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domingo, 4 de agosto de 2013

Salida de viernes a la noche

Un nuevo estudio, una nueva entrada al quirófano, otra vez explicar que enfermedad tengo (lo que se hasta el momento, ya que el diagnóstico sigue sin terminar de definirse por completo), otra vez explicar si soy alérgica, pedir que por favor no me inyecten Iodo, etc., etc.

Esta vez, la diferencia es que el estudio es en el sanatorio de maternidad, donde lo que suma es el llanto de un monton de bebes que nacían y nacían sin parar y a la vez que llenaban el aire de llanto, también lo llenaban de vida, tan necesaria en estos momentos donde la muerte a veces parece estar demasiado cerca.

También sumaba la actitud del médico que me iba a realizar el procedimiento: una sonrisa de oreja a oreja, explicarme absolutamente todo, con lujo de detalles, respondiendo cada una de mis inquietudes, poniéndose a mi disposición, dándome hasta su número de celular.

Son las 23.15, ya estoy despierta otra vez, la anestesia general pasó y el grupete de enfermería está pronto para devolverme a mi sanatorio de origen, porque como decían todos: ella allí ya tiene su cama.

El Doctor se va a retirar, y le indica a la enfermería que esperen hasta las 00 horas para levantarme de la camilla, para verificar que estoy evolucionando bien, y que me trasladen en ambulancia.

Casi como en el cuento de la Cenicienta, llegan las 12 de la noche, y parece que tal como en aquel cuento, a esa hora todo cambia: era como si yo fuera a convertirme en alguna cosa no agraciada (un Gremlin tal vez?) y querían sacarme de encima a como diera lugar antes de que fueran las 12 en punto, la razón real: cambiaba la guardia y nadie quería hacerse cargo de mí.

Así tal y como estaba en la camilla donde me habían hecho el procedimiento, me pasan a una silla de ruedas, sin vestirme (solo con el ponchito de TNT que usé en el quirófano puesto) y la unidad de suero sobre mi falda, me envuelven de la cintura para arriba con una frazada y estoy pronta (segun ellos) para el Delivery!!!

Quedo en la delgada línea que divide el Reinado del Quirófano del Reino de la gente común, y ahí empieza el "tironeo" de la silla de ruedas... Las enfermeras la empujan hacia afuera: está pronta, pueden trasladarla! Los camilleros de la ambulancia me empujan hacia adentro: de ninguna manera podemos trasladar a una persona sin que la vistan! En el medio de la línea de fuego: mi mamá, repitiendo una y otra vez, la ropa la tengo yo, si me dejan la visto en 5 minutos! Sobre la silla de ruedas: estoy yo, cual paquete inerte que no tiene voz ni voto, como si fuera una "cosa" en vez de una persona que además no está pasando los mejores días de su vida...

Después de que fui un par de veces hacia un lado y hacia el otro, después de que los camilleros explicaron que afuera había 2 grados y que era un horror que me sacaran así, después de que mi mamá se convirtió en la mujer invisible, porque al parecer nadie la veía ni la escuchaba, saqué voz de algún lugar de mi maltratado cuerpo, pedí mi campera me tapé las piernas y les dije que me trasladaran así, ya no podía soportar tanto destrato.

Cuando vienen los cambios de guardia, como ocurrió en este caso al llegar las 12 de la noche, algunos enfermeros hacen este tipo de cosas, sin importar lo que sucede con el paciente, sin tomar en cuenta cuanto puede afectar eso su salud física ni emocional, por suerte son solo algunos...

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