Capítulo aparte merecen las acompañantes de sala...
Convengamos que uno no está pasando en el sanatorio el mejor momento de su vida, por lo que la persona que comparte la sala con uno te puede hacer pasar los días de una forma tranquila, positiva, llevadera, o... te puede llevar directamente al infierno. Lamentablemente, y a pesar de que no me gustan las películas de terror, tuve que vivir una en vivo y en directo.
En este momento, mientras yo escribo lo que me pasa en este cuadernito que compré hace tantos meses sin ningún fin en particular y que ahora termina haciendo las veces de "diario", ella saca fotos a su acompañante para dejar testimonio de como le sale espuma por la boca a la cuidadora, y también de que la habitación está llena de bichos...
Anoche la misma señora veía a la Virgen María sosteniéndole la mano, también preguntó 32 veces si ya había amanecido, y vino a cada rato al lado de mi cama a mostrarme como diluviaba cuando afuera ni noticias de lluvia había...
Es que "el alemán" ataca sin piedad, y como me vine a enterar después, se agudiza aún más luego de una anestesia general.
No es nuevo para mi convivir con personas que padecen esta triste enfermedad, que además ninguno de nosotros está libre de tener en algún momento, lo que si fue nuevo fue constatar, como hay gente que deja a estas personas en lugares donde no deben estar con tal de dormir una noche en paz: la señora tenía el alta desde las tres de la tarde, sin embargo se quedó a pasar la noche para irse al día siguiente, su familia por supuesto asintió.
Yo desesperada por irme de alta, tachando los días con cruces como los presos, y hay gente que tiene el alta firmada y se queda a pernoctar en el sanatorio??? Nunca mejor aplicado el refrán: Dios le da pan a quien no tiene dientes...
La noche parecía que iba a ser una más: los analgésicos de turno, las visitas de las enfermeras y nurses que prenden la luz en plena madrugada preguntándote cómo te sentís, los ruidos de cada noche en los pasillos, pero no...
De golpe, aquella señora "casi amable", que apenas dejaba asomar su "cogote clasista", se convirtió en un ser casi imposible de dominar. El Alemán se hizo presente con toda la fuerza, y ella, que hasta el momento no podía levantarse ni para ir al baño, se incorporó y se sentó en la cama al mejor estilo "El Exorcista".
Así pasó la noche mi compañera de sala, que bajo la influencia de esa perra enfermedad, sacó a relucir parte de su sistema de creencias, esbozando frases como: "hacé lo que yo te digo, porque para eso te pago" o "vos no estás enferma (dirigiéndose a mi), vos estás embarazada y no sabés de quien es, dejá de fingir" o "ustedes son de alguna religión y me quieren llevar" a las enfermeras cada vez que entraban a la habitación tratando de calmarla. Era difícil sostener la situación, más cuando la septuagenaria se me tiraba arriba de la cama una y otra vez...
Pobre Naty! que le tocó en suerte pasar conmigo la peor noche que viví aquí adentro, por "suerte" salió el sol, la señora se calmó un poco casi como por arte de magia después de habernos mantenido toda la noche en vilo y con el corazón en la boca y presión nuestra de por medio, la Supervisora la "invitó" a retirarse.
De allí en más y crisis de nervios mía de por medio (la presión me llegó a 17), todas las acompañantes iban a ser "evaluadas" antes de ingresarlas a compartir la sala conmigo.
Viví
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