias, que no sé si es omnipotente, ni omnipresente, es más estaría tal vez, tentada a decir que no es ninguna de las dos cosas, porque si lo fuera, muchas cosas de las que pasan, supongo que no pasarían.
Creo en algo o alguien que no me suelta la mano, que me da tranquilidad, aún en los peores momentos.
Creo tal vez en un cúmulo muy grande de energía, o tal vez en algo que esté más a mi nivel y no sea tan grandioso, pero que me muestra día a día, que acá también hay milagros, que pasan cosas buenas totalmente inesperadas, que en lugares donde prácticamente ya no hay esperanza, de golpe la llama se enciende con toda la fuerza.
Creo en algo que tal vez incide en que sucedan cosas que parece que son "casualidades", cuando en realidad son "causalidades", que me muestra señales todo el tiempo, que me hace ver que está conmigo y que yo estoy con él.
Creo en Dios como parte del todo, así como yo soy parte del todo.
Creo en algo que trasciende y que día a día me muestra que de una forma u otra todos terminamos trascendiendo.
Creo en una fuente de energía, que va más allá del espacio y el tiempo tal como nosotros lo entendemos.
Creo en un Dios, que hizo que tenga este espíritu, que se cuestiona, que piensa, que ve, que analiza, que se emociona, que se enoja, que se entristece, que valora, que aprecia, que agradece, y sobre todo, que sigue creyendo.
Creo en las maravillas que veo, en la naturaleza, en los ciclos, en la tierra, en el aire, en el cielo, en el agua que es fuente de vida; pero también creo que en lo que no veo, pero siento.
Creo en la inocencia y en la buena voluntad.
Creo en la actitud, como una de las mayores fuentes de energía de este Universo.
Creo en que cuando muchas personas se juntan con un objetivo común, que les sale desde el corazón y se disponen a trabajar juntas para lograr algo, las montañas más inamovibles, pueden ser movidas.
Creo en algo que me enseñó y me alienta a creer en mí, porque todo es posible, porque nada es determinante, y porque el único sueño incapaz de concretarse, es el que no se sueña.
Yo creo en tantas cosas.
Yo sigo creyendo.
lunes, 27 de abril de 2015
Volver del Infierno...
Este post tiene dos cometidos: el primero y principal, exorcizar; el segundo, como siempre, contarles que se puede!!!
Hace un par de días, estuve en el infierno, si, así como leen, en el infierno.
Sean creyentes o no, hay infiernos aquí mismito, en la tierra, y están más cerca de nosotros de lo que creemos.
Muchas veces, entramos en ellos sin saber, sin invitación previa, cuando queremos ver, ya estamos dentro.
Hace unos días, tuve que hacerme un estudio (no importa cual), el punto es que algo que era supuestamente rápido y hacía que volviera a casa en un par de horas, se convirtió en otra cosa totalmente distinta.
Hay cosas, que no las pienso nunca. No pienso en lo peor, no pienso en que puede pasar esto o aquello, trato de vivir al día, conviviendo con lo que pasa, sin presión, sin ponerle expectativa, aceptando, pensando positivamente que es lo que puedo cambiar para estar mejor, y viendo que es lo que esta situación vino a enseñarme.
Les quiero contar, que en medio del infierno, tuve la lucidez necesaria, para hablar, para contarle a los médicos lo que tenían que hacer y lo que no, porque si bien no soy médico, conozco mi cuerpo, sabía en ese momento lo que sumaba y lo que no. Insistí, insistí, insistí, en medio del infierno, hasta que mi voz fue más fuerte que sus conocimientos.
Insistí, insistí, insistí, hasta que mi voz, tocó la parte humana de cada uno de los médicos, enfermeros, asistentes, anestesistas y técnicos que me rodeaban, y los hizo replantear lo que estaba pasando.
Yo me conozco, conozco mi cuerpo, sé como reacciona, hace un tiempo que tenemos una relación muy profunda y muy cercana. Finalmente, los médicos me dieron la razón, el estudio debía hacerse de otra forma, y una vez más, haciendo que mi voz se escuchara, lo hicieron en el momento en vez de recordinarme.
Hace unos días estuve en el infierno, un infierno que no había visitado nunca hasta ahora y que espero no tener que visitar nunca más. Pero aún en el mismo infierno, hay ángeles por todas partes: que me acariciaban la cabeza, que me secaban las lágrimas, que me hablaban al oído, que me consolaban, que esperaban en la sala de espera con el corazón en la boca, que se quedaron a mi lado vigilando mi sueño al salir del infierno, que me cuidaron, que pasaron conmigo noche y día...
Quería contarles que hace unos días estuve en el infierno, no para que me compadezcan, ni para que me pregunten "qué te pasó", ni para dar detalles que no vienen al caso, sino todo lo contrario, para que sepan que del mismo infierno se sale, si no bajamos los brazos y seguimos remando, y si alzamos nuestra voz para que nos escuchen, si no perdemos la FE.
Quería contarles, que hace unos días, estuve en el infierno, y que también gracias haber pasado por allí, apareció un ángel que me liberó del dolor...
Hace unos días estuve en el infierno, y hoy agradezco y valoro más que nunca, estar viva, poder caminar, y casi no tener dolor.
Hace unos días estuve en el infierno...
Hace un par de días, estuve en el infierno, si, así como leen, en el infierno.
Sean creyentes o no, hay infiernos aquí mismito, en la tierra, y están más cerca de nosotros de lo que creemos.
Muchas veces, entramos en ellos sin saber, sin invitación previa, cuando queremos ver, ya estamos dentro.
Hace unos días, tuve que hacerme un estudio (no importa cual), el punto es que algo que era supuestamente rápido y hacía que volviera a casa en un par de horas, se convirtió en otra cosa totalmente distinta.
Hay cosas, que no las pienso nunca. No pienso en lo peor, no pienso en que puede pasar esto o aquello, trato de vivir al día, conviviendo con lo que pasa, sin presión, sin ponerle expectativa, aceptando, pensando positivamente que es lo que puedo cambiar para estar mejor, y viendo que es lo que esta situación vino a enseñarme.
Les quiero contar, que en medio del infierno, tuve la lucidez necesaria, para hablar, para contarle a los médicos lo que tenían que hacer y lo que no, porque si bien no soy médico, conozco mi cuerpo, sabía en ese momento lo que sumaba y lo que no. Insistí, insistí, insistí, en medio del infierno, hasta que mi voz fue más fuerte que sus conocimientos.
Insistí, insistí, insistí, hasta que mi voz, tocó la parte humana de cada uno de los médicos, enfermeros, asistentes, anestesistas y técnicos que me rodeaban, y los hizo replantear lo que estaba pasando.
Yo me conozco, conozco mi cuerpo, sé como reacciona, hace un tiempo que tenemos una relación muy profunda y muy cercana. Finalmente, los médicos me dieron la razón, el estudio debía hacerse de otra forma, y una vez más, haciendo que mi voz se escuchara, lo hicieron en el momento en vez de recordinarme.
Hace unos días estuve en el infierno, un infierno que no había visitado nunca hasta ahora y que espero no tener que visitar nunca más. Pero aún en el mismo infierno, hay ángeles por todas partes: que me acariciaban la cabeza, que me secaban las lágrimas, que me hablaban al oído, que me consolaban, que esperaban en la sala de espera con el corazón en la boca, que se quedaron a mi lado vigilando mi sueño al salir del infierno, que me cuidaron, que pasaron conmigo noche y día...
Quería contarles que hace unos días estuve en el infierno, no para que me compadezcan, ni para que me pregunten "qué te pasó", ni para dar detalles que no vienen al caso, sino todo lo contrario, para que sepan que del mismo infierno se sale, si no bajamos los brazos y seguimos remando, y si alzamos nuestra voz para que nos escuchen, si no perdemos la FE.
Quería contarles, que hace unos días, estuve en el infierno, y que también gracias haber pasado por allí, apareció un ángel que me liberó del dolor...
Hace unos días estuve en el infierno, y hoy agradezco y valoro más que nunca, estar viva, poder caminar, y casi no tener dolor.
Hace unos días estuve en el infierno...
sábado, 11 de abril de 2015
Ayer y Hoy
Este post, no es para acumular comentarios que digan Arriba guerrera!!!
Este post no está escrito desde un sentimiento negativo.
Este post es un "decir en voz alta", para tal vez sembrar en algunos, las ganas de "revisar" las bendiciones que tenemos todos los días y que no todos los días vemos.
Ojalá no tengamos que llegar al límite, para valorar lo que ya no está.
Esta foto fue tomada hace 4 años.
Yo era inmensamente feliz en ese momento.
No me acostaba ni me despertaba con ningún tipo de dolor en mi cuerpo.
Trabajaba como todo el mundo.
Salía de vacaciones siempre que podía.
Trataba de hacer todo lo que sentía ganas de hacer, caminaba mucho, subía médanos, cerros, andaba en bici, saltaba y hasta corría.
Me aventuraba todo lo que podía.
Siempre estaba dispuesta a sumarme a alguna aventura.
El botiquín de mi casa era casi inexistente.
Prácticamente no hablaba sobre enfermedades.
Visitaba al médico una vez al año, de forma pura y exclusivamente preventiva.
No tenía problemas para tomar o comer lo que me venía en gana.
Me compraba la ropa casi sin probármela, tenía casi el mismo cuerpo que a los 25.
Era apoyo para unas cuantas personas.
Un día todo cambió.
Si bien muchas cosas buenas vinieron a raíz de ese cambio, mucho de ese cambio fue radical y lo noto día a día: Los dolores nunca más se ausentaron, por más que no lo diga;
no tengo uno, sino dos botiquines;
todos los especialistas que visito "me conocen" porque me ven muy a menudo;
en este momento no puedo correr, ni saltar y no me animo a andar en bici;
por más que trato de elegir mis pensamientos, la enfermedad está presente en mi vida cotidiana;
mi vida laboral no solo cambió, sino que además está totalmente condicionada a mi estado físico que aún no he logrado equilibrar;
ya no me visto con lo que me gusta, sino con lo que me queda cómodo, porque hay días que hasta poder ponerme un pantalón es todo un triunfo; bajé de estatura: no porque me haya achicado, sino porque mi columna ya no quiere que use aquellos zapatos con taco con tanto me estilizaban; necesito apoyarme en algunas personas, sobre todo en esas que me entienden y que pueden ver todo esto atrás de la Vivi sonriente que por lo general ven todos los días...
Trabajo en aceptar mi realidad, en seguir soñando, en no perder la Fe y la Esperanza de que las cosas en algún momento volverán a cambiar a mi favor.
Ojalá nunca les toque pasar por una situación límite, y si les toca, les pase como a mí, que en el momento en el que era inmensamente feliz, era capaz de ver y agradecer todas las bendiciones que tenía.
Este post no está escrito desde un sentimiento negativo.
Este post es un "decir en voz alta", para tal vez sembrar en algunos, las ganas de "revisar" las bendiciones que tenemos todos los días y que no todos los días vemos.
Ojalá no tengamos que llegar al límite, para valorar lo que ya no está.
Esta foto fue tomada hace 4 años.
Yo era inmensamente feliz en ese momento.
No me acostaba ni me despertaba con ningún tipo de dolor en mi cuerpo.
Trabajaba como todo el mundo.
Salía de vacaciones siempre que podía.
Trataba de hacer todo lo que sentía ganas de hacer, caminaba mucho, subía médanos, cerros, andaba en bici, saltaba y hasta corría.
Me aventuraba todo lo que podía.
Siempre estaba dispuesta a sumarme a alguna aventura.
El botiquín de mi casa era casi inexistente.
Prácticamente no hablaba sobre enfermedades.
Visitaba al médico una vez al año, de forma pura y exclusivamente preventiva.
No tenía problemas para tomar o comer lo que me venía en gana.
Me compraba la ropa casi sin probármela, tenía casi el mismo cuerpo que a los 25.
Era apoyo para unas cuantas personas.
Un día todo cambió.
Si bien muchas cosas buenas vinieron a raíz de ese cambio, mucho de ese cambio fue radical y lo noto día a día: Los dolores nunca más se ausentaron, por más que no lo diga;
no tengo uno, sino dos botiquines;
todos los especialistas que visito "me conocen" porque me ven muy a menudo;
en este momento no puedo correr, ni saltar y no me animo a andar en bici;
por más que trato de elegir mis pensamientos, la enfermedad está presente en mi vida cotidiana;
mi vida laboral no solo cambió, sino que además está totalmente condicionada a mi estado físico que aún no he logrado equilibrar;
ya no me visto con lo que me gusta, sino con lo que me queda cómodo, porque hay días que hasta poder ponerme un pantalón es todo un triunfo; bajé de estatura: no porque me haya achicado, sino porque mi columna ya no quiere que use aquellos zapatos con taco con tanto me estilizaban; necesito apoyarme en algunas personas, sobre todo en esas que me entienden y que pueden ver todo esto atrás de la Vivi sonriente que por lo general ven todos los días...
Trabajo en aceptar mi realidad, en seguir soñando, en no perder la Fe y la Esperanza de que las cosas en algún momento volverán a cambiar a mi favor.
Ojalá nunca les toque pasar por una situación límite, y si les toca, les pase como a mí, que en el momento en el que era inmensamente feliz, era capaz de ver y agradecer todas las bendiciones que tenía.
domingo, 15 de marzo de 2015
El reino nuevo
Había una vez un reino, no muy lejano, pero si nuevo para muchas de las personas que hacia allí se dirigían.
Los nuevos "futuros moradores", no venían todos del mismo lugar, sino que iban a confluir en él, llegados de poblados distintos...
Muchos de ellos, iban haciendo su camino con miedo, con nerviosismo, con la inquietud de no saber que pasaría al llegar ahí, cómo interactuarían con el resto de los habitantes...
Serían todos iguales entre sí, o habría alguno parecido a mi, que me siento un poco distinta?
Porque a decir verdad, no me siento muy similar a las chicas de "mi edad"...
La mayor parte de ellas, viven pensando en qué ponerse, o que corte de pelo o peinado usarán, o si asistirán a tal o cual baile...
Piensan todo el tiempo, en si el príncipe azul vendrá a caballo o lo encontrarán en una fiesta, si serán populares o serán las "raras"...
Si serán las "tragas" o si por el contrario se creerán "rebeldes" por mostrarle al mundo su negativa al estudio, creyendo a través de eso, mostrarse contrarias "al sistema"...
Todas esas cosas acechaban la cabecita de varias chicas en su camino al nuevo reino...
Las madres, que por lo general aconsejan y cuentan "historias de la vida" hasta por demás, trataban de tranquilizarlas, pero como todos sabemos, es muy fácil hablar desde afuera y distinto vivirlo parado en los zapatos del que lo está pasando...
Finalmente, el día llega.
El patio que esperaba a los recién llegados, comenzó a poblarse y en cuestión de minutos, estaba repleto de pares con las mismas expectativas e inquietudes que ellas traían.
La puerta se abre.
Minutos después, cayeron en la cuenta de que esa puerta no solamente era de un reino nuevo, al que tendrían la posibilidad de asistir día tras día, sino que además, también era la puerta de entrada a un mundo de nuevas amistades, nuevos amores, nuevas experiencias, nuevos sueños y nuevos horizontes...
Entre la muchedumbre, y tal como pasa en las películas, y por más que hubiera un montón de personas, ellas se encuentran con sus pares.
Casi inmediatamente, y seguramente debido a su afán por la lectura, se sintieron parte de un mismo grupo, del grupo, ya no tan raro, de las chicas que leen y leen y leen y no paran de leer.
Del grupo que vive mil vidas, que viaja, que siente, que vive las vidas de los personajes de sus libros, además de la suya propia, y por ende es como si vivieran mil vidas en vez de una única.
Casi inmediatamente, se sienten iguales porque la música las transporta a otros mundos, porque no conciben su vida "sin ella", o porque se sugieren escuchar tal o cual banda.
Casi inmediatamente, las atrae su gusto o disgusto por el deporte, y los hermana el sentir que pueden ayudar a otros o que pueden ser ayudados.
Casi inmediatamente, ven que los problemas de su vida, se repiten una y otra y otra vez en las vidas de sus compañeros, porque si bien es cierto que no todos pasan por las mismas situaciones de vida, la vida de ninguno es color de rosa y cada uno tiene que aprender a librar sus propias batallas, y saben que se batalla mejor cuando uno sabe que hay cuarteles de invierno donde poder resguardarse.
Tiempo ha pasado ya desde aquel inquietante día del comienzo.
La confianza reforzada, las creencias equivocadas derrumbadas, la certeza de querer tener un mundo en el que se respete que todos somos diferentes y en el que a la vez nos aceptamos como iguales, en nuestros derechos y en nuestras obligaciones, han ido modelando adolescentes críticas, maduras, sensibles al dolor ajeno, hermosas por dentro y por fuera.
Aquel reino al que prontamente dejarán de pertenecer, las encontró, las presentó y las unió.
Ese reino, por más que tal vez ahora no logren verlo, permanecerá en sus mejores recuerdos el resto de su vida y tal vez el mejor título que pueda otorgarles sea el de haber vivido una adolescencia feliz.
Yo, que solo veo este cuento desde afuera, que puedo contar mis historias de cuando me tocó caminar hacia reinos nuevos, me siento feliz de verlas avanzar venciendo miedos y creyendo en ustedes mismas, eligiendo compañeros de vida, más que de clase, entendiendo que las personas que quedan por el camino es porque ya no deben acompañarnos más, su ciclo en nuestra vida está cumplido.
Yo agradezco ser parte de esa escenografía viviente, que las acompaña en cada paso, en cada acierto, en cada fracaso, y estar siempre ahí para decirles: ánimo, no sabemos que nos deparará el siguiente reinado!
jueves, 26 de febrero de 2015
Comienzan las clases! ...aunque algunas clases, deberíamos tomarlas todo el año ;)
Algunas tareas para estar "en forma" ahora que comienzan las clases, by Vivi:
Matemática: contar las bendiciones que tengo.
Idioma español: mejorar mi forma de hablar y de escribir.
Geografía: saber donde estoy parado y hacia donde quiero ir.
Educación Física: ejercitar la mente tanto o más que el cuerpo (cambiar pensamientos negativos por positivos, creer en mí, estar en paz, etc.).
Literatura: elección libre: hay libros para todos los gustos, todas las edades, de todas las temáticas y lo más importante de todo: NO MUERDEN!
Dibujo: animarse a dibujar sus sueños, sus deseos, expresarse, lo único que no podemos hacer es lo que no intentamos, no permitir que otros nos digan que dibujamos "mal", cada uno es capaz de dibujar su presente y su futuro.
Física: aprender sobre la Ley de atracción: atraigo a mi vida, eso en lo que más pienso: por ende, aprender a elegir mis pensamientos de forma tal que me acerquen a mis objetivos.
Química: algunas relaciones hacen combustión espontánea y se vuelven tóxicas, esas, erradicarlas de nuestra vida si aspiramos a vivir tranquilos.
Biología: aprender, que todos los seres vivos merecen el mismo respeto, que los seres humanos, que nos creemos (equivocadamente) superiores.
Música: la música es el lenguaje del alma, la música es capaz de devolver la vida a un ser que está marchito. Como en literatura, hay para todos los gustos y todos los momentos.
Idiomas: practicar idiomas, no solo inglés, portugués o italiano, practicar además y sobretodo el idioma de la empatía y del lenguaje verbal y corporal.
Historia: entender que la historia, lejos de ser un "embole", es la manera de aprender a no repetir errores, en lo social, pero también en lo personal.
Filosofía: encontrar y practicar nuestra propia filosofía de vida, la que se adapte a nuestro estilo de vida, la que nos haga ser cada día más felices.
Que tengan un excelente comienzo de clases!
lunes, 26 de enero de 2015
"vos sos fuerte"
Tal vez ya he dicho estas palabras que voy a poner por escrito aquí, una y mil veces; sin embargo, sigo creyendo que hay gente que no lo entiende.
Mientras escribo, pienso cuantas veces yo también se las habré dicho a alguien, "vos sos fuerte"...
Me gustaría invitarlos a pensar en algo que tal vez nunca pensaron sobre esa frase de tan solo tres palabras.
Generalmente, cuando la aplicamos, estamos intentando darle ánimo a alguien que no está pasando por su mejor momento. Obviamente, ninguno de nosotros sería tan mala persona para ir a "cargarle" un poco más de peso en la mochila a alguien que la está pasando mal, pero y si lo estuviéramos haciendo sin darnos cuenta? Alguna vez pensaron en eso?
No quiero dar cátedra de nada con esto que les digo, solo expreso algunas apreciaciones, porque lo he vivido en carne propia y algunas veces el "vos sos fuerte" fue como casi una obligación o un deber para mí.
Como "yo era fuerte" tenía que poder con esto, y con aquello y también con lo otro, y además podía reventarme contra el piso mil veces, llenarme de decepciones, sentirme triste y derrotada y querer mandar todo a la mierda, pero... estaba el mandato "vos sos fuerte".
Como una especie de imposición, esas tres palabritas te cagaban el plan!!! Vos ya no querías más aliento, o no querías sufrir más, no querías más tratamientos médicos (todo eso en ese momento, porque por lo general, pasado el shock inicial, uno vuelve a remar porque el instinto de supervivencia en general así lo quiere), pero alguien te mandaba el "vos sos fuerte" y a la mierda con todo!
Tenías esa especie de "responsabilidad" de cumplir con las expectativas de otros, que consideraban que "vos sos fuerte", aunque no tengan ni la reputa idea de lo que a vos te está pasando...
Frase que compite mano a mano con esta, para mi es "vos sos un ejemplo para mí"... Mirá vos, menudo título me mandaste! Y obviamente, volvemos a lo anterior, quien te dice eso, te lo dice con la mejor intención, tratando de que no tires la toalla, pero no será un poco mucho????
Y que hay si yo hasta aquí llegué? Qué hay si en este momento no puedo ser fuerte, ni puedo ser un ejemplo de un guerrero luchador, que le pone el pecho a las balas siempre, y que tiene a todos admirados por su capacidad de lucha???? No somos acaso todos seres humanos? No somos acaso todos, seres de carne y hueso? Claro que lo somos!!!
Todos en cierta medida somos luchadores, a unos nos tocan unas batallas, a otros otras, pero por lo general todos la luchamos. En la cotidiana, en el día a día, no es lo común que uno tire la toalla, y si la tira, cosa que muchas veces nos sucede a TODOS, cuando vemos que nos pasa el agua, que estamos agotados, que nos sentimos incomprendidos, que las cosas no salen como querríamos que salieran, poco tiempo después, la levanta, se seca el sudor o las lágrimas y sigue...
Con esto, lo único que quiero dejar por escrito, es que muchas veces somos fuertes es cierto, pero muchas veces también somos débiles. Que la fortaleza no siempre radica en el poner el pecho a las balas, sino también en el decir, necesito llorar hasta quedarme dormida porque no sé que voy a hacer con esto. Que la valentía está en luchar, y también está en decidir cómo y hasta donde se lucha. Que el ejemplo pasa por otro lado, a mi entender, y no es ejemplar el que nunca bajó los brazos, porque eso es casi imposible...
Es casi imposible no flaquear, y diría (y no soy sicóloga), que seguramente tampoco debe ser sano. Porque nadie tiene el estado de ánimo como una línea recta, o como una recta ascendente, por más felicidad que tenga y por menos problemas que deba afrontar, la vida y las emociones tienen sus picos y sus bajadas...
Mi reconocimiento al que lucha, al que la rema, en la instancia que le toque, y la vida es como una remada permanente. Algunos llegan a la meta antes, otros un poco después, pero la meta es común para todos.
Mi reconocimiento para el que tiene miedo, y para el que siente alegría, porque ese está vivo, está vibrando, por más que no le pase siempre lo que desearía.
Mi reconocimiento a los que tienen empatía y logran ponerse en los zapatos de otro, más allá de las frases trilladas, o de hacer tal o cual cosa a favor de una causa.
Mi reconocimiento a esos que son fuertes, que agarran al toro por los cuernos, pero que tambièn son dèbiles y se permiten serlo.
Mi reconocimiento a los que ya no están aquí, porque tenían la meta más cerca y ya la alcanzaron, y aquí mi última apreciación: esos no perdieron la lucha, la lucha la ganan todos los que la enfrentan.
Vivi
Mientras escribo, pienso cuantas veces yo también se las habré dicho a alguien, "vos sos fuerte"...
Me gustaría invitarlos a pensar en algo que tal vez nunca pensaron sobre esa frase de tan solo tres palabras.
Generalmente, cuando la aplicamos, estamos intentando darle ánimo a alguien que no está pasando por su mejor momento. Obviamente, ninguno de nosotros sería tan mala persona para ir a "cargarle" un poco más de peso en la mochila a alguien que la está pasando mal, pero y si lo estuviéramos haciendo sin darnos cuenta? Alguna vez pensaron en eso?
No quiero dar cátedra de nada con esto que les digo, solo expreso algunas apreciaciones, porque lo he vivido en carne propia y algunas veces el "vos sos fuerte" fue como casi una obligación o un deber para mí.
Como "yo era fuerte" tenía que poder con esto, y con aquello y también con lo otro, y además podía reventarme contra el piso mil veces, llenarme de decepciones, sentirme triste y derrotada y querer mandar todo a la mierda, pero... estaba el mandato "vos sos fuerte".
Como una especie de imposición, esas tres palabritas te cagaban el plan!!! Vos ya no querías más aliento, o no querías sufrir más, no querías más tratamientos médicos (todo eso en ese momento, porque por lo general, pasado el shock inicial, uno vuelve a remar porque el instinto de supervivencia en general así lo quiere), pero alguien te mandaba el "vos sos fuerte" y a la mierda con todo!
Tenías esa especie de "responsabilidad" de cumplir con las expectativas de otros, que consideraban que "vos sos fuerte", aunque no tengan ni la reputa idea de lo que a vos te está pasando...
Frase que compite mano a mano con esta, para mi es "vos sos un ejemplo para mí"... Mirá vos, menudo título me mandaste! Y obviamente, volvemos a lo anterior, quien te dice eso, te lo dice con la mejor intención, tratando de que no tires la toalla, pero no será un poco mucho????
Y que hay si yo hasta aquí llegué? Qué hay si en este momento no puedo ser fuerte, ni puedo ser un ejemplo de un guerrero luchador, que le pone el pecho a las balas siempre, y que tiene a todos admirados por su capacidad de lucha???? No somos acaso todos seres humanos? No somos acaso todos, seres de carne y hueso? Claro que lo somos!!!
Todos en cierta medida somos luchadores, a unos nos tocan unas batallas, a otros otras, pero por lo general todos la luchamos. En la cotidiana, en el día a día, no es lo común que uno tire la toalla, y si la tira, cosa que muchas veces nos sucede a TODOS, cuando vemos que nos pasa el agua, que estamos agotados, que nos sentimos incomprendidos, que las cosas no salen como querríamos que salieran, poco tiempo después, la levanta, se seca el sudor o las lágrimas y sigue...
Con esto, lo único que quiero dejar por escrito, es que muchas veces somos fuertes es cierto, pero muchas veces también somos débiles. Que la fortaleza no siempre radica en el poner el pecho a las balas, sino también en el decir, necesito llorar hasta quedarme dormida porque no sé que voy a hacer con esto. Que la valentía está en luchar, y también está en decidir cómo y hasta donde se lucha. Que el ejemplo pasa por otro lado, a mi entender, y no es ejemplar el que nunca bajó los brazos, porque eso es casi imposible...
Es casi imposible no flaquear, y diría (y no soy sicóloga), que seguramente tampoco debe ser sano. Porque nadie tiene el estado de ánimo como una línea recta, o como una recta ascendente, por más felicidad que tenga y por menos problemas que deba afrontar, la vida y las emociones tienen sus picos y sus bajadas...
Mi reconocimiento al que lucha, al que la rema, en la instancia que le toque, y la vida es como una remada permanente. Algunos llegan a la meta antes, otros un poco después, pero la meta es común para todos.
Mi reconocimiento para el que tiene miedo, y para el que siente alegría, porque ese está vivo, está vibrando, por más que no le pase siempre lo que desearía.
Mi reconocimiento a los que tienen empatía y logran ponerse en los zapatos de otro, más allá de las frases trilladas, o de hacer tal o cual cosa a favor de una causa.
Mi reconocimiento a esos que son fuertes, que agarran al toro por los cuernos, pero que tambièn son dèbiles y se permiten serlo.
Mi reconocimiento a los que ya no están aquí, porque tenían la meta más cerca y ya la alcanzaron, y aquí mi última apreciación: esos no perdieron la lucha, la lucha la ganan todos los que la enfrentan.
Vivi
martes, 13 de enero de 2015
Detrás del miedo
La mayoría de nosotros (por no decir todos) tenemos miedo, o mejor dicho, miedos.
Tantos y tan diversos, como personas existen, pero algunos tan comunes, que es muy difícil encontrar ser humano en el que el malvado no habite. Si, digo malvado, pero hay más: porque el miedo es perverso, maligno, perjudicial, negativo, no tiene absolutamente nada de bueno.
Uno de esos miedos, que creo que nos es común a todos o a casi todos (tal vez no lo posean algunas personas muy elevadas), es el miedo a la muerte.
Quién de nosotros puede decir, que no le teme? En mayor o menor medida, con mayor o menor aceptación, todos le tememos.
Tal vez, sea el miedo a lo que no conocemos, tal vez sea el miedo a dejar de ser importantes para alguien, tal vez sea el miedo a que nos olviden, tal vez sea el miedo al dolor antes de que nos llegue la hora.
Cuando pienso y analizo todos estos "tal vez", también me respondo:
* no conozco lo que va a suceder la siguiente hora, ni el siguiente día, ni la siguiente semana y sin embargo vivo con eso, porque he aprendido a vivir el hoy
* he dejado de ser importante para más de una persona a lo largo de mi vida, he aprendido que los que siguen junto a mi son los que tienen que estar y los que se han ido quedando por el camino ya me enseñaron o les enseñé, lo superé y seguí adelante
* he entendido que no te olvida el que te quiere, a pesar de que no te vea o no te escuche, que las personas permanecen vivas mientras las recordamos y mientras recordamos las cosas que hemos vivido con ellas
* he aprendido que el dolor puede ser inevitable, pero el sufrimiento es opcional...
He aprendido que cuando trato de quitarle poder al miedo, lo consigo. Muy de a poquito, lo voy pelando como a una cebolla, quitando capa tras capa, despojándolo de los preconceptos, de las ideas erróneas, esas que lo llenan a uno de fantasmas, de las sombras que nos llenan de dudas, y muchas veces aunque parezca imposible, le hago frente y lo acobardo.
Claro, es una tarea titánica!!! Uno no está acostumbrado a pensar en HOY, a sentirse mortal y convivir con eso, a sentirse pequeñito como una hormiga en un mundo lleno de millones de seres humanos, uno no está acostumbrado a no tener el control. Pero cuando uno se relaja, se entrega, fluye, se acomoda y lo enfrenta, el muy cagón se achica, se diluye, se asusta y se va. Eso sí, siempre está agazapado... esperando... ni bien le surge la ocasión, arremete con toda la fuerza, se impone, se cree el dueño de tu vida y muchas veces lo es.
Cuando hay una mala noticia, cuando vemos a otro en problemas, cuando sentimos que tenemos necesidades insatisfechas, cuando vemos a un amigo que está sufriendo, cuando algo pasa en nuestra familia, cuando nos enfermamos, el vuelve a apoderarse de nosotros. Está de turno las 24 horas, esperando el momento en el que nosotros nos debilitamos.
De la misma manera que el se nutre de nosotros, nosotros también somos quienes logramos que el se "desnutra". Cuando confiamos, cuando creemos en nosotros, cuando nos sentimos una parte del Universo, cuando nos recostamos en la Fe, o cuando somos capaces de vivir el HOY, le quitamos fuerza, le restamos poder, tanto que somos capaces de hacerlo desaparecer.
Muchas veces nosotros estamos escondidos detrás del miedo...
Siempre, del otro lado del miedo se encuentra todo lo que deseamos...
La vida es bella y el miedo te permite vivirla solo de reojo.
Los invito a animarse a saltar hacia el otro lado y a trabajar para que se muera de hambre.
Vivi
Tantos y tan diversos, como personas existen, pero algunos tan comunes, que es muy difícil encontrar ser humano en el que el malvado no habite. Si, digo malvado, pero hay más: porque el miedo es perverso, maligno, perjudicial, negativo, no tiene absolutamente nada de bueno.
Uno de esos miedos, que creo que nos es común a todos o a casi todos (tal vez no lo posean algunas personas muy elevadas), es el miedo a la muerte.
Quién de nosotros puede decir, que no le teme? En mayor o menor medida, con mayor o menor aceptación, todos le tememos.
Tal vez, sea el miedo a lo que no conocemos, tal vez sea el miedo a dejar de ser importantes para alguien, tal vez sea el miedo a que nos olviden, tal vez sea el miedo al dolor antes de que nos llegue la hora.
Cuando pienso y analizo todos estos "tal vez", también me respondo:
* no conozco lo que va a suceder la siguiente hora, ni el siguiente día, ni la siguiente semana y sin embargo vivo con eso, porque he aprendido a vivir el hoy
* he dejado de ser importante para más de una persona a lo largo de mi vida, he aprendido que los que siguen junto a mi son los que tienen que estar y los que se han ido quedando por el camino ya me enseñaron o les enseñé, lo superé y seguí adelante
* he entendido que no te olvida el que te quiere, a pesar de que no te vea o no te escuche, que las personas permanecen vivas mientras las recordamos y mientras recordamos las cosas que hemos vivido con ellas
* he aprendido que el dolor puede ser inevitable, pero el sufrimiento es opcional...
He aprendido que cuando trato de quitarle poder al miedo, lo consigo. Muy de a poquito, lo voy pelando como a una cebolla, quitando capa tras capa, despojándolo de los preconceptos, de las ideas erróneas, esas que lo llenan a uno de fantasmas, de las sombras que nos llenan de dudas, y muchas veces aunque parezca imposible, le hago frente y lo acobardo.
Claro, es una tarea titánica!!! Uno no está acostumbrado a pensar en HOY, a sentirse mortal y convivir con eso, a sentirse pequeñito como una hormiga en un mundo lleno de millones de seres humanos, uno no está acostumbrado a no tener el control. Pero cuando uno se relaja, se entrega, fluye, se acomoda y lo enfrenta, el muy cagón se achica, se diluye, se asusta y se va. Eso sí, siempre está agazapado... esperando... ni bien le surge la ocasión, arremete con toda la fuerza, se impone, se cree el dueño de tu vida y muchas veces lo es.
Cuando hay una mala noticia, cuando vemos a otro en problemas, cuando sentimos que tenemos necesidades insatisfechas, cuando vemos a un amigo que está sufriendo, cuando algo pasa en nuestra familia, cuando nos enfermamos, el vuelve a apoderarse de nosotros. Está de turno las 24 horas, esperando el momento en el que nosotros nos debilitamos.
De la misma manera que el se nutre de nosotros, nosotros también somos quienes logramos que el se "desnutra". Cuando confiamos, cuando creemos en nosotros, cuando nos sentimos una parte del Universo, cuando nos recostamos en la Fe, o cuando somos capaces de vivir el HOY, le quitamos fuerza, le restamos poder, tanto que somos capaces de hacerlo desaparecer.
Muchas veces nosotros estamos escondidos detrás del miedo...
Siempre, del otro lado del miedo se encuentra todo lo que deseamos...
La vida es bella y el miedo te permite vivirla solo de reojo.
Los invito a animarse a saltar hacia el otro lado y a trabajar para que se muera de hambre.
Vivi
viernes, 9 de enero de 2015
Lo de Juanita
Soy de la generación del almacén de barrio, en mi niñez, no
existían los supermercados, y si, seguramente cuando mis hijas lean esto, van a
preguntarme, en serio?????? Y sí, es en serio!
En mi niñez no solo no existían las grandes cadenas, sino
que además, todavía se compraba “suelto”, cien gramos de esto, cuarto kilo de
lo otro, aún estaba en la cancha el papel de estraza (para mi era de astrasa, pero googlié y apareció así),
algunos almaceneros piola te daban “la yapa” cuando hacías una compra medio
grande o cuando estaban de muy buen humor; pero en otros barrios, había kioscos, que más que kioscos eran almacenes, y más que almacenes eran como
grandes tiendas de ramos generales, uno de esos kioscos estaba en mi barrio: “Lo
de Juanita”.
En realidad no sé exactamente, si ese era su nombre, o si
tenía nombre, lo que sé es que varias veces al día, se escuchaba la famosa
frase “voy a lo de Juanita”…
En “lo de Juanita” podías desde comprar leche o vino, hasta
jugar a la quiniela, o comprarte ropa, cuando alguna vez en el año, venía su
hija directo desde la vecina orilla, cargando con una valija atiborrada con las
últimas tendencias de la moda. Ahí, “la Juani ” como le decíamos cariñosamente en casa, te
veía pasar y cual experta en marketing te pegaba el grito “nena, cuando quieras
pasate que vino mi hija con unas cosas diviiiiiiiiiinas, que seguro te van a
quedar bárbaras y además sabés que con ella tenés cero problema con la plata,
se la pagás como podés!!!”.
¿Quién se podía negar a semejante invitación? Poco rato
después, salíamos de su casa/kiosco con las manos llevando bolsas!!! … era como
el Shopping de la época y la tarjeta de crédito (que en ese momento no se
usaba), era LA PALABRA.
Además de oficiar de Shopping, de almacén de ramos
generales, por supuesto, era como un libro abierto del barrio: no había cosa
que pasara en el barrio, que Juanita no supiera. Supongo además, hoy que lo veo
con ojos de adulta, que hay personas que tienen una especie de “don”, y la
gente va y les cuenta, son como una oreja gigante!
El ejemplo máximo de esto que les cuento, supongo que fue el
día en el que una muchacha se iba a mudar al lado de su casa y le preguntó su
nombre y cuando ella contestó, Juani le dijo: ahhhh seguro en la esquina vive
una pariente tuya, porque tiene el mismo apellido!!! Si, eran primas hermanas y
no se conocían (mamá tuvo 18 tíos, así que imaginen la cantidad de primos que
debe tener que desconocemos).
Esa era “la Juana ”! Al ratito ya estaba en casa, iniciando la
comitiva que llegaba a la casa de la esquina, caminando con un porte, que no se
correspondía mucho con el metro y poco que debería medir y diciéndole a mi
madre: mirá Gladys, acá te traigo a una parienta!
Que paciencia tenía con los “gurices” del barrio!!! Creo que
cada tres minutos, y sobre todo en época de vacaciones, le íbamos a tocar el
timbre! Y allá salía ella, dos por tres verbalizando palabras no muy santas,
porque no la dejábamos dormir la siesta!
Realmente, parecía que hacíamos
guardia, cada vez que se iba para adentro de la casa, uno de nosotros volvía a
tocar el timbre o a gritarle Juaniiiiiiiiiiii!!!! Es que encontrábamos algún
peso y la pregunta inmediata siguiente era: Qué nos podremos comprar? Vamos a
lo de Juani!!!
Ella tenía sus preferidos, no vayan a creer que no. Había
clientes, como en todos los negocios del barrio, que la “clavaban”, dejaban
unas cuentas interminables, que jamás pagaban, o yendo a pedir fiado cosas que "no daba"; pero también estábamos los
otros.
Los que no le pedíamos fiado ninguna cosa que no fuera “esencial”, los
que no le comíamos el brazo cuando nos daba la mano, aunque muchas veces ella
veía que uno no compraba tal o cual cosa y se daba cuenta que era por escasez
de dinero y te decía: nena llevá lo que quieras, vos debés de andar con ganas de tomar Coca!!! sabés que conmigo vos no tenés problema!!! y sabíamos que era de corazón!
Las veces que íbamos en pleno aburrimiento de una tarde de
verano, diciéndole, Juani, tenemos 20 pesos, qué nos podemos comprar????? No
pasaban tres segundos y nos contestaba, chiquilinas, ustedes son de la casa,
saben más que yo donde están las cosas, pasen, revuelvan y elijan! Creo que fue
una de las primeras muestras de confianza que recuerdo de alguien que no me
conocía y sin embargo abría las puertas de par en par confiando, ahí revolvíamos,
entre golosinas y artículos de almacén, saltaban billetes de todos los colores
y de todos los importes, ella confiaba en nosotras.
Tenía otro sabor, ir veinte veces a comprar los ojitos de a uno, o las bombitas de agua o los helados de palito! Cómo se te ocurría, que podíamos hacer toda la compra de una sola vez? Paciencia infinita con nosotras!
Fuiste testigo de tantas cosas!!! De nuestros juegos infantiles, de nuestras peleas de chiquilines, de nuestros primeros amores, de la llegada de nuestros hijos...
Un día te fuiste del barrio, dejaste tu kiosco. Ese que te
dio tantas alegrías y tantos dolores de cabeza. No sé por qué, creo que tu vida
no volvió a ser la misma.
Un día te reencontré, más mayor vos y más mayor yo, el
abrazo que nos dimos fue de esos en los que hay un traspaso de sentimientos y
de decir sin decir.
Un día supe que te enteraste de mi enfermedad, y como era de
esperar, preguntaste, rezaste y te alegraste al volver a verme recuperada.
Un día te volví a ver en la casa de la esquina, contenta, jugando a las cartas, rodeada de las congueras.
Un día el de arriba te llamó, y yo no podía quedarme sin
escribirte algo.
Hasta siempre Juani!!!
lunes, 5 de enero de 2015
Piensa!
Cuántas veces nos sentimos desesperados?
Cuántas veces no encontramos la salida?
Cuántas veces creemos que no podemos más?
Cuántas veces damos vueltas y vueltas y vueltas alrededor del mismo tema o del mismo problema?
Y si elegimos qué pensar?
Sí, eso. Elegir que pensar.
Parece una tontería, una cosa simple, pues no lo es.
Alguna vez te pusiste a "pensar" en los pensamientos que tienes? Alguna vez analizaste cuántas veces por día piensas en cosas que no quieres? Si aún no lo has hecho, hazlo. Te sorprenderás de la cantidad de veces al día que pensamos en lo que NO queremos. Muchísimas más veces pensamos en lo que NO queremos, que en lo que realmente deseamos!
Y así, no funcionan las cosas... o mejor dicho, las cosas siguen funcionando MAL.
Cuando comenzamos a analizar nuestros pensamientos, y somos capaces de comenzar a cambiarlos, las cosas a nuestro alrededor también comienzan a cambiar.
Y no es que las cosas cambien en sí, cambiamos la perspectiva de verlas, y con seguridad hasta intentemos alguna forma de resolución que no se nos había ocurrido hasta ese momento, pero hay que entrenarse para pensar BIEN.
Pensar en lo que queremos, en lo que deseamos, desterrando cualquier tipo de pensamiento y sentimiento negativo, es lo que suma. Paulatinamente ir cambiando a tener una actitud más positiva, desde nuestros pensamientos hasta nuestra forma de actuar, hace que seamos personas más felices y menos angustiadas.
Por supuesto, los cambios no se dan de un día para otro, pero cuando uno comienza a hacer pequeños cambios a diario, y está convencido de que quiere seguir por ese camino, les aseguro que se nota.
Si estás enfermo, piénsate sano.
Si tienes un problema, piensa que ese problema ya está resuelto, aún cuando no lo esté, si nos convencemos realmente de que lo está, la solución aparecerá.
Si estás mal con alguien, no estés juntando rencor o sentimientos negativos, arregla las cosas si eso es lo que quieres o libéralo, y más que liberar al otro, te liberarás tu mismo.
Los pensamientos positivos, son una herramienta poderosísima que tenemos en nuestras manos y que además es gratuita, lo único que necesitamos es voluntad y actitud para entrenarnos y pensar de esa forma todo el tiempo que podamos.
Entonces, si estás de acuerdo, elige la parte colorida de la vida en vez de la oscura, los sentimientos buenos en vez de los que no nos aportan nada más que bronca, dolor, enojo y amargura. Todos tenemos altibajos, pero cuando nos acostumbramos a ver la vida y a pensar en positivo, todo es mucho más llevadero, la vida se disfruta más y mejor.
Atrae cosas buenas, elige tus pensamientos! Piensa!
Cuántas veces no encontramos la salida?
Cuántas veces creemos que no podemos más?
Cuántas veces damos vueltas y vueltas y vueltas alrededor del mismo tema o del mismo problema?
Y si elegimos qué pensar?
Sí, eso. Elegir que pensar.
Parece una tontería, una cosa simple, pues no lo es.
Alguna vez te pusiste a "pensar" en los pensamientos que tienes? Alguna vez analizaste cuántas veces por día piensas en cosas que no quieres? Si aún no lo has hecho, hazlo. Te sorprenderás de la cantidad de veces al día que pensamos en lo que NO queremos. Muchísimas más veces pensamos en lo que NO queremos, que en lo que realmente deseamos!
Y así, no funcionan las cosas... o mejor dicho, las cosas siguen funcionando MAL.
Cuando comenzamos a analizar nuestros pensamientos, y somos capaces de comenzar a cambiarlos, las cosas a nuestro alrededor también comienzan a cambiar.
Y no es que las cosas cambien en sí, cambiamos la perspectiva de verlas, y con seguridad hasta intentemos alguna forma de resolución que no se nos había ocurrido hasta ese momento, pero hay que entrenarse para pensar BIEN.
Pensar en lo que queremos, en lo que deseamos, desterrando cualquier tipo de pensamiento y sentimiento negativo, es lo que suma. Paulatinamente ir cambiando a tener una actitud más positiva, desde nuestros pensamientos hasta nuestra forma de actuar, hace que seamos personas más felices y menos angustiadas.
Por supuesto, los cambios no se dan de un día para otro, pero cuando uno comienza a hacer pequeños cambios a diario, y está convencido de que quiere seguir por ese camino, les aseguro que se nota.
Si estás enfermo, piénsate sano.
Si tienes un problema, piensa que ese problema ya está resuelto, aún cuando no lo esté, si nos convencemos realmente de que lo está, la solución aparecerá.
Si estás mal con alguien, no estés juntando rencor o sentimientos negativos, arregla las cosas si eso es lo que quieres o libéralo, y más que liberar al otro, te liberarás tu mismo.
Los pensamientos positivos, son una herramienta poderosísima que tenemos en nuestras manos y que además es gratuita, lo único que necesitamos es voluntad y actitud para entrenarnos y pensar de esa forma todo el tiempo que podamos.
Entonces, si estás de acuerdo, elige la parte colorida de la vida en vez de la oscura, los sentimientos buenos en vez de los que no nos aportan nada más que bronca, dolor, enojo y amargura. Todos tenemos altibajos, pero cuando nos acostumbramos a ver la vida y a pensar en positivo, todo es mucho más llevadero, la vida se disfruta más y mejor.
Atrae cosas buenas, elige tus pensamientos! Piensa!
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