Hasta el momento, solo había pisado una habitación de sanatorio de visita, o en el momento de tener a mis dos hijas, nunca por otro motivo, por lo cual esto iba a ser todo nuevo.
Desde la mañana en urgencia, esperando me consiguieran una cama en piso, primera muestra de que habría que tener paciencia, muuuuucha paciencia. De todas formas y escuchando los cuentos de las personas que también esperaban por un lugar como yo, fui una afortunada: creo que en 6 horas llegué a la habitación!
No voy a hacer cuentos anecdóticos aca, porque esos los estoy haciendo aparte con un poco de humor, voy a tratar de referirme a la parte estrictamente médica. Desde el vamos las personas que me atendieron, me trataron sumamente bien, si ya se, es como tiene que ser, pero muchas veces no lo es.
Las enfermeras, las Nurses, los Médicos que me atendieron, todos con una calidad humana impresionante. Desde el vamos plantié que yo era el paciente, yo era quien debía curarme por lo tanto yo era la primer persona que tenía que estar al tanto, de los diagnósticos, de los procedimientos, de los exámenes. Aca no iba a pasar como pasa en la mayoría de los enfermos, que alguien se iba a encargar de ser mi interlocutor, yo iba a ser mi propio interlocutor, nadie mejor que yo para saber lo que sentía y lo que tenía que resolver, todos entendieron la idea.
Lo mismo fue para mi familia y amigos: no quiero el cuchicheo típico en la puerta de la habitación, si tienen algo que quieran saber me lo preguntan a mí, nadie mejor que yo se los va a saber explicar. La situación contraria me alteraba, me producía angustia, yo estaba enferma, pero no moribunda, podía hablar, siempre había sido franca, no me gustaban las cosas habladas por atrás.
Comenzaron a pasar los días, empezaron los análisis, rutinas de sangre, presión, temperatura, etc. etc. A los 4 días ya tenía coordinada la Biopsia de los ganglios y una Biopsia de médula (esta frase me aterró totalmente, me acercaba mucho más a algo trágico), el Cirujano se encargó de venir a verme cada uno de los días desde que estuve internada hasta muchos días después de haber pasado por la cirugía, me pidió disculpas mil veces por la cicatriz que me iba a dejar en el abdomen, pero no podía hacerse por laparoscopía, era una cirugía complicada. Le expliqué más de mil veces, que sería una herida de guerra, de haber vencido, que lo que yo quería era curarme, la panza ya la había mostrado durante 40 años y aún con cicatriz iba a poder seguirla mostrando, se sonrió.
Cada cosa que yo les decía a los médicos, a las enfermeras, además de decírselas a ellos, me las decía a mi misma: Vivi no bajes los brazos, solo se camina para adelante, te tocó esto, tenés que enfrentarlo con la mejor sonrisa, no podés "permitirte" otra cosa.
El día de la cirugía, traté de estar lo más ommmmmm que pude, me despedí telefónicamente de mis hijas sin decirles que entraba a block para no angustiarlas, se los contaría a la salida cuando ya todo hubiera pasado, lo que no sabía era que a la salida de block y al llegar a la habitación, me esperaba la Doctora que me haría la biopsia de médula: que momento!!! Con miedo, con ganas de salir corriendo, con los vestigios de la anestesia general aun corriendo por mi cuerpo le pregunté: a vos te parece que me vas a poder hacer esto ahora????? Me dijo, vas a ver que si... Una capa, me ayudó a hacer yoga para relajarme, yo me entregué y seguí todas sus instrucciones, en menos de media hora habíamos terminado.
Así pasaron los días, el primer informe dio que el tumor que envolvía mi riñón era metástasis de otro que estaba seguramente a nivel ginecológico, pero cómo podía ser si yo tenía todos los estudios hechos en febrero y todo estaba perfecto? Volvieron por las dudas a hacerlos todos otra vez, todo volvió a dar perfecto, sumaron por las dudas otro procedimiento con anestesia general para biopsiar el útero por dentro, cosa que el PAP no hace.
Los días pasaban, ya el panorama era distinto, era peor: sabíamos que no era un linfoma, sabíamos que había otro tumor en algún lado pero no encontrábamos donde estaba. Tengo que agradecer eternamente al médico internista que se puso mi caso al hombro y me planteó que quería irme estudiando el cuerpo sector por sector hasta encontrar el primario, no iba a esperar los 20 días del resultado final de la biopsia, iba a ir ganando tiempo, yo estuve de acuerdo.
Todos los días eran cosas nuevas, todos los días un procedimiento distinto, en todos salía lo mismo, aca no hay nada: tomografías, resonancias, ecografías, más exámenes de sangre, endoscopía digestiva, endoscopía nasal y de laringe, colonoscopías, nefrostomía, citoscopía, etc. etc. Todo daba bien, se seguían sumando los especialistas, me vieron el Internista (todo el tiempo que estuve internada) tres ginecólogos, alergista, 2 urólogos, cardiólogo, sicólogo, otorrinolaringólogo, cirujano, oftalmólogo, equipo de columna, hasta que llegamos a la oncóloga.
Cuando se descartó que no era linfático y que había algún tumor en otro lugar de mi cuerpo, me hicieron la cita con la Oncóloga. Otro golpe, era como ponerle un título universitario a un profesional con el que toda la vida hubiese deseado no tener que atenderme nunca. Ella me cayó bien de entrada: me dijo, vamos a buscar por todas partes, vos tenés 40 años y toda la vida por delante, si no encontramos en este par de exámenes que quedan, vamos al tratamiento genérico, porque no podemos perder tiempo.
Me dio confianza.
Los últimos estudios volvieron a dar lo mismo: allí no había nada, era por un lado una alegría saber que todos esos sectores estaban sanos, pero una tristeza no encontrar al maldito primario, el resultado final de la biopsia volvía a insistir: el primario es de origen ginecológico.
LLegó el día más feliz: me dieron el alta, tomate unos días con tus hijas, descansá, pensá en otra cosa, rodeate de tus afectos. En una semana te veo en mi consultorio y coordinamos para empezar el tratamiento quimio y radio.
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